La Plaza de San Pedro en el Vaticano ha sido este 18 de mayo el epicentro de la cristiandad. Miles de fieles han llegado desde todos los rincones del mundo para presenciar la misa de investidura del Papa León XIV, el acto que marca oficialmente el inicio de su Pontificado, y que se ha celebrado justo 10 días después de su elección como líder de la Iglesia Católica. La emoción era palpable en el aire, con banderas de todos los países ondeando y cánticos resonando entre las famosas columnas de Bernini.
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A las seis de la mañana, se abrieron los accesos a la famosa plaza de Roma, entre fuertes medidas de seguridad, para que miles de personas pudieran ir llegando el lugar y ser testigos de un hecho histórico. Cuando León XIV apareció sobre el nuevo papamóvil, a las nueve de la mañana, en la Plaza de San Pedro no cabía ni un alfiler. Este ha sido el primer baño de multitudes que el nuevo Pontífice se ha dado antes de dar comienzo a la ceremonia de su investidura como nuevo jefe de la Iglesia. El ambiente festivo y la cercanía del Papa, que saludaba a los presentes con la mano, he hecho que el momento fuera profundamente emocionante. Se calcula que habría alrededor de 200.000 personas cuando el Papa hizo su recorrido por la plaza hasta llegar a la Basílica.
Situados a ambos lados de la plaza, en los lugares más destacados, se encontraban las 150 delegaciones internacionales, entre jefes de Estado, presidentes de Gobierno y otras instituciones internacionales, así como representantes de diversas confesiones religiosas, que han asistido a esta misa de inicio de papado de León XIV. Mientras que la Curia se encontraba al otro lado.
El rey Felipe VI y la reina Letizia, vestida de blanco, un privilegio solo reservado a las reinas católicas, ocuparon la primera fila de los bancos destinados a las personalidades internacionales. Junto a ellos estuvieron acompañados por destacados miembros de la realeza europea, como los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde; la reina Máxima de los Países Bajos; y los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco o los Grandes Duques de Luxemburgo.
Entre las figuras políticas presentes, detrás de los Reyes de España, se encontraba Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania. También pudimos ver al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance y al secretario de Estado, Marco Rubio; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, o Dina Boluarte, presidenta de Perú, por la vinculación del Santo Padre con el país andino.
La seguridad del evento ha sido extrema, con un despliegue coordinado de la Guardia Suiza y la Gendarmería Vaticana, garantizando que todo transcurriera sin incidentes.
Los ritos de la ceremonia
El ritual de 'entronización', con el que oficialmente León XIV ha arrancado su papado como sucesor de San Pedro, ha seguido una rutina que se viene repitiendo a lo largo de los años, cuando un nuevo Papa comienza lo que se denomina ‘Inicio del ministerio petrino del obispo de Roma’. León XIV ha bajado a las Grutas Vaticanas para rezar junto a los patriarcas de las Iglesias orientales católicas, ante la tumba del apóstol Pedro, en un gesto de comunión con la tradición apostólica. Mientras, los cardenales han esperado alrededor del altar, en el centro de la Basílica. Los diáconos han tomado el Palio, el Anillo del Pescador y el Libro de los Evangelios, y se han dirigido en procesión hacia el altar donde ha tenido lugar la santa misa, en el atrio de la Plaza de San Pedro.
A la procesión, también se ha sumado León XIV tras su paso por la tumba del primer vicario de Roma, y mientras, se escuchaba las notas de las Laudes Regiae, una oración de alabanza que se utiliza en la liturgia papal en la que se invoca por la intercesión de los Papas santos, los mártires y los santos y santas de la Iglesia Romana. La Basílica de San Pedro, decorada para la ocasión, ha lucido más solemne que nunca, con el tapiz de la pesca milagrosa sobre el portón central del templo. Además del tapiz con el sello papal que colgaba del balcón central.
Antes de iniciar la misa, León XIV ha incensado el altar, donde podía contemplarse la imagen de la Virgen del Buen Consejo, procedente del santuario de Genazzano, para después tomar asiento en un sillón detrás del mismo y dar comienzo a esta particular eucaristía, por la solemnidad y significado de la misma.
