La vela es mucho más que una profesión para Diego Botín-Sanz de Sautuola. Era muy pequeño cuando se quedaba embelesado viendo los barcos navegar por la Bahía de Santander y desde que montó en una embarcación tuvo claro que algún día estaría en ese otro lado, en el mar. No se equivocaba. El paso del tiempo (unido a la constancia, el sacrificio y una capacidad innata de trabajo) le ha convertido en uno de los mejores regatistas de nuestro país, como avala la medalla de oro que ganó en los Juegos Olímpicos de París 2024 junto a Florian Trittel. El deporte le ha dado numerosas amistades, importantes valores y un valioso regalo, el amor. Y es que comparte su vida con la también regatista Nicole van der Velden, como ha podido saber ¡HOLA! en primicia.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Fuentes de su entorno nos cuentan que "está supercontento y superilusionado, pero le da miedo la repercusión que pueda tener su relación porque es un chico muy discreto". Diego y Nicole forman parte del equipo español de la SailGP, liga internacional de regatas de vela de alta velocidad que fue creada en 2019 por el magnate Larry Ellison y el regatista Russell Coutts. Botín es el patrón y Van der Velder tiene el rol de strategist y ambos colaboraron de la victoria cosechada en el Gran Premio de San Francisco 2025 a bordo del F50 Victoria. La Fórmula 1 del mar tiene un circuito internacional con pruebas en ciudades como la citada, Sídney, Cádiz, Singapur. Todos los equipos compiten en catamaranes F50 idénticos, diseñados con hidroalas que levantan el barco sobre el agua, reduciendo fricción y aumentando velocidad.
Hasta ahora solo su entorno más cercano conocía este romance del que han dado algunas pinceladas en el marco de la Foiling Week, evento que aúna regatas, conferencias, pruebas de embarcaciones... "Intentamos vivir esto de la manera más profesional. El equipo de SailGP es grande y creo que lo hacemos muy bien separando la vida personal de la profesional. Creo que cuando caminamos por la base, no parece que tengamos una relación en absoluto", han contado. "Además de ser equipo, tenemos mucha suerte porque también vivimos mucho más allá. Pasamos mucho tiempo en grupo y creo que eso también crea un ambiente muy natural cuando trabajamos", han añadido.
La rutina de Diego y Nicole gira en torno a los entrenamientos y la competición. Por tanto, su vida social es muy diferente a la de otras personas de su edad. "Tengo mucha suerte de poder vivir esta vida y es un precio que estoy dispuesta a pagar, en ese aspecto. La gente cercana siempre lo entiende e intenta adaptarse", contaba la regatista en Glamour. Al lado de Botín ha encontrado a su mitad y se complementan a la perfección. "Una de las cosas buenas es que cuando llegas a tu habitación o tienes tu tiempo libre siempre tienes a esa persona cerca con la que compartes tu vida, lo cual creo que es algo muy positivo. Sobre todo viajando tanto, es muy agradable tener siempre a esa persona ahí", han relatado. "Al principio quizás estábamos un poco preocupados por cómo iba a funcionar, pero encontramos la manera de sentir que está potenciando muchos aspectos positivos. Creo que es algo muy positivo para nosotros", sostienen.
La pasión por los barcos forma parte del ADN de Diego Botín. Es nieto del banquero Jaime Botín de Sautuola, expresidente de Bankinter y exvicepresidente del Banco de Santander; sobrino de Marcelino Botín, uno de los diseñadores de barcos más prestigiosos del mundo; e hijo de Gonzalo Botín, armador con el que comparte muchos consejos e impresiones. Creció en Santander y en contacto constante con el mar, una situación parecida a la de Nicole. De padre neerlandés y madre venezolana, nació en Madrid, pero vivió hasta los 18 años en Aruba, isla caribeña perteneciente a los Países Bajos en la que comenzó a navegar con su padre. Su relación con la vela comenzó mediante unas clases de windsurf a las que le apuntaron por obligaciónn y acabaron cambiando su vida.