No canta por los premios. Canta por él. Por él, y por su público, al que confiesa que se lo debe todo. Porque es artista. Artista de corazón, de profesión y por sentimiento. Es la razón por la que se levanta cada mañana, porque le maravilla la vida y porque, cantando, que es lo que más le gusta en el mundo, se la gana. No por tener un premio más en la estantería, ¿queda claro? Ahora bien, si se los dan… Oye, pues a nadie le amarga un dulce. “Guay”, como dice Raphael, que para eso es eternamente joven... Bienvenido sea, vaya. El premio, el reconocimiento, el homenaje, la maestría o el doctorando, que de todo tiene. Porque se lo ha ganado. Vamos que si se lo ha ganado… Quién nos iba a decir a nosotros que Raphael iba a estar cantando hoy, ahora. Ni en el mejor de los sueños…. Que hace tan solo un año raspado, todos estábamos en shock después de aquella confusa salida del plató de La Revuelta. Y aunque rezábamos para que no hubiera pasado nada y para que todo hubiera quedado en un tremendo susto, lo de que el Niño de Linares se subiera otra vez a las tablas ni lo contemplábamos…. Como si esa posibilidad (remota) se nos había quedado en un segundo, tercer y hasta septuagésimo puesto con tal de que el de Escándalo no se nos fuera... Para siempre. Pero, nada que ver. El linfoma cerebral que le diagnosticaron no sabía con quién se batía el cobre. Ni pajolera idea. Jódete, cáncer, que Raphael es de uranio. Como el disco a sus 50.000 de copias vendidas que guarda en el salón de casa y que solo Michael Jackson, Queen y ACDC han logrado también colgar sobre la chimenea. Ni Taylor Swift, por hablar de otra plusmarquista. Pero este galardón no es el primero ni el único. Y viendo cómo va la cosa, que Raphael solo se dio tregua cinco meses antes de regresar a sus conciertos de 3 horas y pico reapareciendo en Mérida un 15 de junio, el último el Grammy a Persona del Año que acaba de recibir en la XXVI de los Latin Grammy que se celebran en Las Vegas tampoco será el último. De él hablamos en la entrevista que nos regalaba la portada de esta semana en HOLA. Tampoco te creas que mucho, que Raphael es hermético para con sus cosas. Se da en carne viva sobre el escenario, busca en el fondo de su alma, habla del amor, tienes con él una gran noche, se ponga el sol o no, te llames Laura o no y aunque sigue siendo aquel… tú sabes que, en lo privado, no te pertenece. Porque ya tiene dueño, su familia. A ellos sí les confía sus cosas. Con los demás, periodistas, amigos y admiradores o todo a la vez como le pasa al que suscribe guarda ese aura de misterio insondable que toda estrella, grande, genial y legendaria, debe (de) tener. Como si te dijera, “cariño, lee entrelíneas” o mejor, “chica, que no hay más”. Porque eso es lo que tienen los grandes, que lo complicado, lo hacen sencillo.
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Raphael, Persona del Año.
¿Viste? (dice con deje argentino)
¿Cómo se te queda el cuerpo?
Bien, bien. Lo he esperado durante mucho tiempo… Así que… Estoy feliz de haberlo conseguido.
Un reconocimiento así, justo este año... Un año tan difícil…
Siempre parece que los acontecimientos bailan alrededor de uno ¿no? Y este año ha sido un año… Especial. Yo me quedo con eso. Porque yo, en realidad, estoy siendo premiado desde hace muchos años. Lo soy por la gente. El público es quien en realidad cuenta en nuestra profesión.
Sé, Raphael, que a ti, eso de mirar atrás, ni te gusta ni lo haces…
No. Nunca. Es que tengo de qué preocuparme en el presente. Así que, para qué voy a pensar en el pasado...
Pero un premio de estas características, ¿No te obliga a reflexionar, a recordar, a hacer balance?
No. Tampoco. Pero sí, quizás, te conduce a pensar que has hecho las cosas bien. Que está todo bien. Porque si el público está ahí y sigue ahí, es que hay algo en ti que funciona o que sigue funcionando. Para mí, es muy bueno saber que no me he equivocado, que he hecho las cosas como tienen que ser. Eso creo que es una suerte: seguir en esta profesión y seguir bien. Yo no canto por los premios, pero ¿si te los dan? Los agradezco mucho, claro.
¿Cómo es subirse ahora, hoy, a un escenario para ti?
Yo salgo a recoger lo sembrado, porque el público ya me conoce de sobra. Y porque a mí lo que me gusta es cantar. Yo salgo a pasármelo lo mejor posible y a hacer que el público también lo pase bien. Que salgan contentos, que no se vayan con una sensación de arrepentimiento.
En esa búsqueda de caminos, los has recorrido todos. Creo que no hay artista más intergeneracional que tú. ¿Eso ha sido un propósito vital o ha sido algo que ha surgido de repente?
