© GettyImages Dietrich Mateschitz Dies At 78

Dietrich Mateschitz: la apasionante historia del fundador de Red Bull

El magnate, que falleció a los 78 años tras una larga enfermedad, creó la bebida debido a su ‘jet lag’ y tenía un patrimonio de más 20.000 millones de euros

¿Qué es lo primero que te viene a la mente cuando piensas en Red Bull? ¿Una bebida de color dorado con un extra de energía? ¿Acrobacias deportivas extremas que desafían a la muerte? ¿Carreras de Fórmula Uno? ¿O tal vez el famoso eslogan de la compañía ¡Red Bull te da alas!? El pasado 22 de octubre Dietrich Mateschitz, su fundador fallecía a los 78 años tras una larga enfermedad dejando atrás un imperio de más de 20.000 millones de euros. Pero… ¿cómo surgió la creación de esta exitosa bebida? Su historia es de lo más curiosa.

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El creador de Red Bull nunca fue buen estudiante y tardó en sacarse la carrera de empresariales y económicas diez años.

Dietrich Mateschitz, natural del estado austriaco de Estiria, nació en el seno de una familia croata el 20 de mayo de 1944. Sus padres eran maestros de escuela primaria y se separaron cuando Dietrich era muy joven. Poco espabilado para los estudios o quizás demasiado vividor, a Mateschitz le costó más de una década graduarse en la Universidad de Viena en Economía y Administración de Empresas.

Instructor de esquí durante su tiempo libre, el primer trabajo que consiguió Dietrich tras su licenciatura fue en la multinacional británica Unilever, donde fue responsable de la comercialización de varias marcas de detergentes. De allí pasó a la empresa de cosméticos alemana Blendax, donde trabajó en la comercialización de una pasta de dientes de la marca. Y fue precisamente mientras desempeñaba sus funciones en esta compañía donde el austriaco Dietrich tendría una experiencia que le cambiaría la vida.

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En el momento de su muerte, Dietrich era la persona más rica de Austria.

Corría el año 1982 cuando Dietrich viajó a Tailandia por negocios y fue tanto el desfase horario que sufrió cogiendo vuelos que le costaba mucho permanecer despierto durante las reuniones importantes ni podía conciliar el sueño cuando se acostaba, pues el jet lag que sentía era insoportable. En algún momento de esos viajes, el futuro magnate se quejó de su cansancio a un cantinero en un bar y este en lugar de servirle un café, le ofreció una bebida llamada Krating Daeng.

Este refresco, que se había empezado a comercializarse en Tailandia en 1976 y que era consumido principalmente por personas que tenían que permanecer despiertos en largos turnos de trabajo, estaba hecha de agua, caña de azúcar, cafeína, taurina, inositol y vitamina B y sentó tan bien al austriaco que rápidamente su cerebro de marketing comenzó a funcionar a toda máquina. ¿Quién era el dueño de esa receta? ¿Estaría dispuesto a ampliar su negocio?

Dietrich descubrió que el creador y propietario de la bebida era un multimillonario tailandés llamado Chaleo Yoovidhya, quien había sido criador de patos y había acabado convertido en farmacéutico. Mateschitz y Yoovidhya decidieron asociarse e invirtieron cada uno 500.000 euros en la nueva compañía. Dividieron la empresa el 48% Dietrich y 52% para Chaleo y lanzaron su primer Red Bull en 1987 y el resto es historia. En 2003, tanto Mateschitz como Yoovidhya habían ganado más de mil millones de euros gracias a esta bebida.

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Al desaparecido magnate le sobrevive su único hijo, Mark Gerhardter, de 29 años, quien participa activamente y forma parte del equipo directivo de Red Bull.

Isla privada y su propio submarino

A medida que la riqueza de Mateschitz crecía también lo hacía su pasión por los negocios y empezó a invertir parte de su fortuna en el patrocinio de deportes extremos, Fórmula 1 y hasta decidió comprar varios equipos de fútbol, como el RB Leipzig de la Bundesliga, el Red Bull Salzburg de Austria, la franquicia de la MLS New York Red Bulls y el equipo brasileño Red Bull Bragantino. Sin embargo, y a pesar de todas estas grandes inversiones, el mayor gasto personal de Mateschitz se produjo en 2012 cuando el empresario donó más de 90 millones de euros para financiar la investigación de lesiones de médula espinal.

El cofundador de Red Bull estableció su residencia habitual en Salzburgo aunque también era dueño de la isla Laucala frente a Fiji, que compró por 7 millones de euros a la familia Forbes. En 2013 compró un submarino DeepFlight Super Falcon de 1,6 millones para que lo disfrutaran sus invitados de la isla.

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Mateschitz poseía la isla privada de Laucala situada frente a Fiji.

Aunque nunca se casó, al desaparecido magnate le sobrevive su único hijo, Mark Gerhardter, de 29 años, quien participa activamente y forma parte del equipo directivo de Red Bull, por lo que todo parece indicar que se convertirá en el gran heredero del imperio de su padre, que como hemos señalado anteriormente poseía el 49% de la compañía ya que el resto pertenecía a su socio, Chaleo Yoovidhya, quien murió en marzo de 2012, dejando su participación en Red Bull en manos de su familia.

Ese mismo año, uno de los nietos de Chaleo, Vorayuth Yoovidhya, fue arrestado en Bangkok después de atropellar presuntamente a un oficial de policía con su Ferrari. En lugar de detenerse para ayudar, Vorayuth siguió conduciendo hasta llegar al complejo de lujo de su familia. En el proceso arrastró el cuerpo del oficial más de 200 metros. Desapareció y actualmente vive prófugo de la justicia.


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