Alfonso de Orleans y Borbón, infante de España y aviador pionero

Por hola.com

No resulta sencillo definir al infante Alfonso de Orleans y Borbón (1886-1975) en pocas palabras. Sin duda fue, en cualquiera de los casos, un espíritu libre, tal y como quedó demostrado tanto en su vida profesional como en la personal. Así, lejos de conformarse con la vida cortesana que le hubiera correspondido por nacimiento, el Infante decidió guiarse por su vocación, la aviación, llegando a ser uno de los primeros pilotos españoles de la historia. En el ámbito sentimental, el Infante, primo hermano del rey Alfonso XIII (1886-1941), contrajo matrimonio con la mujer que amaba, sin dejarse influenciar por su familia y haciendo caso omiso de las consecuencias que su acto, de hecho, conllevaría. Personaje escasamente reconocido y valorado en la actualidad, pese a haber sido un admirable defensor de la monarquía constitucional y democrática en tiempos de la dictadura, lo que le conduciría al ostracismo del régimen franquista. La biografía del infante Alfonso, ocupa hoy estas líneas.

Nace el Infante el 12 de noviembre de 1886 en el madrileño palacete sito en el número 24 del Paseo de la Castellana, siendo hijo de la infanta Eulalia de Borbón (1864-1958), hija a su vez de la reina Isabel II de España (1830-1904) y de Antonio de Orleáns y Borbón (1866-1930), Duque de Galliera, y descendiente del último Soberano galo, Luis Felipe I (1773-1850). El Infante solo tendría un hermano, don Luis Fernando (1888-1945), hombre de rocambolesca vida cuyo retrato ocupará este espacio la semana próxima. Ambos Infantes compartirán los primeros años de una infancia del todo feliz entre su casa de la capital de España y las continuas escapadas a Sanlúcar y Sevilla, donde residían sus abuelos paternos. En 1891 la familia del Infante se muda a París, donde se instalan en un palacete en la Rue de Varenne. En estos años el Infante y su hermano visitan con frecuencia a su tía María de la Paz de Borbón (1862-1946), Princesa de Baviera, en su residencia de Múnich, en donde pasan largas y entrañables temporadas. En 1899 los hermanos Orleáns Borbón serán matriculados en un internado inglés exclusivo para caballeros, el Beaumont College de Berkshire, de modo que los Infantes se trasladan a las islas británicas.

De regreso en España el infante Alfonso entra como cadete en la Academia de Infantería de Toledo. Es en este periodo de formación militar, concretamente durante el banquete de bodas de su primo el rey Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969), cuando el Infante conocerá a su futura esposa, la princesa inglesa Beatriz de Sajonia - Coburgo - Gotha (1884-1966), nieta de la reina Victoria del Reino Unido (1819-1901). La pareja se enamora apasionadamente y el Infante decide poco tiempo después llevar a la Princesa al altar, para estupor de sus padres, que rechazan la idea alegando el origen protestante de la joven, así como la negativa de ésta a convertirse al catolicismo. Éste mismo argumento será el utilizado por los consejeros del Rey, que también se opondrán al enlace. El Infante, lejos de amilanarse, puso rumbo a Coburgo y sin la autorización del Monarca español contrajo matrimonio con la Princesa civil y eclesiásticamente el 15 de julio 1909. Este hecho, considerado en la época como una afrenta al Rey, le costó el honor de llevar el título de Infante durante casi tres años.

Habida cuenta del escándalo que supuso el matrimonio de don Alfonso sin el consentimiento del Rey, la pareja de recién casados decide no regresar a España temporalmente. En Alemania, el Infante y su esposa viven tiempos de gran felicidad, que se intensifican con el nacimiento del primer hijo de la pareja, el príncipe Álvaro (1910-1997) en 1910 –la pareja tendrá dos hijos más los príncipes Alonso (1912-1936) y Ataúlfo (1913-1974), ambos nacidos ya en territorio español-. Durante estos años en tierras teutonas el Infante comienza a interesarse por el incipiente mundo de la aviación, el que será de hecho su gran pasión vital. Don Alfonso obtendría el título de piloto el 23 de octubre de 1910, convirtiéndose así en uno de los pioneros de la aeronáutica. Al año siguiente, el Infante recibe una misiva de su primo el Rey en el que éste, que pese a todo seguía manteniendo un gran cariño por su primo, le invita a reincorporarse al ejército. Así lo hace don Alfonso que participa de forma brillante en varias campañas de la llamada Guerra de África, siendo además rehabilitado en su calidad de Infante. Su relación con el Rey será tan buena que será don Alfonso el que ejerza como padrino de bautizo de don Juan de Borbón (1913-1993), después de que el rey Carlos I de Rumanía (1839-1914), primer elegido para la tarea, no pudiera acudir a Madrid para la ceremonia. Ya recuperados los honores, don Alfonso sigue su formación militar, convirtiéndose en uno de los primeros pilotos militares del Ejército español. Pocos años después es nombrado capitán e instructor de vuelo. En 1926 alcanzaría el grado de comandante.

