Como dicta la tradición, Ibiza volvió ayer a convertirse en el epicentro indiscutible del glamour. En el corazón de la isla, tuvo lugar una de las fiestas privadas más comentadas de la temporada. El anfitrión, el actor y cantante Aron Piper, quiso celebrar por todo lo alto la presentación de su nuevo single Especial, en colaboración con una prestigiosa marca de tequila. Entre los asistentes, un desfile de rostros conocidos que podrían formar parte de la alfombra roja de cualquier festival internacional: Kendall Jenner, Tobey Maguire, Eiza González, Jodie Turner-Smith, Aitana, Nina Kraviz, Olivier Rousteing, Edward Enninful, Fai Khadra, Youness Bendjima, Nora Attal, Miguel Ángel Silvestre, Jon Kortajarena y Ester Expósito. Pero hubo una pareja que acaparó especialmente las miradas: Leonardo DiCaprio y su novia, la modelo italiana Vittoria Ceretti.
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La velada, celebrada en una villa privada de la isla, estaba concebida para un número limitado de invitados, pero la expectación generada por la presencia de tantas celebridades atrajo a numerosas personas sin invitación. En apenas unas horas, el camino que conducía a la propiedad —a unos 400 metros del acceso principal— se llenó de coches mal aparcados y curiosos que intentaban acceder sin pase. La situación obligó a la Guardia Civil a intervenir para controlar el aforo y garantizar la seguridad.
Fue en este contexto cuando Leonardo DiCaprio vivió un momento tan inesperado como comentado. Según relató el paparazzi Sergio Garrido en el programa TardeAR, “DiCaprio va a todo tipo de eventos, a lo mejor se equivocó. Al salir se encontró con un control”. Las imágenes emitidas mostraban al actor vestido completamente de negro, con gorra y la cabeza ligeramente agachada, mientras era identificado por los agentes.
La versión de Garrido apuntaba a que el evento podría considerarse “ilegal” y que la Guardia Civil acudió con el objetivo de “desmantelarlo”. Sin embargo, el Diario de Ibiza, citando a la revista GQ, ofrecía otra explicación: el control policial se debió al exceso de asistentes y al caos de estacionamientos en los alrededores. “Las autoridades preguntaban a los presentes si iban a la fiesta, para así controlar el aforo y echar a aquellas personas que no tuvieran invitación”, recogía el medio.
En cualquier caso, DiCaprio no opuso resistencia. El intérprete colaboró en todo momento, entregó su documentación y continuó a pie hasta la villa. Según testigos, volvió más tarde al área de aparcamiento tras finalizar el evento musical. El momento tuvo un matiz curioso: según confesaba un testigo a Page Six, “cada persona fue cacheada e identificada, y al principio los agentes no reconocieron a DiCaprio. Hicieron una doble mirada y entonces le dejaron pasar”. Además, añadió entre risas: “Es gracioso, porque él estaba allí como cualquier invitado más, mirando el móvil mientras esperaba”.
La noche también dejó otras anécdotas. El rapero y exnovio de Kylie Jenner, Travis Scott, por ejemplo, no logró entrar a la fiesta, mientras que DiCaprio y Maguire —amigos desde hace años— disfrutaron juntos de la música y del ambiente distendido que caracteriza a las grandes noches ibicencas.
Ahora, el actor continúa disfrutando de sus días en el Mediterráneo junto a Vittoria Ceretti. Aunque su relación comenzó en 2023, la modelo ha confesado a Vogue France que no siempre le resulta cómodo el interés mediático que genera: “En cuanto estás en una relación con alguien que tiene más seguidores que tú, pasas a ser ‘la novia de’. Y eso puede ser extremadamente molesto”.
La travesía de Bezos y DiCaprio en aguas baleares
Cada verano, las aguas baleares se convierten en punto de encuentro de las grandes fortunas internacionales, y este año no ha sido la excepción. La imponente fortaleza flotante de Jeff Bezos y Lauren Sánchez, valorada en 500 millones de euros, ha surcado la costa norte de Ibiza acompañada de otro invitado de excepción: Leonardo DiCaprio, junto a Vittoria Ceretti. Amigos cercanos del fundador de Amazon y su esposa —con quienes compartieron también su boda en Venecia—, la pareja llegó en helicóptero hasta el yate de apoyo Abeona, desde donde una lancha les trasladó al majestuoso Koru.
En cubierta, las imágenes mostraban un ambiente de afectuosa camaradería. Leonardo, con gorra y bermudas, se fundía en un abrazo con Bezos a su llegada, mientras Vittoria, con un elegante top azul palabra de honor y pantalón negro, era recibida con una cálida bienvenida. No era la primera vez que disfrutaban juntos de la vida en alta mar; el año pasado, compartieron travesía en Cerdeña a bordo de la misma embarcación.
El Koru no solo impresiona por sus 127 metros de eslora, tres mástiles de más de 70 metros y una tripulación de 40 personas, sino también por su valor sentimental: fue allí donde Bezos pidió matrimonio a Lauren Sánchez. Con suites de lujo, piscina y todas las comodidades imaginables, este velero es el epicentro de las escapadas más exclusivas del Mediterráneo, acompañado siempre por el Abeona, un moderno yate de 75 metros que actúa como soporte y refugio para los viajes más especiales.
La agenda de estos días no se limita al mar. En tierra, las dos parejas, acompañadas de otros amigos, fueron vistas en el restaurante Amalur, en Santa Gertrudis, un icónico espacio de alta cocina con influencia italiana y producto local. Entre veladas en cubierta y cenas bajo las estrellas, Ibiza confirma una vez más que, además de sol y playas, es también el escenario donde se escribe el capítulo más exclusivo del verano.