En un mar de series donde sorprender es cada vez más difícil, siempre hay tramas que logran captar nuestra atención. Por mucho que los guionistas expriman su creatividad, nada supera la fuerza de los hechos reales. Netflix lo sabe y vuelve a sobresalir con una joya oculta de su catálogo: Heweliusz, un relato que te sobrecoge y te mantiene en vilo, recordando que, detrás de cada tragedia, hay historias humanas que merecen ser contadas.
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La serie, que ya se ha situado en el top 10 de las más vistas de la plataforma, nos transporta al 13 de enero de 1993, cuando el ferry Heweliusz zarpa de Świnoujście, en Polonia, rumbo a Ystad, en Suecia. Lo que parecía una travesía rutinaria se convierte rápidamente en una lucha desesperada por la supervivencia cuando un fuerte temporal desata la furia del mar y pasajeros y tripulación se ven obligados a enfrentarse a su fuerza implacable. Mientras tanto, en tierra, los familiares de los afectados emprenden una batalla igualmente difícil para descubrir la verdad sobre el accidente y velar por la dignidad de los desaparecidos.
En apenas cinco episodios y poco más de cinco horas de duración, Heweliusz revive esta tragedia real mostrando cómo un viaje que debía desarrollarse con normalidad terminó convertido en un desastre que dejó 56 víctimas en medio del gélido Mar Báltico y abrió una investigación repleta de interrogantes. La serie ficciona lo ocurrido sin perder de vista los momentos críticos previos al hundimiento, la tensión a bordo, los esfuerzos por sobrevivir, el caos del rescate y el impacto que el suceso tuvo en quienes perdieron a sus seres queridos y en la toda la nación. Su fuerza está en cómo se adentra en las decisiones que pudieron cambiar el destino del barco y en cómo una cadena de fallos y decisiones erróneas llevó a uno de los episodios más dolorosos de la historia reciente de Polonia.
Comparada con Chernobyl —la serie de 2019 en torno a la catástrofe nuclear—, la serie destaca por su precisión y su apuesta por un realismo que evita el sensacionalismo. Además del hundimiento, el espectador asiste al proceso judicial posterior en el que se intentó determinar responsabilidades. ¿Falló el capitán? ¿La estructura del ferry? ¿La decisión de zarpar pese al temporal? La ficción se adentra en estas preguntas sin ofrecer respuestas fáciles.
Heweliusz es una de las producciones más complejas rodadas en Polonia, con más de 70 localizaciones y un despliegue técnico pocas veces visto en la ficción del país. Reúne a 120 personajes interpretados por actores de gran trayectoria: Borys Szyc interpreta al capitán Ułasiewicz al mando del ferry durante el hundimiento mientras que Magdalena Różczka da vida a Jolanta Ułasiewicz, su esposa. También participa Michał Żurawski en el papel de Piotr Binter, otro capitán implicado en la investigación posterior; y Justyna Wasilewska como Aneta Kaczkowska, representante de las familias de las víctimas. A ellos se suman más de 3.000 extras. Aunque muchos personajes son ficticios, la historia se basa en testimonios reales, documentación judicial y una investigación exhaustiva que reconstruye el contexto de la tragedia.
La serie se abre camino entre las ficciones más comentadas del momento porque no solo revive un episodio doloroso, sino que invita a reflexionar sobre la fragilidad con la que a veces se toman decisiones que afectan a cientos de vidas. Con una realización impecable y un relato que no busca culpables fáciles, la miniserie recupera la memoria de una tragedia que sigue presente en Polonia y acerca a los espectadores una historia que merece ser escuchada, entendida y, sobre todo, recordada.
La historia real detrás de Heweliusz
El 13 de enero de 1993, el ferry MS Jan Heweliusz iniciaba su travesía hacia Suecia con un temporal ya anunciado. No era un barco ajeno a los problemas: acumulaba averías, fallos estructurales y un historial de incidentes que habían generado preocupación entre tripulantes y marineros. Ese pasado le había valido el apodo de “Jan Havareliusz”, un juego de palabras en polaco que se traduciría como “Juan el Averiado”. No era un mote simpático, sino una advertencia disfrazada de humor.
El día del hundimiento las condiciones meteorológicas eran extremadamente adversas. Sin embargo, a pesar de que el capitán estuvo a punto de suspender el viaje, las fuertes presiones de la armadora, realizando apresurados arreglos con tal de no suspender la travesía y perder la recaudación, hicieron que finalmente zarpara. Según las investigaciones posteriores, varias chapas del casco estaban deformadas desde un accidente previo y las reparaciones no habían sido suficientes.
La madrugada del 14 de enero, la travesía se convirtió en pesadilla. A las 2:40 1 a.m., el Jan Heweliusz enfrentaba ráfagas de hasta 180 km/h y olas de seis metros por el ciclón Verena. Las maniobras del capitán no lograron estabilizarlo y un golpe de mar hizo que el ferry escorara peligrosamente. A las 4:30 a.m. se dio la orden de abandonar el barco y pocos minutos después se transmitió la señal de socorro. A las 5:12 a.m., la nave volcó, hundiéndose en el Báltico a unos 20 km del cabo Arkona, en Rügen, con 64 personas a bordo.
La confusión sobre la ubicación exacta del ferry retrasó la llegada del rescate internacional, con helicópteros de Alemania, Dinamarca y Suecia, que tardaron 90 minutos en llegar. Solo nueve personas sobrevivieron y fueron tratadas por hipotermia en hospitales alemanes. Entre los 56 fallecidos había dos niños y solo se recuperaron 37 cuerpos de mar, marcando uno de los peores desastres marítimos en la historia de Polonia. Las investigaciones se prolongaron durante años, pero nunca se estableció una única responsabilidad clara, dejando un episodio lleno de preguntas y una tragedia que aun a día de hoy marca a la nación.
