Entrevistamos a Paula Echevarría y Miguel Torres juntos: su vida como pareja, el deporte y el pequeño Miki

©Pepe Botella

—Esta noche os reunís con grandes figuras del deporte. ¿Os hace especial ilusión ver o coincidir con alguna en concreto?

—MIGUEL: Creo que el fútbol femenino está muy presente con Aitana Bonmatí y con la Selección española también. No tengo relación con ellas, pero, por supuesto, me llena de orgullo y satisfacción estar con ellas esta noche. Además, hay compañeros con los que he compartido mucho tiempo y, aunque no estén premiados, también es un buen día para juntarnos.

—De momento, ya os hemos visto hablando con Garbiñe Muguruza

—PAULA: Ya la conocía de antes. Es divina. Es la tía más simpática, más habladora y más estupenda que te puedas echar a la cara.

—Entendemos que Miguel siempre quiso ser futbolista, pero, Paula, ¿soñabas de pequeña con ser deportista o tenías claro que lo tuyo era ser actriz?

—P: ¡Nunca! (ríe). Hago deporte todos los días, ojo, pero no a nivel de competición. Tenía clarísimo que no, que lo mío no era la competición.

—Hasta que no se conoce la vida de un deportista de élite en primera persona, no se es consciente de los grandes sacrificios que llega a hacer. ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de Miguel?

—P: Todo el sacrificio que conlleva. Todo. Cuando conocí a Miguel, todavía estaba en activo y, por ejemplo, recuerdo que la alimentación la cuidaba al quinientos por cien.

—Pero tú también la has cuidado siempre.

—P: ¡No, no! (ríe) Que te cuente Miguel (continúa riendo).

©Javier Alonso

—¿Te ha asesorado él en ese aspecto?

—P: Claro. He aprendido a comer con Miguel. Pero porque él comía muy sano y yo muy insano. Toda mi vida he comido fatal, pero, con Miguel, aprendí esa disciplina del control, del cuidado, de levantarse a las siete de la mañana todos los días para entrenar… Creo que la vida de un deportista es muy sacrificada.

—Miguel, los deportistas pasáis por momentos de gran incertidumbre cuando os enfrentáis al fin de vuestra carrera. Incluso hay algunos que se han visto totalmente perdidos, sufriendo crisis emocionales. ¿Cuál crees que es la clave para gestionar bien la retirada?

—M: Es complicado cuando un deportista de élite se enfoca tanto en seguir siéndolo. Pero, desde hace poco, existen equipos de trabajo que orientan y ayudan a que los deportistas gestionen ese desarrollo profesional posterior. Al final, la carrera de un deportista es muy corta. Yo tomé la decisión [de retirarme] con 33 años y, ahora, tengo mucho más tiempo de vida de la que yo he dedicado a mi deporte.

—¿Sentiste ese miedo o esa incertidumbre cuando decidiste poner fin a tu carrera?

—M: Sí, hombre. Es normal, porque tienes que salir a la calle y ponerte a competir por muchas cosas con personas que están mejor preparadas que tú. Pero siempre he sido una persona muy activa y muy a favor de la formación. Siempre he tenido la intención de estar a la orden del día y mejorar.

—En ese aspecto, haber contado con un buen núcleo familiar habrá sido fundamental para afrontar un cambio tan fuerte. Por eso, entendemos que habrá sido clave conocer a Paula durante esa etapa de transición.

—M: Sí. Si hubiera conocido a Paula con 15 años, a lo mejor hubiera llegado a estar premiado en los Laureus (ríe).

—P: (Echa una carcajada).

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—Y ahora que Miguel no tiene esos entrenamientos tan estrictos, ¿vais al gimnasio juntos?

—M: No, porque yo no tengo capacidad para lo que hace Paula (ríe).

—¿Cómo definís el momento actual que estáis viviendo como pareja?

—M: Muy bueno.

—P: De paz, tranquilidad.

—M: De mucha tranquilidad, de familia y con muchas ganas de compartir el máximo tiempo posible juntos.

—Paula siempre se refiere a ti como marido. ¿Os planteáis casaros de verdad?

—P: La verdad es que tener un hijo ya es la mayor unión.

—Hablando del pequeño Miguel, acaba de cumplir tres años. ¿Veis a vuestro hijo con madera de deportista o más con madera de actor?

—P: De las dos. Se le va a dar bien todo. Va a ser un fenómeno en todo.

—M: Me gustaría que mi hijo se enganchara al deporte en general. Creo que es el mejor vehículo para crecer, para tener unos valores y para desviarle de muchas atenciones que ahora tienen los niños. Es verdad que cuesta mucho llegar al nivel de las personas que están aquí esta noche, porque sólo llega gente muy, muy preparada. Pero es interesante intentarlo.

—P: A mí lo que sea que le haga feliz. Siempre lo dije con Daniella y, ahora, lo digo con Miki. Que hagan lo que hagan, pero es verdad que el deporte es muy beneficioso para todo. Como dice Miguel, te aparta de ciertas cosas.

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—¿Y Daniella practica algún deporte?

—P: Nada. Y mira que yo entreno. Le digo: “Dani, si tú me ves a mí todos los días y ves la fuerza de voluntad que tengo…”. Pero nada. Es súper, súper perezosa (ríe). Pero ya le interesará, que ya sabéis cómo va esto. Ahora tiene 15, pero seguro que enseguida se pone a hacer sus pesas, irá al gimnasio o a clases de ballet… Lo que sea.

—Hablemos de trabajo, Paula. ¿Tienes algún proyecto a la vista?

—P: Tengo cosas, pero no puedo decir nada. Sólo que hay algo de televisión y alguna serie.

—Vamos a hacer un llamamiento a productores: ¿qué no has hecho hasta el momento que te gustaría hacer?

—P: Un millón de cosas… Mil personajes… Me queda tanto por hacer… ¡Madre mía!

—Miguel, ya has hecho algo de televisión. ¿Te gustaría probar como actor?

—No, no. De hecho, a Paula le pregunto muchas veces cómo se preparan los papeles. Yo disfruto mucho viéndolos, pero no tengo esa capacidad. Uno tiene que saber sus límites. Aunque creo que todos nos podemos preparar, me acarrearía muchos problemas.