El aire cálido del sur, la brisa del Atlántico y las interminables playas gaditanas se han convertido en el mejor refugio estival de Borja Sémper y Bárbara Goenaga. La pareja ha escogido Cádiz para pasar unos días en familia, rodeados de la luz blanca de agosto y del rumor del mar, para poder descansar. Juntos, sonrientes y cómplices, han compartido un vídeo en el que se les ve caminando junto a la orilla. Pero, no se trata de un verano más, para ellos, estas vacaciones tienen un significado especial: llegan apenas un mes después de que Borja anunciara que padece un cáncer en fase inicial. Con sus hijos como protagonistas —Pablo, de 19 años; Aran, de 14; y los pequeños Telmo y Eliot, de 8 y 6— la familia ha disfrutado de días de juegos, confidencias y paseos, que son también un paréntesis de serenidad en un momento vital intenso. Como ha resumido Bárbara con unas palabras cargadas de sentido: "Saber que cada momento de la vida es un regalo", es ahora su lema.
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"Unos días de Cádiz para recuperar energía. Cádiz siempre es una buena idea", escribía el político en sus redes sociales. Mientras disfrutan de sus días en la provincia andaluza, los hijos de la pareja son el motor que les impulsa. En casa, explicaba Borja, han optado por hablar con naturalidad y sin ocultar lo esencial: "En casa tenemos dos sectores: el mayor, de 14 y 19 años, que como también han vivido en la familia la enfermedad son conscientes de lo que hay; y el infantil, de 6 y 8, al que vamos a intentar preservar en la medida de lo posible. Sin mentirles, pero: ‘Papá está enfermo, papá se va a cortar el pelo, y vamos a ver si funciona’".
Ahora la familia saborea todo lo que Cádiz les regala: desde los largos paseos por la orilla, con la brisa marina acariciando sus pasos, hasta la visita a pequeños viveros donde han elegido plantas que guardarán como recuerdo de este verano tan especial. También han disfrutado de su exquisita gastronomía, que va desde unas almejas al ajillo hasta un sorprendente arroz de tuétano con langostinos. Y, cómo no, de los mágicos atardeceres frente al mar, teñidos de tonos dorados y rosados que invitan al silencio y a la reflexión. Pero, por encima de todo, lo que más valoran es la oportunidad de estar juntos, de compartir cada instante con emoción y gratitud.
Fue el pasado 14 de julio cuando Borja, con serenidad y una sonrisa controlada, comunicaba públicamente su enfermedad. En su mensaje, buscó desde el primer instante transmitir calma: "Confío en que, en no demasiado tiempo, podamos celebrar mi recuperación y curación". Una actitud que ha mantenido desde entonces, explicando que quiso adelantarse para evitar rumores y hacerlo, además, con naturalidad: "Me permitía quitarle un poco de drama y hacerlo como afronto yo esto, que es con toda la naturalidad posible. Sin frivolidad, porque no voy a frivolizar con algo que es serio, pero quitándole hierro".
En esta etapa, Bárbara ha sido su mayor apoyo. Fue ella quien insistió en que acudiera al médico y se hiciera las pruebas necesarias. Gracias a su empeño, el cáncer se detectó en un estadio muy inicial. Borja lo reconoce sin reservas: "Estoy hablando en estos términos gracias a mi mujer, gracias a Bárbara, que insistió para que me hiciera pruebas. En el fondo, estamos hablando de este diagnóstico optimista por ella"
La actriz también recibió de su marido, en el día de su cumpleaños, unas palabras cargadas de amor y gratitud: "Una vez le dije: ‘Yo mataré dragones por ti’. Ahora soy consciente de lo presuntuoso que fui, porque es al revés. Bárbara es luz, guía, madre y amante. Es generosidad, talento y ternura. Habrá más cumpleaños, te mereces mejores cumpleaños, y te los daremos".
Aunque admite que los primeros días tras conocer la noticia fueron duros —"fueron cinco terribles días hasta saber la dimensión que tenía"—, ahora se aferra a la esperanza: "Ha sido una suerte, dentro de la inmensa jodienda que significa, que se haya encontrado en un estadio tan primigenio. La expectativa es de curación". Con el humor como aliado —"yo creo que el humor siempre ayuda" asegura— y el amor de Bárbara como guía, Borja Sémper afronta con optimismo este capítulo de su vida. Cádiz, con sus playas infinitas y su luz cálida, ha sido el escenario donde la pareja ha reafirmado lo esencial: la familia, la complicidad y la certeza de que cada momento cuenta.