Roma, la ciudad eterna, ha sido testigo de un viaje muy especial para Fran Rivera y Lourdes Montes. Una escapada marcada por la devoción y también por el amor sereno de un matrimonio que atraviesa uno de sus momentos más dulces. El torero y la diseñadora han puesto rumbo a la capital italiana para acompañar a la hermandad del Cachorro, una de las más emblemáticas de Sevilla, en una peregrinación que quedará grabada en la memoria de todos sus participantes. Y lo han hecho de la mejor manera posible: juntos, como siempre.
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La pareja ha compartido en redes sociales una imagen en uno de los rincones más icónicos de Roma, la Fontana di Trevi. La imagen, de apariencia sencilla pero cargada de simbolismo, venía acompañada de unas palabras que reflejan la profunda conexión de ambos con la ciudad: “Donde siempre quiero volver y con quien siempre voy a querer volver”, escribía el diestro, dejando constancia de lo especial que ha sido este viaje.
En su escapada no han podido evitar hacer hueco para el romance, que, tras el nuevo capítulo que han dado a la familia, ha sido muy importante para la pareja. "¡Vamos con el Cachorro a bordarlo en Roma!", decía el diestro. Porque, aunque el motivo principal del viaje es de carácter devocional, acompañar a la hermandad sevillana en un acontecimiento sin precedentes en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el matrimonio también ha sabido encontrar momentos para ellos. Un respiro íntimo, en medio de una agenda marcada por la emoción colectiva, que llega pocas semanas después de haber dado la bienvenida a su tercer hijo. Un bebé muy deseado, cuya llegada, tal como reconocía Lourdes Montes hace meses, fue una feliz sorpresa para ambos.
Lourdes y Francisco dieron la bienvenida a Nicolás el pasado 9 de abril en el hospital Materno-Infantil Quirón Salud de Sevilla, tras un parto que la propia Lourdes describió como “muy bueno y muy rápido”. Con esta nueva incorporación, la diseñadora sevillana y el torero forman una familia numerosa rebosante de cariño y complicidad. Lourdes, madre también de Carmen, de 9 años, y Curro, de 5, vive esta etapa con una mezcla de emoción, gratitud y serenidad, volcada por completo en el cuidado de sus hijos. “Estoy en un momento precioso, lleno de amor y calma”, ha confesado.
Mientras el Vaticano se prepara para acoger la misa de inicio del pontificado de León XIV, el viaje de Fran Rivera y Lourdes Montes ha sido también un testimonio silencioso de cómo, en un viaje dedicado a la fe, también hay hueco para el amor.
El Cachorro en Roma: un hecho sin precedentes
Pero si algo ha marcado estos días en la capital italiana ha sido la imponente presencia del Cristo de la Expiración, conocido popularmente como “el Cachorro de Triana”, y de la Virgen de la Esperanza de Málaga, que han sido expuestos para veneración en la Capilla de la Presentación de la Virgen de la Basílica de San Pedro. Un acontecimiento histórico que ha movilizado a decenas de cofrades y peregrinos desde distintos puntos del mundo. Desde primera hora del miércoles 14 de mayo, ambos titulares ocupan un lugar excepcional en el corazón del Vaticano. El Cristo, una de las obras cumbre del barroco español, aparece revestido con todos sus atributos, mientras que la Dolorosa malagueña luce su característico manto verde, en sintonía con el lema del Jubileo: “Peregrinos de la esperanza”.
La decisión final de ubicar las imágenes en la Capilla de la Presentación, y no en la de San José, como se había previsto inicialmente, se tomó en el último momento, debido a los preparativos para la misa de entronización del nuevo Papa León XIV. A pesar de los cambios logísticos, la emoción no se vio mermada. Al contrario: desde que se abrieron las puertas, el trasiego de fieles no ha cesado. Muchos de ellos, llegados desde lugares tan lejanos como Chile, Brasil o Francia, se han sentido profundamente conmovidos ante la expresividad del Cachorro y la dulzura de la Virgen.
Entre los asistentes a esta histórica jornada se encontraban numerosas personalidades del ámbito religioso e institucional. El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, acudió acompañado de los obispos auxiliares y del hermano mayor del Cachorro, José Luis Aldea. Tras orar ante el crucificado, el prelado animó a los presentes a vivir estos días “con actitud de oración” y dejó un mensaje inspirador: “A la vuelta, que todos volvamos como testigos del amor de Dios, de Cristo resucitado, de la mano de María Santísima, la Madre que nos guía en el camino y es fuente de nuestra esperanza.”