“Retirarse no es fácil, pero lo he pensado mucho”. No colgó las botas en el club que le vio alcanzar la gloria y que marcó su carrera para siempre. Raúl González anunció su adiós definitivo (como jugador) al otro lado del Atlántico, cuando jugaba en el New York Cosmos, y ya hacía tiempo que se había marchado de España, tras su paso por Alemania y Catar. Sin embargo, el día que hizo pública su decisión –meditada “en el momento idóneo”-, casi diez años atrás, muchos sintieron que, con él, tocaba despedirse de una época dorada del fútbol.
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Porque, por muy lejos que estuviera, Raúl seguiría siendo el eterno capitán del Real Madrid. La leyenda del 7 -su dorsal-, una figura “gigantesca” -como escribiría el propio presidente del club, Florentino Pérez- y ‘galáctica’… Con seis Ligas, tres Copas de Europa, dos Copas Intercontinentales, una Supercopa de Europa y cuatro Supercopas de España a sus espaldas.
Una carrera que, como él mismo cuenta en el pódcast NDL PRO-HEALTH, Con Mucho De… -disponible desde hoy-, “sólo se puede compatibilizar si tienes una gran mujer al lado”. “Y eso es gracias a mi mujer, Mamen”.
En una charla con la periodista Alba Lago, el exfutbolista se sincera mientras pedalea en una bici estática, batiendo el récord de anteriores invitados -más de 12 kilómetros-, por una buena causa. Porque su ‘meta’ en esta ocasión es recaudar fondos para las acciones solidarias de las fundaciones de Rafa Nadal -y su proyecto Más que tenis, que promueve este deporte entre jóvenes con discapacidad- y Cantabria Labs -con la fundación Real Racing Club para seguir impulsando proyectos con impacto social, deportivo e inclusivo en Cantabria-.
Raúl, el exdeportista que regresó a su “casa” -como entrenador del Real Madrid Castilla, que dejaba antes del verano tras seis temporadas-, habla, también, de su vida más allá del campo y, en especial, de su mayor victoria: crear la familia que siempre había soñado.
"Dejó sus ilusiones"
Tenía dos ilusiones -“crear una familia y ser jugador profesional”- que pudo cumplir gracias al apoyo incondicional de su mujer, Mamen Sanz, que, explica, “dejó sus ilusiones”, también el trabajo, para estar con él. “Lo que ha hecho es cuidar de mis hijos y crear esta hermosa familia que tenemos después de 26 años”, estando pendiente de sus cinco hijos. “Cuando nos fuimos a Alemania, tras 17 años en Madrid, el día antes, yo me fui a dormir… y mi mujer pensando en el colegio, los cinco niños…”.
Sus caminos se cruzaron a finales de 1997, y dos años más tarde, se dieron el ‘sí, quiero’ en una ermita de la madrileña urbanización de Villafranca del Castillo.
“Rápidamente, cuando nos conocimos, teníamos la ilusión de disfrutar juntos, crear una familia, de pasárnoslo bien. Según van pasando los años, hay muchas etapas”.
La más difícil, dice, “estaba con el club, la selección, mucho tiempo fuera… Pero se va compaginando. El amor va creciendo en diferentes etapas”. Ahora, se encuentran en una más “tranquila”, más “relajada”, asegura, porque los niños ya son más mayores –“alguno ya vuela solo”, añade-.
"No es fácil ser padre"
“No es fácil ser padre, nadie te enseña… pero tú intentas educar a los hijos, en teoría, de la misma manera o de la misma forma. Cada uno es diferente y necesita cosas diferentes. La capacidad de intuición, de estar pendientes… de saber lo que realmente necesitan… Ahí nos hemos compaginado muy bien. Mi mujer es de las mejores”.
Asegura, también, que “de momento”, sus hijos “no me la han liado. Algún trasto tengo, y en algún momento, alguna cosa… pero no nos podemos quejar. Estamos muy contentos de los pasos que está dando cada uno en la vida”.
Raúl y Mamen son padres de familia numerosa: Jorge, de 25 años; Hugo, de 23; los mellizos Mateo y Héctor, de 20; y María, la pequeña, de quince. Todos “me han salido deportistas”, aunque no todos se han decantado por el fútbol -como es el caso de su niña, que sigue sus pasos, triunfando como delantera en el equipo cadete femenino del Madrid-… “A otro le ha dado más por el golf”, desvela, en referencia a Hugo.