En 1931, con la proclamación de la Segunda República, el Infante marcha al exilio acompañando a su primo, el Rey, hasta su destino, París. Apartado del ejército y en el destierro, Don Alfonso debe encontrar una fuente de ingresos para él y su familia, por lo que comienza a trabajar en la planta de producción del fabricante de automóviles Ford en el muelle de Asnières como simple mozo de almacén. Sin embargo, el tesón y la inteligencia del Infante se dejaron notar en la empresa americana rápidamente, por lo que fue promocionado y enviado a las oficinas centrales de Londres, donde se convertiría en alto ejecutivo de la firma.

Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, el Infante se posiciona del lado de los militares sublevados, a los que ofrece sus servicios y los de sus dos hijos mayores. Si bien los golpistas rechazan la colaboración del primo del Rey, sí aceptan que sus hijos combatan a su lado. Uno de ellos, el príncipe Alonso, fallecerá en un accidente de avión el 19 de noviembre de 1936, un dolorosísimo varapalo para el infante Alfonso y su esposa doña Beatriz. A finales de 1937 el Infante, finalmente, obtiene el visto bueno de las autoridades y, en su condición de comandante, comienza a actuar en España. Poco tiempo después es nombrado coronel al mando de la 2ª Brigada del Aire.

Terminada la guerra, poco a poco don Alfonso, pese a ser ascendido a general del ejército, comienza a mostrarse desencantado con el desarrollo de los acontecimientos en España, en especial con la dictadura del general Franco (1892-1975), al que empezó a considerar como un obstáculo para obtener la restauración monárquica, único objetivo por el que el Infante había luchado en la guerra. Don Alfonso se adhiere de manera total al manifiesto de don Juan de marzo de 1945 en el que el Heredero de Alfonso XIII pide a Franco abandonar el poder y dar “libre paso a la restauración del régimen tradicional de España único capaz de garantizar la religión, el orden y la libertad”.

A partir del momento en que el Infante es asociado de forma directa con don Juan, su figura queda prácticamente anulada en el panorama político español. Tanto es así que don Alfonso poco menos que queda recluido en su domicilio de Sanlúcar, teniendo incluso que pedir permiso para abandonarlo. Son años de enorme decepción, que solo parece aliviarse con los vuelos que el Infante aún puede realizar desde el aeródromo de Jerez. En 1966 recibe el enorme mazazo de la muerte de su amada esposa, la princesa Beatriz, a los 82 años de edad, después de que hubiera sufrido un gran deterioro progresivo de su salud en los meses precedentes. Los sanluqueños se echaron a las calles para despedir a doña Beatriz, muy querida en el pueblo por su gran corazón – la Princesa fue la responsable de la creación de la Casa de Maternidad de la localidad, aportando incluso joyas de su colección para que el centro funcionara de forma óptima-.

Don Alfonso es respetado y querido no solo por la Familia Real – el príncipe Juan Carlos (1938), quien lo admiraba, le visita con regularidad durante la década de los sesenta del pasado siglo y don Alfonso actúa de hecho como padrino de la infanta Elena (1963) – sino también por el pueblo llano que en sus últimos años de vida le agasaja con diversos homenajes, entre ellos el del nombramiento como Hijo Adoptivo de Sanlúcar. Finalmente, el 6 de agosto de 1975 el Infante muere de un paro cardiaco a los 88 años de edad. El infante Alfonso de Orleáns y Borbón fue enterrado con todos los honores en la iglesia del Convento de Capuchinos de Sanlúcar de Barrameda.