A pocas horas de que comenzara el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco, un gesto inesperado durante la misa ‘Pro eligendo pontifice’ provocó un aluvión de comentarios, especulaciones y reacciones dentro y fuera del Vaticano.
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Todo ocurrió durante el momento de la paz en la misa celebrada el miércoles por la mañana en la basílica de San Pedro. Allí, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, se dirigió sonriente a Pietro Parolin, uno de los favoritos para convertirse en el próximo pontífice, y le deseó en voz baja: “Suerte por partida doble” ("auguri... doppi").
Aunque lo dijo separado del micrófono, las cámaras y los micrófonos de la ceremonia captaron claramente la escena. Bastaron segundos para que el vídeo se viralizara en redes sociales y medios italianos, generando un intenso debate: ¿fue una muestra de afecto? ¿Un guiño a su doble papel como organizador del cónclave y como papable? ¿O un desliz inoportuno del decano?
¿Quién es Pietro Parolin?
Pietro Parolin, nacido en 1955 en Schiavon (Italia), ha sido el Secretario de Estado del Vaticano desde 2013, mano derecha del Papa Francisco y uno de los hombres más influyentes de la curia romana. Diplomático de carrera, ha ejercido misiones en países clave como Nigeria, México, China y Vietnam. Aunque su imagen pública es la de un hombre moderado y conciliador, también ha estado envuelto en polémicas por su gestión de casos de abusos y por un escándalo inmobiliario en Londres.
Hoy, con un 27% de probabilidades, según los sondeos vaticanistas, encabeza las apuestas para suceder a Francisco, por delante del filipino Luis Antonio Tagle (23%).
¿Y Giovanni Battista Re?
Re, de 91 años, es el decano del Colegio Cardenalicio desde 2020, pero no vota en el cónclave por haber superado el límite de edad (80 años). Aun así, ha presidido las reuniones previas y la misa de este miércoles. En su homilía pidió a los cardenales “dejar de lado intereses personales” y elegir “al Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan”.
Pero fue su breve comentario a Parolin lo que acaparó la atención: una frase aparentemente inofensiva que muchos interpretaron como un gesto revelador en un momento en que cada palabra puede tener consecuencias.
La otra polémica: ¿Por qué no está el cardenal Njue?
La tensión en torno al cónclave no se limita a gestos discretos. La ausencia del cardenal keniano John Njue, de 79 años, ha provocado confusión e incluso contradicciones entre la versión oficial del Vaticano y sus propias declaraciones.
Njue afirmó públicamente que no fue invitado al cónclave y negó que su ausencia se debiera a problemas de salud. “No sé por qué me han excluido”, dijo al diario keniano Daily Nation. Sin embargo, la Archidiócesis de Nairobi lo desmintió pocas horas después, asegurando que fue oficialmente invitado y que no viajó por motivos médicos, versión respaldada por el Vaticano.
La controversia se agravó por un detalle curioso: hasta hace poco, Njue figuraba como nacido en 1944, lo que lo dejaba fuera del cónclave. Pero el Vaticano corrigió su año de nacimiento a 1946, habilitándolo para votar… aunque finalmente no apareció en Roma.
Este episodio, junto a otras ausencias como la del español Antonio Cañizares, reduce a 133 el número de cardenales electores y deja a 70 países representados en la votación. Kenia, por tanto, no tendrá voz en esta histórica elección.
Primeras fumatas
Las primeras votaciones del cónclave, celebradas entre estrictas medidas de aislamiento y secreto, ya han comenzado a perfilar el pulso interno entre las distintas corrientes del colegio cardenalicio. La primera jornada concluyó sin fumata blanca y, en la mañana del segundo día, la chimenea de la Capilla Sixtina volvió a expulsar humo negro a las 11:58, indicando que los cardenales aún no han alcanzado consenso. Esta tarde se esperan otras dos votaciones que podrían ser decisivas. Entre los favoritos, además de Parolin, figuran nombres como Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, con un perfil más reformista y social; Luis Antonio Tagle, considerado el “Francisco asiático”; y el estadounidense Robert Prevost, que ha ganado fuerza en los últimos días. Mientras tanto, la Iglesia vigila con atención el equilibrio entre continuidad y renovación, entre tradición y adaptación a los desafíos contemporáneos.
Todo esto se produce bajo un procedimiento milenario que conserva su solemnidad y misterio: los 133 cardenales electores están aislados, sin móviles, sin acceso al exterior y bajo juramento de secreto absoluto. Cualquier filtración implica la excomunión inmediata. El término 'cónclave', que significa 'con llave', recuerda ese encierro forzado que en 1270 llevó a la elección de Gregorio X, quien institucionalizó este sistema. Hoy, ese encierro simbólico vuelve a repetirse mientras el mundo entero espera el nombre del próximo Papa.