“Te extrañaba yo tanto/ Que al no verte a mi lado/ Ya soñaba con volverte a ver / Y entretanto te estaba inventando / De niña a mujeeeeer…” Probablemente sea ésta una delas canciones más bonitas de un padre a una hija… O no. O quizás, nada que ver. Porque eso es lo que hemos creído siempre. O sea, toda la vida. Que Julio dedicó esta canción a la niña de sus ojos, a Chábeli, con esa ternura del papá a su pequeña, con ese resquemor que tienen todos los padres a que sus pequeñas se hagan mayores, con esa desazón a dejar de ser figura masculina que rija su vida, con esa angustia a que un hombre le haga daño….Hasta ahora, claro. Hasta que Isabel Preysler ha revelado otra historia bien distinta. O, al menos parcialmente. Que “De Niña a mujer”, aquel tema de 1981 con el que Julio Iglesias vendió más de un millón de copias tan solo en Japón, el récord en absoluto de un artista occidental en el país del Sol Naciente —hasta aquel momento— de la Historia y que hoy ,más de 40 años después, suma más de 50 millones de reproducciones, no se la dedicó a Chábeli. No. Fue a ella, a Isabel. Porque Isabel era Chábeli, como así la llamaba su padre y como así la llamaba Julio Iglesias cuando se conocieron. Porque, ella, Isabel, era una niña y con él, se convirtió en mujer. Hasta que… nació su primera hija. Lo revela en HOLA, en la primera entrevista que ha concedido esta mujer de leyenda, una de las mujeres más elegantes de España y sí, también la primera mujer del Español más Universal, y madre de sus hijos mayores. “Julio, cuando empezó a escribir la canción, me dijo que me la dedicaba a mí”, cuenta Isabel, pero, añade, “la terminó después de separarnos; se la dedicó a mi hija y a mí me pareció perfecto que lo hiciera. No podría haber elegido mejor”.
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Quizás, porque tal y como cuenta en sus memorias, aunque, mucho antes ya lo hizo para nuestros lectores en HOLA, Julio no habría tenido dudas a la hora de señalar a la mujer de su vida. E Isabel no habría sido la elegida. Isabel, que es una mujer de afrontar los conflictos de cara, le hizo una entrevista en nuestras páginas al que ya era su ex y le formuló la pregunta: “¿Cual ha sido sido la mujer que más te ha importado en su vida?” Y el de “La vida sigue igual” le contestó rotundamente: “Nuestras hija Chabeli”.
Y eso que, no llegó a verla nacer. Los viajes, el éxito, la carrera… fueron, también aquí, un impedimento para asistir a uno de los momentos más importantes en la vida de un padre. “Aquel día Julio estaba de gira de verano. Le llamamos por teléfono y vino literalmente volando, pero, a pesar de las prisas, no pudo llegar a tiempo. Entró en la habitación como una exhalación unas horas después del parto cuando ya nuestra hija estaba en su cuna. La tomó en brazos, la acunó y se enamoró de ella para siempre. A partir de ese momento, recalca Isabel “ha existido, y sigue existiendo, una unión muy fuerte entre padre e hija”. Aunque, eso sí, Julio volvió a partir y ella volvió a quedarse sola con su niña recién nacida. Casi dos meses. De agosto en que nació Chábeli a los primeros días de octubre cuando terminó Julio la gira.
Si, dos meses porque… Chábeli no nació el 3 de septiembre ni tampoco el parto se había adelantado como publicamos en HOLA… Isabel había logrado ocultarlo. Lo ha hecho hasta ahora. Ella se había casado con Julio embarazada. Nadie podía enterarse de aquel “percance”, un “escándalo” para la sociedad de la época. Es más, Isabel cuenta que su padre nunca, jamás, llegó a saber que eso había ocurrido (“hubiera sido una tragedia que le habría provocado una angustia y una desilusión tremenda”). Y si bien en “Mi verdadera historia” Isabel relata someramente cómo se quedó en cinta y cómo lograron ocultarlo hasta después de la boda en 1971, año en el que en nuestras páginas fuimos testigos en cambio de su “Sí, quiero” multitudinario en Illescas, en las de hoy, en 2025, Isabel revela cómo fue contárselo a la Chábeli adulta. “Lo supo hace años. Y no le dio nunca la más mínima importancia. Sabe perfectamente, porque lo ha sentido desde que nació, que ha sido y sigue siendo desde el primer momento una hija muy querida”.
Sin embargo, para Isabel sí fue un shock quedarse en estado. “Probablemente sea una delas mujeres que más han llorado en su boda (...) Supongo que los allí presentes dieron por hecho que eran lágrimas de felicidad como las de las novias que no pueden contener la emoción. Pero la realidad era diferente: a los 20 años, recién estrenada mi independencia y mi libertad en el Madrid de los 70 al que acababa de llegar y que era para mi un mundonuevo lleno de diversiones y aventuras, el matrimonio y la maternidad no entraban en mis planes. Sin embargo, yo estaba embarazada, Julio y yo íbamos a ser padres y en aquella época no existía otra posibilidad que la de celebrar una boda precipitada que se suponía iba a unir nuestras vidas para siempre”.
“Yo no estaba preparada en aquel momento para el matrimonio”, reconoce Isabel en nuestra entrevista. Sin embargo, Julio, sí. El cantante, cuenta ahora Isabel, estaba convencido del pasado que iban a dar. “Era más maduro que yo y desde las primeras citas, me aseguraba que era la mujer con la que siempre había soñado casarse”. Tanto llegó a decírselo que, teniendo en cuenta el carácter del por entonces último representante de España en Eurovisión, pensaba que formaba parte de “un broma”. El destino quiso que selo demostrara. Y lo hizo. El embarazo lo precipitó todo, pero Julio, “desde la quinta cita más o menos”, ya le confesó que pensaba en ella como “en la mujer con la que le gustaría casarse”. “Si tuviera que hacer un dibujo de su mujer ideal —escribe Isabel—, me dibujaría a mí”. Y sí, aquellas lágrimas de aquella niña convertida en mujer en el altar respondían a “muchas cosas”. “Era una mezcla de amor, de miedo, incertidumbre, ilusión, felicidad, inmadurez y muchas cosas más”.
Porque también ocurrió lo siguiente, cuenta Isabel. Que se casó queriendo mucho a Julio, pero que fue con el paso del tiempo cuando se enamoró “perdidamente de él”. Del flechazo a aquel primer despertar entre nauseas a finales de noviembre de 1970 solo habían transcurridos seis meses y solo habían hecho el amor en “dos única ocasiones”… con lo que no le dio tiempo a asimilar nada: “estaba demasiado confusa y angustiada como para ser capaz de organizar la boda. Ni siquiera me preocupé mucho por el vestido”. (Sí, han leído bien). Pero Julio, en cambio, 1) “no dudó ni un segundo”, 2) “tomó las riendas de todo” y 3) le mostró con cariño y generosidad que ella, para él, “era antes que nadie”, aunque siempre supo, reconoce, que “su carrera era lo prioritario en su vida”. Pero le creyó.
Lo que pasó después, ya es otra historia.a