Su melena rubia platino, sus labios hiperperfilados, sus pestañas interminables y su cuerpo, con más curvas que las del circuito de Montecarlo, la convirtieron en el estereotipo de mujer explosiva. Pamela Anderson, corriendo descalza por la playa de Malibú o subida a unos tacones afilados de “dominatrix” por el asfalto, era pura seducción. Tanto en bañador rojo como en látex negro.
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Su popularidad explotó gracias a su papel de C.J. Parker en la serie Baywatch (1992 1997), que la convirtió en un icono televisivo mundial. La serie, que se transmitió en más de 140 países, consolidó su imagen como símbolo sexual y permitió que Pamela se convirtiera en un referente de la cultura pop de los años 90, apareciendo en portadas de revistas como Playboy, con la que mantuvo una relación profesional importante durante su carrera.
Sin embargo, aquella imagen de devorahombres terminó por devorarla a ella misma y, hoy, la actriz —epítome del artificio y de la cirugía plástica— ha hecho de la cara lavada una declaración de independencia y de su belleza con arrugas y sin filtros, una bandera. Anderson ha hablado públicamente sobre su pasado, reconociendo que en momentos sintió la presión de mantener una imagen perfecta, y que hoy acepta los signos de la edad como parte de su autenticidad. Ha declarado que aceptar su apariencia natural le ha permitido sentirse más libre y segura, y que mostrar su rostro sin maquillaje es un acto de empoderamiento y honestidad.
Quizá porque en aquel momento en el que era un símbolo sexual no fue feliz y porque pagó un precio muy alto por haber sido un objeto de deseo. "Mis hijos me salvaron", ha declarado. Tiene dos hijos, Brandon Thomas Lee (nacido el 5 de junio de 1996) y Dylan Jagger Lee (nacido el 29 de diciembre de 1997), fruto de su matrimonio con Tommy Lee. Cabe resaltar que ellos también sufrieron traumáticamente la fama hiperbólica de su madre, por la que se pegaron más de una vez en el colegio.
Hoy, con ellos detrás de la cámara y a cargo de la producción, está dispuesta a revivir a Barb Wire. Anderson y sus hijos han lanzado la productora And Her Sons Productions, y están desarrollando una serie de televisión basada en su papel original en Barb Wire (1996). Eso sí, con Greta Gerwig, seguro que tendrá otro "mood". El proyecto refleja la intención de Anderson de mantener el control creativo sobre su legado y de involucrar a sus hijos en producciones que respeten su trayectoria y experiencias personales. La estética de Pamela, a la vista está, ya no tiene nada que ver.
Al más puro estilo del sombrerero de Lewis Carroll, ha encontrado la gloria entre las flores. Que vale, que así termina el clásico de Elia Kazan Esplendor en la hierba, pero también responde al espíritu del corto Rules of the Garden, su último trabajo, donde se convierte en la campesina de su huerto mientras comparte siete consejos para vivir más tranquila. Este proyecto refleja su interés por una vida tranquila sin artificios, en la que prioriza sus valores como el legado, la familia, y conseguir el bienestar a través de la paz y no a través de un físico. Alejada de la presión mediática y del glamour extremo que la definió en sus primeros años de fama.