“Estuvimos siete años fuera de España… ya pasó esa época”.
"Las crisis me las he ido gestionando"
En cuanto Alba Lago le pregunta si ha sufrido alguna crisis personal a lo largo de su trayectoria, Raúl sorprende al desvelar que, en su caso, “me las he comido para dentro”. “Es verdad que tienes a tu familia, a amigos, a gente alrededor… pero he tenido la capacidad para, poquito a poco, esos momentos en los que a lo mejor no te sentías tan bien, irlos gestionando y poquito a poco, salir… A lo mejor es una capacidad que he tenido. Seguramente, si hubiera tenido más ayuda, más gente de confianza, me hubiesen ayudado más”.
"Yo no juego al fútbol"
Sobre su futuro, deja la puerta abierta -“vendrá alguna oportunidad, algún reto, algún challenge que me emocione”-. Si bien no se ve, al menos en el futuro más cercano, llegando a seleccionador nacional –“soy entrenador, a veces se pueden dar esas circunstancias… pero a medio largo plazo, por qué no”.
El club de su vida, el Real Madrid, “es mi casa” y recuerda, con emoción, su último partido en el Bernabéu, el pasado mes de junio, cuando las leyendas blancas se pusieron de nuevo la camiseta y volvieron a su templo para este clásico -organizado por la Fundación del club-.
“Brutal la sensación. Encima, había padres que me habían visto jugar, que llevan a sus hijos, hijas… diciéndoles: cuando venía, estaba aquí Raúl… o Kroos…”.
Todo un reto porque, como él mismo comenta, porque “no juego al fútbol, nada”. De hecho, fue a esa cita con la duda de si su cuerpo ‘resistiría’: “otra cosa es jugar al pádel, hacer deporte… pensé: voy a jugar media hora, creo que me dará el cuerpo… al final fueron 80 minutos, pero es que cuando sales ahí, no te quieres ir… Cuando estás ahí disfrutando y te pones esa camiseta es algo maravilloso”.
Porque los tiempos en los que la vida era “todo correr” e ir de un lado hacia otro, quedaron atrás. “Ahora estoy más tranquilo. Creo que he mejorado un poco con el tiempo, con los años, el disfrutar de las pequeñas cosas con los amigos que realmente merecen la pena, disfrutar con mis hijos de jugar al golf, al pádel… de las pequeñas cosas”.
El niño que debutó en la Romareda
También ha tenido ocasión de recordar el que, probablemente, haya sido el momento decisivo de su carrera.
El 29 de octubre de 1994 el delantero debutaba con el Real Madrid con apenas 17 años. En La Romareda, en un partido en el que los blancos se enfrentaron al Real Zaragoza: “En ese momento, no te da tiempo a pensar ni a imaginar. A mí me apasionaba el fútbol, era lo que quería…”. Y “creo que ese niño lo aprovechó… y eso que el primer día fallé tres o cuatro goles cantados”, rememora entre risas.
El gol se haría de ‘rogar’ sólo una semana, en un derbi contra el Atlético de Madrid en el Bernabéu. Entonces demostró a los madridistas que le sobraba instinto goleador -es el tercer máximo goleador en la historia del club, solo por detrás de Karim Benzema y Cristiano Ronaldo- y que aquella joven promesa había llegado para quedarse y convertirse en su ‘Cid campeador’.
“Le diría lo que les suelo decir a los chicos, que a veces las oportunidades no vienen cuando uno quiere, sino cuando suceden y hay que estar preparado… Si en un momento no estás equilibrado en todo, ya sea mentalmente, físicamente… claro, te puede superar esa situación… Tuve la capacidad en ese momento de aprovecharlo y disfrutar mi pasión, algo que sigo haciendo”.
"Con el error hay que convivir"
“Con el error hay que convivir”, admite. “Hay que aceptarlos, admitirlos, saber qué es lo que has hecho mal… y pasar página, a lo siguiente”, con la vista siempre puesta en lo que está por llegar.
“Se van abriendo otras oportunidades… Tengo la capacidad de mirar otros horizontes, abrir otras puertas… no me quedo en el pasado, en el error…”. Y con el corazón siempre en blanco: “He estado en el club donde quería estar y sé que volveré otra vez cuando toque, en otro momento Ahora es tener paciencia, tranquilidad, esperar que llegue algo bueno… y si no, lo que está pasando ahora mismo es muy bueno. No hay que forzar las cosas”.