Las memorias de Anthony Hopkins, tituladas Lo hicimos bien, chico, ofrecen un relato íntimo y sincero sobre la vida de uno de los actores más grandes de nuestro tiempo, destacando su resiliencia y capacidad de reinventarse. El legendario artista comparte sus vivencias y en ellas habla desde su dura infancia en la ciudad industrial de Port Talbot, Gales, marcada por una familia difícil y una relación complicada con su padre, hasta su descubrimiento temprano de la pasión por la interpretación gracias a Hamlet, que le salvó de un destino que parecía condenado al fracaso.
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El protagonista de El silencio de los corderos, de 87 años, reflexiona sobre el impacto psicológico de su infancia, el sentimiento de inutilidad y cómo el miedo y la inseguridad influyeron en su carácter y sus logros artísticos. Del mismo modo comparte fotografías de su álbum familiar, como una con su padre cuando él tenía 3 años, el primer recuerdo de su infancia. Una foto que acompaña una leyenda que dice así: "Una mañana gris de 1941, en las dunas de arena de la playa de Aberavon, un amigo de mi padre, Cliff, me dio una pastilla para la tos (...). Titubeé y el caramelo se me cayó en la arena y empecé a berrear. Mi padre y Cliff se rieron. Cliff me dio un segundo caramelo. Mi padre se agachó para tranquilizarme. No más lágrimas. Cliff tomó la foto. Es uno de mis primeros recuerdos. Tenía tres años. Ahora, a los 87, de vez en cuando miro esa foto y siento ganas de decirle a aquel confundido niño pequeño: "Lo hicimos bien, chico", que es el título que llevan sus memorias.
El protagonista de El silencio de los corderos habla de dolor, de cura y del misterio de estar vivo. Hopkins narra sin censura su lucha contra el alcoholismo, que comenzó en su juventud y se agravó con el tiempo, afectando a su salud, vida familiar y profesional, hasta el día en 1975 en que decidió dejar la bebida para siempre y buscar ayuda en Alcohólicos Anónimos. Este período de adicción tuvo consecuencias devastadoras en su vida personal. Su primer matrimonio con Petronella Barker terminó irremediablemente por este motivo, y además la relación con su única hija, Abigail, se rompió para siempre. "Abigail nunca pareció ser capaz de perdonarme por haber abandonado a la familia cuando ella era un bebé", revela el actor, y aunque entiende sus razones, este distanciamiento le causa un dolor inmenso y "le rompe el corazón".
Respecto a su papel más icónico, el de Hannibal Lecter en El silencio de los corderos, Hopkins revela que la clave no fue interpretar a un monstruo evidente, sino a "una versión tranquila y amable de ese monstruo". Su punto de vista fue crear una especie de "romance" psicológico con Clarice Starling, seduciéndola y tomando el control de las conversaciones en un juego de gato y ratón. Este juego tenía un lado divertido que atraía al público y ponía en evidencia la compleja naturaleza del personaje. Según él, detrás de esta historia se esconde un mito similar al de "La Bella y la Bestia", donde la aparente monstruosidad de Lecter se oculta tras una fachada que puede parecer amistosa. Gracias a esta película obtuvo el Oscar y, la noche en que lo ganó, llamó a su madre. "Tu padre estaría orgulloso de ti. El chico de Wern Road de Port Talbot", le felicitó ella. "Y eso fue todo, había vencido mi ansiedad", revela acerca de la difícil relación que mantuvo con su padre. Precisamente la película con el título El padre le valió el segundo Oscar de su carrera.
Anthony confiesa que solo ha sido feliz en los últimos años porque logró dejar atrás una vida marcada por el alcoholismo, que casi le cuesta la vida. En 1975 decidió dejar de beber, tras un episodio peligroso conduciendo ebrio, y ha vivido casi 50 años de sobriedad, lo que le ha permitido encontrar una estabilidad emocional y personal que antes no tenía. Después de romper un segundo matrimonio con Jennifer Lynton, el actor se casó con Stella Arroyave, con quien encontró verdaderamente la estabilidad. Comenzó a aceptar su personalidad, incluyendo rasgos del espectro autista que no había reconocido antes, y se mantiene activo con el trabajo, la pintura, la música y la lectura. Reconoce que con la edad ha desarrollado una mayor serenidad y una manera más amable de vivir, apreciando más la vida y sintiéndose más feliz que nunca. En estos momentos participa en la serie Those about to die, donde interpreta al emperador Vespasiano, y protagonizará un biopic sobre la familia Maserati, Maserati: The Brothers, junto a Al Pacino, Andy García y Jessica Alba.
