La justicia se ha puesto, por fin, de parte de Katy Perry. La artista, junto a su marido Orlando Bloom, compró en 2020 una mansión de 15 millones de dólares en una localidad exclusiva de Montecito, en California. El vendedor de la casa, el empresario Carles Westcott, pocos días después de firmar el contrato, se arrepintió de la venta e intentó recuperar su casa. Éste se justificó diciendo que en el momento de la firma estaba incapacitado para tomar decisiones porque había tomado analgésicos por una operación que había tenido. Tras cinco años de demandas y contrademandas, el Tribunal Superior del Estado de California ha confirmado que Westcott tendrá que pagar a la cantante 1,8 millones de dólares por las pérdidas de alquiler.
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Katy Perry y Orlando Bloom se separaron el pasado junio tras nueve años juntos. En 2020, año en el que también nació su hija Daisy Dove Bloom, el matrimonio compraba la casa en la localidad californiana. Desde ese momento, la titularidad de la casa se ha vuelto una batalla constante. Aun así, la cantante de Last Friday Night o Firework compró oficialmente la mansión en 2024. Esta vivienda cuenta con ocho dormitorios, once baños, una piscina infinita, jacuzzi y una chimenea exterior y se sitúa en una población en la que también residen celebridades como los duques de Sussex.
El empresario Westcott demandó a Bernie Gudvi, que es el gestor comercial de la artista y es quien se encargó de la compra. En diciembre de 2023, un juez determinó que no había pruebas convincentes de que el empresario no estuviese en capacidad de aceptar la compra de Perry. Es cierto que en 2015 le diagnosticaron la enfermedad de Huntington, que genera una degeneración selectiva del tejido cerebral, pero en el momento de la compra apareció racional y coherente.
La familia del empresario, al ver que no iba a ganar el juicio, intentó ganarse a la sociedad y generar empatía. Su hijo, Court Westcott, comentó públicamente que el asunto había terminado con la salud mental de su padre y que había sido ingresado en una clínica. También pidió que la artista se disculpase públicamente. Pero Perry siempre tuvo claro que lo que ella quería era algo tan simple como justicia. No se disculpó e insistió en que tenía que recibir todo lo que le correspondía.
Mientras esta disputa se alargaba en los años, la cantante presentó una contrademanda en la que pedía 3,25 millones de dólares por no poder alquilar el inmueble, sumado a los 2,2 millones que pedía por gastos de reparaciones y 3 millones más en honorarios legales. Un documento judicial publicado este martes y obtenido por la revista People confirmaba que la artista solicitaba 4,7 millones de dólares al empresario. Por su parte, Westcott reclamaba un total de seis millones de dólares del precio de la venta, ya que Perry sólo había pagado nueve millones del precio total. Finalmente, la justicia ha terminado dando la razón a la estadounidense. Como compensación, Carl Westcott tendrá que pagar a Perry con 1,84 millones de dólares en daños y perjuicios por la pérdida de ingresos por alquiler.
Tras cinco años de lucha, el juez Joseph Lipner del Tribunal Superior del Estado de California ha confirmado que Westcott debe 1,84 millones de dólares a la artista estadounidense. Este precio incluye el valor del alquiler entre 2020 y 2024 (2,7 millones de dólares) y se le resta el valor del capital retenido (más de un millón de dólares) y los intereses perdidos de Westcott (alrededor de 150.000 dólares). Sin embargo, Katy Perry no parece estar convenida del todo y Gudvi, su gestor, impugnará seguramente la decisión en la audiencia que se celebrará el próximo 30 de diciembre.