No, es exactamente un propósito, pero me gusta así. Y así tiene que ser.
¿Tú pensabas cómo debía de ser tu trayectoria?
Nunca. Ni cuando era jovencillo. Yo no tengo metas. Nunca he sentido eso de "si hago esto, voy a conseguir lo otro". Soy más puro en esas cosas. Lo de "me ubico en un sitio y voy a llegar hasta allí" no ha estado jamás en mis coordenadas. Yo dejo a mi imaginación volar y dejo todas las cosas que esté haciendo libres al destino. Al momento. Y creo que eso es muy bueno.
Fluyes.
Por supuesto. Y las que me gustan, repito, y las que no me gustan, no las quiero ni en pintura (risas).
Ahora mismo, ¿cuál es ese sueño por cumplir?
Yo no sueño. Yo, lo que pueda estar pensando, lo llevo a cabo. No sueño en lo que no tiene remedio. A mí, si me gusta una cosa, voy a por ella. Y a lo mejor, de cien cosas, 90 no salen, pero sí díez. Y hacen que mi personalidad siga su curso.
No piensas bajar del escenario.
¿Bajarme? Yo pienso en subirme cada día. Me demuestro que puedo y luego digo: "Hala. Hecho".
Raphael y ¿dónde está el truco, la energía? Para mí, cada día, con 49 años, es subir un Everest...
Pues ahí está, en su sitio. Donde la tuve siempre. A ver. Hay momentos que dices: "¡Jo!" Porque hay momentos malos. Pero siempre miro al frente y digo: "Bueno. Ya está. Para adelante". También hay esas cosas que dices: "Mira, no. Yo por aquí, no". Lo que pasa es que esos malos momentos, me duelen solo diez minutos. Es humano cansarse y quejarse.
Raphael no lo hizo nunca. De hecho, los Grammy Latinos lo escogieron a él, como leyenda de la musica latina, porque “su trayectoria musical es muestra de su compromiso” con la industria. Así lo presentaba anoche Manuel Abud, el CEO de la Academia Latina de Grabación para abrir la gala homenaje. Más de 700 canciones grabadas, más de 50 LP’s publicados, más de 300 recopilatorios... lo avalan. Ha cantado en italiano, francés, alemán, inglés y japonés... Y… Sí. “Podía haber sido el person of the year de cualquier year de cualquier década”. No es nuestra la frase. Es de Enrique Bunbury, y no le falta razón porque si bien ha habido malos momentos como nos decía el cantante en nuestras páginas satinadas, a él, las ganas de desfallecer, “le duran diez minutos”. De ahí, solo de ahí se pueden entender sus más 80 millones de discos vendidos, sus tres candidaturas a los Premios Grammy, que atesore 350 discos de oro y 50 de platino… y un amor incondicional de todos sus compañeros de profesión que, ya fuera físicamente o través de videoconferencia, quisieron acompañarle en Las Vegas. Desde el ex lider de Los héroes del Silencio a David Bisbal, Silvia Pérez Cruz, Pablo López, Vanessa Martin, Rozalén, Kiki Morente, Café Quijano o Carín León recordando su legado. Ése que comenzó en 1952 cuando ya se alzó con el primer puesto del Festival de Salzburgo a la mejor voz infantil y diez años después, con Benidorm. “Seguir y seguir mientras quede garganta” es el mantra de Raphael y también, la meta.
¿Qué te quedaría en tu recuperación?
Sigo en pleno proceso. Pasado mañana, por ejemplo, tengo exámenes. Me van a mirar otra vez todas las cosas y…
¿Te preocupa no pasarlos?
No. Hay amigos que me dicen "¡Ay, mira, ¡vive la vida! que tú estás bien." Y yo respondo "Ya, pero gilip*, trabajo que me cuesta estar bien".
También te digo, esos amigos tuyos de tu edad, están en casa, dan un paseo, leen el periódico y s’acabó. A ti te veo cruzando el charco en unos días y dando conciertos de tres horas.
¿Por los Grammy lo dices? Bueno, yo agradezco muchísimo que me hagan estos reconocimientos… Pero yo no me muero por esas cosas. Ahora, que agradezco en el alma que me lo den… Que me lo den a mí, por supuesto (risas)
¿Dónde guardas esos premios?
Pues en el museo, en casa, en la oficina, en donde puedo colocarlos.
Madre mía, Raphael, tener un museo que lleve tu nombre...
En tu pueblo.
En tu pueblo, que dicen que uno nunca es profeta en su tierra.
Pues también pasa... (risas) Y es muy bonito.
¿Qué te faltaría?
Nada. A mí me sobra todo.
Y estás satisfecho.
Si, y en caso de que no lo estuviera, Dios me ha dado tiempo para arreglarlo.