Después de esto ha dado comienzo la Liturgia de la Palabra, con dos lecturas. La primera, en español, era un pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 8-12) en el que Pedro anuncia que Cristo es “la piedra rechazada por los constructores”. El Salmo responsorial, leído en italiano, ha dado paso a la Segunda Lectura, esta vez en inglés, de la primera Carta de Pedro (1 Pe 5, 1-5. 10-11), que resaltaba el vínculo que existe entre Pedro, la Iglesia de Roma y el ministerio de su Sucesor. Mientras que el Evangelio (Jn 21, 15-19), ha sido proclamado en latín y griego.
Imposición de las insignias petrinas
Tras las lecturas, tres cardenales, procedentes de distintos continentes, se han acercado a León XIV para llevar a cabo el acto más importante de esta misa de entronización. El primero, el cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, el mismo que anunció el nombre del nuevo Papa el pasado 8 de mayo, tras la fumata blanca, le ha impuesto el Palio. El segundo, el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, ha realizado una oración especial, pidiendo la presencia y asistencia del Señor sobre el Papa.
Finalmente, el tercero, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, ha sido el encargado de entregar al nuevo Pontífice el Anillo del Pescador. Esto le correspondía al decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, sin embargo, por expreso deseo del Papa, ha sido monseñor Tagle quien le ha colocado el anillo en su dedo anular de la mano derecha, en cuyo interior aparece el nombre del nuevo Papa y el escudo de su Pontificado, donde aparece el escudo de los agustinos, orden religiosa a la que pertenece el Santo Padre. De esta manera, en un momento tan solemne como este han estado representados los distintos continentes. A partir de ahora, el nuevo Papa ha asumido plenamente su rol como líder espiritual de más de mil millones de católicos en el mundo.
Finalmente, ha llegado el rito de obediencia, en el que 12 personas, en representación de toda la Iglesia católica, han jurado fidelidad al nuevo Papa. El número representa a los 12 apóstoles de Cristo y entre los elegidos figuraba el obispo de El Callao (Perú), Luis Alberto Barrera, en un claro guiño al pasado misionero de León XIV en el país andino.
Después de este ritual, León XIV ha pronunciado su primera homilía como nuevo obispo de Roma, con una cita de San Agustín: “Nos has hecho para ti, (Señor), y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, tomado de las Confesiones, ante la atenta mirada de los millones de fieles que han seguido la ceremonia, tanto in situ como a través de la televisión.
En su mensaje, que ha girado en torno a la paz, un tema que ha sido central en sus primeras declaraciones desde su elección, ya ha marcado cuáles serán los puntos más importantes de su Pontificado. También ha tenido un recuerdo para el recientemente fallecido Papa Francisco, y ha expresado un deseo: "Quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado".
La misa ha seguido su curso y León XIV ha pronunciado la Plegaria Eucarística I o Canon Romano, para posteriormente dar paso al rito de la comunión. En la oración posterior a esta, el Papa ha elevado un ruego solemne a Dios, pidiéndole: "Fortalece a tu Iglesia en la unidad y la caridad, y haz que yo, tu siervo, a quien has confiado el ministerio petrino, experimente siempre, junto con el rebaño confiado a mi cuidado, tu ayuda y protección salvadoras".
A las 12.12, el Santo Padre pronunciaba estas palabras: "Ita, missa est", con la que finalizaba la misa de inicio de pontificado de León XIV. Según la oficina de prensa de la Santa Sede, alrededor de 150.000 personas se encontraban en la Plaza de San Pedro y sus alrededores siguiendo esta eucaristía histórica, con multitudes que se extendían por la Via della Concialiazione, que conduce a la columnata de la plaza.
Saludo a las delegaciones internacionales
Mientras los fieles salían de la Plaza de San Pedro una vez terminada, en el interior de la Basílica de San Pedro tenía lugar el tradicional besamanos, con el que el nuevo Papa recibía a todas las delegaciones internacionales que han viajado a Roma para presenciar esta ceremonia, que marca el inicio de su papado. Siguiendo el protocolo, los primeros en saludar al nuevo Pontífice han sido los monarcas, entre ellos los reyes de España.
Don Felipe y Doña Letizia, con una profunda inclinación en señal de respeto, han conversado unos minutos con León XIV, y le han transmitido a Su Santidad el Papa su felicitación y los mejores deseos en nombre del pueblo español, del Gobierno y de la Familia Real para un venturoso pontificado, y que esperan verle pronto por España.