Un ruido seco, violento, casi irreal. Eso fue lo último que muchos oyeron antes de que un helicóptero turístico se precipitara en picado sobre las aguas del río Hudson. Eran explosiones, dijeron los testigos. Estallidos que rompieron el cielo de Nueva York y sellaron el destino de seis personas: una familia española y el piloto de la aeronave. Lo que debía ser una experiencia inolvidable sobrevolando Manhattan, acabó convertido en una tragedia.
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El informe preliminar de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), publicado esta semana, confirma los peores presagios: el helicóptero modelo Bell 206L-4, operado por la empresa New York Helicopter Tours, se rompió en tres pedazos en el aire antes de caer. Los testigos hablaron de “fuertes explosiones ensordecedoras” momentos antes de que el aparato entrara en una espiral mortal. En vídeos captados por civiles, se distingue una pala del rotor cayendo al agua. Para los expertos, no hay duda: se produjo una catastrófica ruptura estructural. Las palas del rotor principal podrían haber impactado contra el brazo de cola, desintegrando el aparato y volviendo inútil cualquier intento del piloto por salvar la nave.
A bordo viajaban Agustín Escobar, alto directivo de Siemens Mobility, su esposa Mercè Camprubí Montal —también ejecutiva de la multinacional— y sus tres hijos pequeños, de cuatro, ocho y diez años. Todos habían viajado a Nueva York para celebrar un cumpleaños. Nunca imaginaron que ese vuelo sería el último. El piloto, Seankese Johnson, un veterano de la Marina con más de 790 horas de vuelo, también falleció.
El vuelo, el octavo del día para Johnson, despegó a las 14:58 del helipuerto de Wall Street. Tras un recorrido panorámico hacia la Estatua de la Libertad y el puente George Washington, el helicóptero giró sobre Nueva Jersey y comenzó su descenso. A las 15:15, alcanzó los 205 metros de altitud. Segundos después, se desplomó.
Los restos fueron hallados en un radio amplio: desde el fondo del Hudson hasta un tejado en Hoboken. No había caja negra. Las únicas esperanzas de esclarecer lo ocurrido estaban puestas en unas gafas de sol tecnológicas que llevaba el piloto, capaces de grabar vídeo y audio. Pero nunca aparecieron.
La tragedia ha dejado una herida abierta a ambos lados del Atlántico. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, acompañó a la familia en un homenaje frente al río: “Su dolor es nuestro dolor”. También lo es para la ciudad de Puertollano, tierra natal de Agustín, que lo había nombrado hijo predilecto en 2023.
Las autoridades investigan si un fallo mecánico, posiblemente en el rotor, pudo ser el origen de todo. Michael Roth, propietario de la compañía, admitió que el piloto pidió aterrizar por falta de combustible poco antes del accidente. A pesar de ello, el informe no ha confirmado aún una causa oficial. Se espera que el informe final tarde al menos un año.
Lo que sí está claro es que esta tragedia ha encendido de nuevo las alarmas sobre la seguridad de los vuelos turísticos en Manhattan. Días después del accidente, la FAA retiró la licencia a New York Helicopter Tours, clausurando de forma inmediata su actividad. La empresa ya arrastraba un historial de incidentes previos.
Mientras tanto, familiares y allegados recuerdan a la familia Escobar-Camprubí como un ejemplo de unidad, alegría y éxito. “Se fueron con una sonrisa, y así queremos recordarlos”, dijo Joan Camprubí, hermano de Mercè, entre lágrimas.