Anita Williams no se guardó nada. Sabíamos que había tenido un pasado oscuro y difícil, por algunos comentarios que había hecho durante su participación en Supervivientes, donde quedó cuarta finalista. Sin embargo, oír esas confesiones de su propia boca durante su entrevista en De Viernes, dejaron al público sin aliento. Y es que la joven catalana compartió los episodios más complicados de su vida, desde su adolescencia marcada por el bullying, los maltratos hasta su paso por prisión y un centro psiquiátrico. Su testimonio, lejos de buscar compasión, fue un acto de valentía y toda una lección de vida, como ella misma reconoció: “De todo se sale y el pasado, que os sirva de lección, porque no es una sentencia de por vida”.
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Todo comenzó en el colegio, cuando una compañera difundió rumores falsos sobre ella. Poco después, un vídeo íntimo suyo se viralizó, provocándole una vergüenza tan profunda que decidió marcharse de casa con solo 15 años. “Me llamaban de todo. No sabía cómo explicárselo a mis padres”, confesó.
Durante su adolescencia, según cuenta, se rodeó de malas compañías: “Mi adolescencia la definiría dura. Sufrí una etapa de bullying y me junté con lo peor del colegio y luego, con lo peor de Barcelona: gente que robaba en tiendas… A mi madre se lo hice pasar muy mal y la hacía llorar conscientemente”, reconoce la exsuperviviente. En un intento por evitar consecuencias legales tras robar una camiseta, cuando tenía 18 años y estudiaba para ser Mosso d’Escuadra, usó el DNI de una amiga “que me dejó para entrar en una discoteca antes de ser mayor de edad”. Esta la denunció por suplantación de identidad y fue condenada a más de 300 horas de servicios comunitarios, pero al no completarlas, le faltaron hacer 20 horas, fue detenida años después y pasó cuatro meses en prisión.
Ella ya vivía entonces en Madrid y cuando la detuvo la policía se encontraba en un hotel: “Me dan la notificación, me llevan a la comisaria y me preguntaron si quería un abogado, yo no entendía para qué era. Cuando fui a firmar ponía en el papel 'ingreso en prisión' y le dije que se había equivocado", relató Anita. “Me llevaron directa a los juzgados de Plaza Castilla. Yo tenía 22 años y no tenía ni a mi familia en Madrid”, explicó.
Sus días en prisión
En la cárcel, Anita vivió momentos de verdadera angustia, que recuerda con dolor. “Lo peor era estar 12 horas encerrada. Escribía mucho porque era una forma de explicarle a la gente cómo lo estaba llevando, porque cuando sales de un lugar así, muchas cosas se olvidan”, confesó. También sufrió una agresión por parte de otra interna, un episodio que aún le provoca dolor porque fue su experiencia más dura dentro de la cárcel: “Hubo una chica que se medio fijó en mí y, a las dos semanas, vino la novia y se pensó que yo quería algo con ella. Un día me pegó por la espalda, me giré a gritarla y vinieron los funcionarios. Ella dijo que yo le había pegado y me cancelaron los permisos. Me comí las uvas allí dentro y fue lo que más me marcó". Su paso por prisión la dejó un par de enseñanzas: desde entonces "no vuelvo a pasar unas Navidades sin mi familia…” y no volver a hacer sufrir a su madre.
Episodios de maltrato
Pero su historia no termina ahí. Anita fue víctima de maltrato físico y psicológico por parte de dos parejas distintas. Y, aunque no recuerda cuando fue la primera agresión que recibió, sí la más dolorosa: “Me partieron la nariz por decir que iba a casa de un amigo. Me quedé en el suelo, sangrando. A día de hoy no me la he arreglado por miedo a que me vuelva a doler”, contó.
El maltrato psicológico, sin embargo, fue aún más devastador: “Psicológicamente es peor. No te das cuenta, te va moldeando partes de tu cabeza. No tienes autoestima. Yo lo ocultaba. Después de la primera cómo voy a contar la segunda. Dejé de quererme de golpe. Cuando te dan un tortazo el dolor se pasa, pero el psicológico es muy jodido de arreglar. Me costó mucho más salir del psicológico que del físico", aseguraba. Sin embargo, de aquello también ha logrado sacar una lección de vida: “Creo que me ha influido para bien. A día de hoy sé lo que no quiero. Me relaciono de otra manera. Me entrego mucho, pero sí que he aprendido a poner límites, a ponerme por delante. Ninguna mujer se merece que la traten mal, ninguna mujer se merece sufrir, y ningún hombre tampoco. Nadie se merece eso. El amor no duele", finaliza.
Ingreso en un psiquiátrico
Estas relaciones tóxicas la llevaron a caer en las drogas y puso su vida en peligro: “Me drogaba porque no quería seguir viviendo. No me atrevía a tirarme por un puente, así que esperaba decía 'a ver si me da algo y me deja aquí tirada'”, reconocía. Fue entonces cuando su familia decidió ingresarla en un centro psiquiátrico, una decisión difícil de tomar, pero que la sacó del pozo dónde se encontraba. “Quedé un día con mi madre y empecé a decir cosas sin sentido. Me llevó al médico y decidieron ingresarme”, recuerda. Sin embargo, lo peor de estar en aquel centro fue perder a alguien muy especial para ella: “Me dijeron que me tenían que internar porque, en ese momento, estaba ida... quería desaparecer. Por culpa de una relación infernal, al final, cuando te maltratan todos los días, tienes que ir al doctor de la cabeza. Tenía 24 años. Lo más duro de estar ahí dentro es que mi abuela se puso mala de un día para otro, se murió y no pude despedirme".
Estuvo ingresada un mes y medio y aquello le sirvió para desintoxicarse y alejarse por completo de las drogas. “Allí la convivencia era muy difícil. Había gente sin los pies en la tierra y la convivencia es mucho más difícil”, recordó.
Su hijo y su paso por 'Supervivientes'
Si alguien le ha hecho cambiar y replantearse su existencia, ese ha sido su hijo Thiago, el mejor regalo que le ha dado la vida. Gracias a él ha conocido el amor más puro y el verdadero motor de su vida: “Me gustaría ser ejemplo de mi hijo en todo. Soy consciente de que he hecho muchas cosas mal. Quiero que tome su vida como una persona que lucha por sus sueños. Si no luchas tú, quién va a luchar... me va a tener aquí para lo que quiera. Es el mayor regalo de mi vida”, confesaba nerviosa mientras hablaba del ‘hombrecito de su vida’.
Sobre su paso por el reality de Telecinco Anita lo tenía claro: “He salido más fuerte. En Supervivientes volví a quererme. Me reencontré conmigo misma”. ¿Y qué pasará a partir de ahora con Montoya? Sobre su relación con el andaluz, fue bastante sincera: “Nos queremos, pero no sabemos querernos bien. Primero tenemos que centrarnos en nosotros”.
Anita cerró su conmovedor relato con una reflexión que resonó en todo el plató: “El amor no duele. Nadie merece sufrir. Hoy sé lo que no quiero y he aprendido a ponerme por delante”.