Pastora Soler acaba de presentar su nuevo libro Cuando se apagan las luces, aparecen las estrellas, una obra en la que repasa las luces y sombras de su carrera en la música. La artista sevillana, de 47 años, acudió al programa de Y ahora Sonsoles para hablar de momentos agradables y otros, no tanto, como los vividos a la sombra de su primer mánager, Luis Sanz.
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El hombre que la descubrió como artista y la hizo triunfar en la música fue el que también la hizo llorar. “Cuando lo conocí, era el sueño de mi vida, era mi oportunidad. Estuve diez años con él, de los 15 a los 25, una edad complicada”, confiesa. "A mí me ha podido siempre la gratitud de que fue la persona que me dio la mano y me puso en el camino, a quien le debo todo. Tiene que haber esa persona que cree en ti", reconoce mientras revela que entonces ella todavía era una niña y buscaba en ella la perfección.
Aun así, admite que le inculcó cosas buenas "como la disciplina y el respeto al público", pero, sin embargo, al mirarla no veía nada bueno en ella. "Ni la nariz, ni la boca, que si estaba gorda… Todo era resaltar lo malo", revela la artista, profundamente conmovida. "Eso durante tanto tiempo te machaca y te crea una serie de complejos e inseguridades. Pero me he dado cuenta de que era más fuerte de lo que creía porque lo soporté y en un momento dado impuse mi criterio".
En el libro aborda este tema con más detalles dejando claro que nunca estaba satisfecho. "Siempre me veía gorda, me puso a dieta y yo empecé a cuidarme y a practicar ejercicio. Quería convertirme en la muñequita que tenía en su cabeza. Gracias a Dios, la situación no me provocó ningún trastorno alimenticio". Además del tema peso, se ensañó con su nariz. 'Es muy fea’. Decía que tenía que operármela. Me negué a pasar por quirófano para corregirla". Y le aconsejó también que se operase del pecho, algo a lo que sí accedió: "Estaba algo acomplejada".
La influencia de su representante fue tan fuerte que incluso arrastró a su familia: "Mis padres y yo estábamos totalmente volcados con la oportunidad profesional. Ese sueño nos arrastró a todos". Pero la gota que colmó el vaso fue cuando su representante llegó a contar un rumor sin fundamento con tal de tener repercusión mediática. "Se inventó que Morante de la Puebla era mi novio, cuando yo ya tenía novio y lo único real es que habíamos salido a tomar unas copas con Morante en Matalascañas. Vio un filón y la prensa se hizo eco", revela. "Jamás hubo nada", afirma, pero fue el detonante para darse cuenta de la manipulación que ejercía sobre ella su mánager.
El miedo y la desconfianza en sí misma la obligaron a parar y alejarse de los escenarios en 2014 y regresar dos años y medio después. "Este episodio supuso un antes y un después en mi carrera, y no deseo que mis hijas, que todavía son muy pequeñas, lo vean. Quiero ser yo quien les explique, de verdad, las fatigas que ha sufrido su madre, y compartir con ellas el proceso de aprendizaje que dio comienzo esa noche”, revela sobre la noche del 8 de marzo de 2014 en Sevilla cuando se desvaneció en el escenario durante un concierto. Semanas después de anunciar su retirada, se enteró de que estaba embarazada de su primera hija: "Fue mi salvación. Pastora Soler había muerto, y mi única prioridad en ese momento era cuidarme, sanar y prepararme para ser madre", detalla en el libro.
Con esta obra, Cuando se apagan las luces, aparecen las estrellas, más que compartir sus memorias, busca inspirar una reflexión profunda sobre la autoexigencia, los miedos, la resiliencia y la capacidad de reinventarse. Nos recuerda que, a veces, es necesario detenerse para recomenzar y que, si alguna vez has sentido el peso de la perfección o el temor a fracasar, tengas presente que cuando todo parece apagarse, es precisamente cuando las estrellas empiezan a brillar. El libro ha salido a la venta, tanto en formato físico como digital, el 5 de noviembre de 2025.