La boda fue de película. Un enlace emotivo, lleno de detalles con alma y celebrado frente al mar en Zahara de los Atunes, un rincón muy especial para Claudia Ula Revuelta y Vicente Benítez. Rodeados de su gente y con el recuerdo muy presente del padre de la novia, Miguel Ángel Jiménez, la pareja se dio el “sí, quiero” el pasado 21 de junio en una ceremonia íntima y luminosa. Pero tras aquel gran día, llegaba otro momento inolvidable: la luna de miel. Y no podía haber destino más evocador para esta aventura a dos que Indonesia. Claudia y Vicente han vivido un viaje absolutamente personalizado, lleno de experiencias, naturaleza y emociones, tal y como la propia Claudia ha ido compartiendo con entusiasmo en sus redes sociales.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
“Nosotros le dijimos el presupuesto que teníamos a la agencia y nuestras prioridades, y nos hicieron una propuesta sobre la que fuimos modificando cositas hasta tener la final”, explicaba con naturalidad. Y es que, como cuenta la recién casada, Indonesia fue también una elección práctica: “Uno de los motivos por los que escogimos Indonesia fue precisamente el presupuesto. Podíamos viajar muchos más días que a otros destinos con el mismo presupuesto”. La luna de miel duró 19 días, en los que la pareja recorrió lugares tan variados como Singapur, Bali, las Islas de Flores o la isla de Sumba. “Este itinerario lo hicimos súper personalizado con lo que nos cuadraba a nosotros, pero lo que me encanta de Indonesia es que tiene millones de posibilidades”, comentaba Claudia, entusiasmada.
El plan incluía una noche en Singapur, tres en Ubud (Bali), cuatro en Uluwatu (Bali), tres a bordo de un barco en las islas de Flores y cuatro más en Sumba. Cada parada tenía su razón de ser. Claudia lo contaba así: “En nuestra luna de miel queríamos cultura, ocio, playas, naturaleza, actividades y acabar unos días de relax absoluto”. Y eso es exactamente lo que encontraron en este país lleno de contrastes. “Empiezo con los puntos positivos de Indonesia: todo. Y no quiero idealizar mi luna de miel porque de verdad quiero seros de ayuda. Pero es que cada isla y cada destino ha superado nuestras expectativas”, afirmaba, dejando claro que el viaje fue más que satisfactorio.
Uno de los momentos más especiales fue, sin duda, su paso por las Islas de Flores. Durante cuatro días, navegaron a bordo de un barco privado con tripulación incluida. Una experiencia exclusiva y llena de naturaleza en estado puro. “Hoy nos hemos levantado temprano para marcharnos de Uluwatu hacia Labuan Bajo, a una hora en avión. En Labuan nos recogía un barco en el que pasaremos los próximos tres días recorriendo las Islas de Flores”, contaba Claudia en su primer día de navegación. “La tripulación del barco nos había preparado un súper lunch, y cuando hemos comido nos hemos puesto a hacer un trekking en Kelor Island, con vistas increíbles. Después, snorkel en Manjarite Island. Y hemos acabado el día viendo cómo salen de Kalong Island al atardecer los miles de murciélagos”.
Las imágenes y vídeos que compartió desde estas islas parecían sacadas de una película de animación. Ella misma lo definió así: “Vivo entre Lilo & Stitch, Moana y las Sirenas de Mako”. La emoción seguía latente al hablar de todo lo vivido en este tramo del viaje: “Nos han llevado por sus islas, hemos hecho snorkel y visto las tortugas más grandes que he visto nunca”, escribía. También vivieron atardeceres de postal en lugares como la isla de Padar y tuvieron la oportunidad de conocer a los imponentes dragones de Komodo, una de las especies más fascinantes del archipiélago.
Magia entre arrozales, surf y playas solitarias
En Ubud, en pleno corazón de Bali, Claudia y Vicente se sumergieron en la cultura balinesa, recorriendo templos, arrozales y mercados callejeros. “Ubud es cultura balinesa al cien por cien, templos, arrozales, puestecitos callejeros, naturaleza increíble”, resumía. Después, en Uluwatu, el ambiente cambió: “Más occidentalizado, sitios gastronómicos súper chulos, playas para surfear, planes nocturnos guays”. Y allí empezaron a asomarse algunas de las dificultades del destino: “Tráfico en todas las islas, especialmente en Bali. Es brutal. Nada regulado, muchísimas motos, ninguna precaución, niños conduciendo...”.
La última parada fue la menos turística y quizás la más especial: la isla de Sumba. “Relax, mejores playas, surf, hoteles increíbles, cultura muy fuerte, nada de turismo, mucho más local”, destacaba. Un lugar para desconectar por completo antes de volver a casa. Claudia ha querido compartir con honestidad tanto lo mágico como lo menos ideal del destino. Desde los “precios locales muy muy económicos” —“hemos comido por 15€ al día”— hasta los inevitables inconvenientes: “Mosquitos en Sumba. Me han comido, literal”, bromeaba. También advertía sobre el agua (“siempre mineral, nada de hielos”), los vuelos internos (“retraso en todos. A veces incluso te lo adelantan y ni te avisan”) y la basura en algunas playas de Bali.
Aun así, la balanza es claramente positiva: “La gente en Indonesia es maravillosa. Se agradece tanto cómo te tratan, cómo te cuidan... Es un país super super seguro. Diría que el más seguro al que he viajado”.
Con ganas de volver
La luna de miel terminó, pero no las ganas de seguir descubriendo rincones de Indonesia. Claudia confesaba: “Vicen se ha quedado con muchas ganas de conocer Lombok, dicen que para surf es una pasada y es como Bali hace unos años, también menos turismo. Yo me he quedado con las ganas de conocer Raja Ampat, un archipiélago súper virgen aún que dicen que es de los mejores sitios del mundo para hacer buceo. Habrá que volver pronto”.
Mientras tanto, sus recuerdos ya forman parte de una historia de amor que comenzó en la adolescencia, maduró con los años y se ha sellado entre flores, arrozales y atardeceres sobre el mar. Una luna de miel que, como su boda, ha sido única y profundamente significativa. “No cambiaríamos nada”, afirmaba ella, emocionada.