Septiembre ha comenzado con una doble celebración para Miriam de Ungría, hoy princesa Maryam Al Ghazi de Jordania. Dos fechas especialmente significativas marcan su calendario personal: el 2 de septiembre, día de su 62º cumpleaños, y el 3, aniversario de su enlace con el príncipe Ghazi bin Muhammad. La conmemoración de su cumpleaños transcurrió con la misma discreción que define su vida actual en Amán, donde reside desde su boda en 2022. Alejada del foco mediático, Miriam ha encontrado en Jordania un refugio sereno, compartido con su esposo, con el que ha sabido reconstruir su vida tras la muerte de su primer marido, el príncipe Kardam de Bulgaria.
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Según recoge Vanity Fair, la última aparición pública de Miriam de Ungría en España tuvo lugar a finales de octubre de 2023, durante la celebración del 18º cumpleaños de la princesa Leonor en el Palacio de El Pardo. Allí, la que fuera esposa de Kardam de Bulgaria volvió a coincidir con miembros de la realeza europea y de la alta aristocracia. Tampoco faltó a dos de los grandes acontecimientos familiares celebrados en Jordania ese mismo año: las bodas de la princesa Iman y del príncipe heredero Hussein, hijos del rey Abdalá II y de la reina Rania, sobrinos de su actual esposo, el príncipe Ghazi, demostrando que se encuentra plenamente integrada en la corte hachemita y, de paso, consolidando su papel como princesa consorte en esta nueva etapa de su vida.
La vida de Miriam de Hungría ha estado marcada por el amor, la pérdida y la capacidad de reconstruirse ante la adversidad. Nacida en Madrid y formada como gemóloga, se convirtió en princesa de Tirnovo al casarse con Kardam de Bulgaria, primogénito del rey Simeón II. Juntos tuvieron dos hijos, Boris y Beltrán, y compartieron años de felicidad y plenitud familiar. Sin embargo, en 2008, un trágico accidente de tráfico cambió sus vidas para siempre. Kardam sufrió secuelas neurológicas irreversibles y ella se volcó en su cuidado hasta su fallecimiento, el 8 de abril de 2015. A sus 52 años, viuda y con dos hijos, la diseñadora se vio obligada a comenzar de nuevo: vendió la casa familiar en La Moraleja y se trasladó al céntrico barrio de Los Jerónimos en Madrid. Se centró en sus hijos, en su educación, y en su firma de joyas, M de U. Posteriormente, decidió instalarse en Londres para estar más cerca de sus hijos que estudiaban en la capital británica, los príncipes Boris (28), primero en la línea de sucesión al trono húngaro -su abuelo le nombró ‘guardián de la Corona’- y Beltrán (25).
Durante años mantuvo un perfil bajo en la ciudad londinense, viajando con frecuencia a Madrid para visitar a su madre, Carmen López Oleaga, fallecida a los 92 años. En sus visitas, prefería los encuentros privados con sus amigos de siempre, lejos de los focos porque “nunca le ha gustado llamar la atención”, aseguran quienes la conocen bien.
Sin embargo, en 2022, su vida dio otro giro inesperado. Encontró nuevamente el amor y contrajo matrimonio con el príncipe Ghazi bin Muhammad, primo del rey Abdalá II de Jordania y decimoctavo en la línea de sucesión al trono. Él fue un gran apoyo para Miriam y sus hijos en Londres, ya que formaba parte del círculo de íntimos de la diseñadora y su difunto esposo.
La ceremonia, celebrada en la más estricta intimidad en el palacio de Raghadan de Amán, contó con la presencia de los hijos de ambos: Miriam aportaba dos al matrimonio, por cuatro de su actual esposo. Su enlace marcó el inicio de una nueva etapa en la vida de la española, quien pese a adoptar el nombre de princesa Maryam Al Ghazi, sigue conservando el título de princesa de Tirnovo y de Bulgaria, heredado de su primer matrimonio.
En todo este tiempo, la que fuera nuera de Simeón II de Bulgaria se ha integrado plenamente en la corte hachemita. Su estilo sobrio y elegante, su discreción y su sensibilidad han sido bien recibidos en Jordania, donde participa en actos institucionales junto a su esposo, quién según Vanity Fair, es asesor del Rey para asuntos religiosos y culturales e incluso actúa como regente cuando Abdalá II no está en el país.
Sin duda, la celebración de su 62º cumpleaños y su tercer aniversario de bodas no solo refleja en inexorable paso del tiempo, sino también la consolidación de una vida reconstruida con coraje y sensibilidad. Miriam de Ungría ha sabido levantarse tras la pérdida, reinventarse en lo personal y lo profesional, y abrirse al amor en la madurez, sin renunciar al recuerdo de lo vivido. Su historia es la de una mujer elegante, trabajadora y luchadora que ha transformado la adversidad en una nueva oportunidad de vivir, pero también de amar.