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María Antonieta, reina consorte de Francia y Navarra, nacida en Austria, fue guillotinada en los albores de la Revolución francesa. Tenía apenas 14 años cuando cruzó la frontera para sellar una alianza entre dos potencias. Su país natal había invertido 400.000 libras en el ajuar nupcial, que incluía un fastuoso vestido tradicional. Sin embardo, al pisar suelo francés, fue interceptada por enviados de la corte de Luis XI, quienes la despojaron de todas sus pertenencias como gesto simbólico de su nueva identidad. Con el tiempo, su inclinación por el lujo despertó críticas en Versalles, especialmente por su afición a las joyas. Una de estas piezas es la que ha generado titulares.
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La sede neoyorquina de Christie's subastó este martes 17 de junio una pieza extraordinaria que formó parte del legado del joyero de María Antonieta. La joya, cargada de simbolismo y refinamiento, superó con creces todas las expectativas al alcanzar una cifra récord en el competitivo mercado internacional, consolidándose como uno de los hitos más destacados en la historia reciente de la casa de subastas. Se trata de un deslumbrante diamante cuyo valor no solo reside en la piedra, sino también en su profunda carga histórica.
Concretamente, se trataba de un diamante rosa con sutiles reflejos violetas, de 10,38 quilates, tallado en forma de cometa y engarzado en un exuberante anillo adornado con una flor de lis, símbolo por excelencia de la monarquía francesa. Aunque los expertos de Christie's habían estimado su valor entre 2,5 y 4 millones de dólares, la pieza alcanzó los 12 millones, coronándose como la más cara jamás vendida por la firma en toda su trayectoria. Un deslumbrante tesoro del que, según explican desde la sede neoyorquina, antes de huir del palacio, María Antonieta reunió sus alhajas más preciadas y las confió a su peluquero de confianza, con la esperanza de recuperarlas una vez pasada la tormenta revolucionaria. Sin embargo, el destino fue implacable: la reina consorte fue finalmente decapitada en París, y su legado pasó a manos de la única hija sobreviviente del matrimonio real, la duquesa María Teresa de Angulema.
Como la hija de María Antonieta, conocida como Madame Royale, no tuvo descendencia, las joyas pasaron a manos de la Duquesa María Teresa de Chambord. Con el tiempo, el diamante pasó por varias generaciones de la nobleza europea, hasta que fue vendido en 1996. La primera vez que se tuvo constancia oficial de esta pieza fue en una subasta en Ginebra, donde un miembro de la familia Dos Sicilias, la puso en venta. Posteriormente, el actual propietario encargó a Joel Arthur Rosenthal, conocido en el sector como JAR, la creación de un nuevo engaste para ensalzar el diamante presentándolo con una decoración compuesta por 17 diamantes que asemejan una corona.
No es la primera pieza que se subasta del joyero de María Antonieta. En noviembre de 2018 salió a la palestra un colgante de perla y diamantes, que le perteneció, y fue adquirido por 36 millones de dólares (alrededor de los 31,7 millones de euros) en una subasta de la casa Sotheby’s en Ginebra, pulverizando todas las estimaciones. En el 2024 también se subastó en Suiza, en esta misma casa, la flor y nata mundial una pieza única por un precio de salida de un millón doscientos ochenta mil euros… que acabó cerrándose en cuatro millones y medio de euros.