Lucas González, el alma empresarial y artística del dúo Andy y Lucas, ha protagonizado una de sus entrevistas más sinceras en el programa Me quedo conmigo, de Mediaset Infinity. En una conversación íntima con la psicóloga Alicia González, el cantante gaditano ha repasado los momentos más duros de su vida personal y profesional, revelando aspectos desconocidos que han marcado su trayectoria profesional y personal.
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Los últimos años no han sido nada fáciles para Lucas. Tras someterse a pruebas médicas, los especialistas le detectaron una cardiopatía isquémica con valvulopatía, una afección que impide que una de sus válvulas cardíacas cierre correctamente, provocando que la sangre regrese y exigiendo un control constante. El diagnóstico fue claro: debía reducir su actividad para evitar complicaciones mayores. “Las últimas revisiones no han salido como deberían”, confiesa con preocupación.
A esta dolencia se sumó una operación de nariz que tampoco salió como esperaba. El artista se sometió a una intervención para mejorar su respiración, pero no siguió las indicaciones médicas tras la cirugía. “No tomé los antibióticos ni me apliqué las pomadas. Se me reventó una vena y no cicatrizó bien”, explica. El resultado fue una deformación visible que generó una oleada de críticas sobre su aspecto físico, algo que afectó profundamente a Lucas.
De hecho, poco después de revelar su problema nasal, vivió un episodio que lo marcó profundamente. “Nunca he contado lo que viví con mi hijo”, adelanta. El cantante relata que, tras recogerlo del colegio, pararon en un bar a comer algo. Allí, dos hombres bajo los efectos del alcohol comenzaron a increparlo. “Me vieron y empezaron: ‘Ey, qué pasa cantante, tómate algo con nosotros’. Les dije que no me apetecía y que estaba con mi hijo. Entonces empezaron a hacer comentarios sobre mi nariz, insinuando cosas de adicciones”, recuerda. Lo más impactante fue lo que ocurrió a continuación: “Uno de ellos se sacó una bolsita de droga y la tiró encima de la mesa. ¿Delante de mi hijo? Y me dijo: ‘Vamos a probarla o qué’”, relata aún con incredulidad.
El cantante también recuerda otro momento difícil: cuando cogió peso. “La presión pública, personas cercanas que no estaban acertadas a la hora de decirme cosas sobre mi físico… Fue duro. Estaba cabreado conmigo mismo, y de eso uno no se siente orgulloso”, confiesa.
Problemas económicos
Desde que el dúo lanzó su primer disco en 2003, Lucas asumió la gestión empresarial del grupo. “Le dije a Andy que iba a ser yo el empresario porque era el más solvente. Yo puse el dinero y desde entonces lo llevo todo: pago a los músicos, al propio Andy, gestiono el merchandising, hablo con el representante…”, detalla. Este nivel de responsabilidad ha tenido un alto coste personal. “Son horas al teléfono, horas que no he estado con mi familia, enfados, mosqueos… Tengo la sensación de que llevo la vida de 34 familias”, confiesa.
Además, ha tenido que enfrentarse a problemas económicos derivados de la gestión del grupo. “Yo no he parado de trabajar, y eso incluso me ha costado dinero”, asegura. Su incapacidad para delegar responde a una necesidad de proteger el proyecto: “Si no lo hago yo, nos roban. Ya nos han robado. Han cerrado contratos a un precio y luego han sido otros. Han intentado mover nuestro dinero… Por eso lo llevo yo todo”.
Lucas también denuncia el trato recibido por parte de la industria musical. “Nos merecíamos más respeto, o al menos más cariño del gremio. No quiero parecer un llorón ni una víctima, pero sí soy una persona que me gusta que se haga justicia”, afirma. Con más de dos millones de discos vendidos y numerosos galardones, el cantante considera injusto no haber recibido mayores reconocimientos.
Su familia, su gran refugio
En medio de todas las dificultades que ha atravesado en los últimos años, Lucas ha encontrado su mayor refugio en el calor de su familia. Por primera vez, ha hablado públicamente sobre el vínculo profundo que mantiene con los hijos no biológicos que forman parte de su vida. Son fruto de una relación anterior de su mujer, María José, pero para él no hay distinción: los siente como propios, como parte esencial de su mundo.
Además, el cantante gaditano dio la bienvenida a su primer hijo biológico en agosto de 2018, fruto de una relación anterior. Hoy, convive con una familia que ha construido desde el amor, el respeto y la entrega, y que le ha ayudado a mantener los pies en la tierra en los momentos más duros.
“Son mi vida. Los quiero muchísimo. No quiero parecer el único padre del mundo, pero son los míos. Me hacen muy feliz con su forma de ser y ver cómo son. Estoy eternamente agradecido a la vida por haberme encontrado con una mujer maravillosa y tener unos hijos que me hacen poner los pies en la tierra. Es que me pongo a pensar en ello y se me encoge el alma”, confiesa emocionado el intérprete de Son de amores en el programa de Mediaset.
El artista destaca el vínculo profundo que ha construido con los hijos que forman parte de su vida, basado en el cariño, el respeto y, sobre todo, en la presencia constante. “Estoy muy enamorado de mis hijos”, confiesa Lucas, con gran ternura. “Me encanta estar con ellos, discutir con ellos, reñirlos, reírme con ellos… Me encanta que me llamen ‘papi’. Aunque los hijos de mi mujer me dicen Lucas, porque tienen a su padre, yo sé que me quieren como a uno”, revela con emoción. En estos últimos años ha estado volcado en su educación y como él reconoce: "Eso ha costado mucho trabajo y no te haces una idea de lo que he hecho", ha confesado a la psicóloga.
Durante la entrevista, pudimos ver su faceta más íntima y paternal, un Lucas más humano, más vulnerable, pero también más fuerte. El cantante no esquiva la complejidad de criar a niños que no llevan su sangre, y lo expresa con contundencia: “Eso hay que machacarlo. La palabra ‘padre’ no es solo poner la semillita. Ser padre es educar, enseñarles a diferenciar entre el bien y el mal… Y en eso, creo que me llevo el Premio Ondas. Nadie lo puede negar. Y quien lo diga, que venga y me lo diga a la cara”, espeta con orgullo.
Más allá de los escenarios y los focos, su mayor alegría es compartir tiempo con los pequeños. “Me gusta estar con ellos. Me gusta el ruido que hacen, me gustan sus preguntas estúpidas”, dice entre risas, dejando ver que en lo cotidiano encuentra su mayor tesoro.
Tras anunciar su parón musical, el artista se prepara para despedirse de los escenarios con la gira Nuestros últimos acordes, que concluirá el próximo 10 de octubre en Madrid. “Ojalá la salud me permita volver algún día, cuando el estrés desaparezca”, afirma. Por ahora, su prioridad es cuidar su corazón, disfrutar de su familia y recuperar la paz que tanto necesita.