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Fertilidad

El papel del estrés a la hora de lograr el embarazo: ¿afecta por igual a mujeres y hombres?

El estrés y la ansiedad relacionados con la fertilidad se suelen asociar más a la mujer, mientras que se tiende a no darle tanta importancia en el varón. Analizamos si se trata o no de un mito.

Siempre han cobrado especial relevancia los pensamientos y sensaciones de la mujer en lo que a fertilidad se refiere, en tanto en cuanto es ella quien se somete a los tratamientos (en caso de no lograr de manera natural el embarazo) y quien es responsable de la gestación del bebé. Pero ¿qué ocurre con los hombres? “Ellos también atraviesan un camino de dudas, incertidumbre y miedo al fracaso, además de la preocupación por el estado de su pareja”, apunta Isabel Vielsa, ginecóloga y directora médica de Clínicas EVA. “Este estado se agrava cuando las pruebas señalan a la calidad seminal o a cualquier otro factor masculino como causante de la infertilidad, diagnóstico que para algunos hombres puede ser especialmente desconcertante, según sus valores y creencias”.

De hecho, el estrés puede llegar a ser un factor determinante en la fertilidad tanto femenina como masculina. Diversos estudios apuntan a que la explicación a esta relación causal es el cortisol, conocido como ‘la hormona del estrés’. Cuando la ansiedad o el estrés perdura en el tiempo, nuestro cuerpo genera grandes cantidades de cortisol. Esa cantidad excesiva de cortisol afecta al ciclo menstrual, en el caso de las mujeres, y a la formación de espermatozoides, en el de los hombres.

En este sentido, investigadores de la Southeast University de Nanjing (en China) han analizado, en mujeres que buscaban el embarazo, el nivel de cortisol y otros parámetros relacionados con el estrés crónico. La conclusión, publicada en la revista científica Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica en 2022, es clara: las mujeres con mayor puntuación de carga alostática (que aparece ante situaciones de estrés) tenían menos probabilidades de quedarse embarazadas en el transcurso de un año que las mujeres con menor carga alostática. El estudio demuestra también que aquellas con una puntuación media (de 5 ó 6 puntos), reducían sus posibilidades del embarazo un 59%.

Otro estudio, centrado en la fertilidad masculina y elaborado por investigadores del Hospital Europeo de Roma en 2013, apuntaba a que “los niveles elevados de ansiedad tanto puntual como crónica se asociaron con un menor volumen de semen, concentración y recuento de espermatozoides, reducción de la motilidad de los espermatozoides y aumento de la fragmentación del ADN del esperma de pacientes de FIV (Fecundación In Vitro)”.

Las observaciones llevadas a cabo en la investigación sugieren “de forma contundente” que el estrés y la ansiedad pueden representar un factor significativo en la fertilidad masculina.

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La necesidad de apoyo psicológico frente al estrés en la búsqueda del embarazo

Teniendo en cuenta esta realidad, la asistencia psicológica se ha convertido en garante del bienestar de quienes buscan concebir un hijo y, en concreto, de quienes se someten a un tratamiento de reproducción asistida, pues enfrentarse a un intento fallido de embarazo tras otro lo que hace es incrementar, precisamente, el estrés. “No es infrecuente que las parejas soliciten ayuda médica para formar una familia tras largo tiempo intentándolo y habiendo estado sometidos a un pronunciado desgaste emocional”, comenta Vielsa.

Es preciso tener presente también que, una vez inmersos en un tratamiento de fertilidad, hay algunas técnicas que pueden conllevar más estrés y ansiedad que otras. “Influye, y de manera notable, que la técnica de reproducción asistida necesaria para lograr el embarazo requiera de material genético donado, óvulos en el caso de ella, semen en el caso de él”, subraya Vielsa. “Surge aquí la posibilidad de duelo genético, término que se refiere a la pérdida que el individuo o la pareja atraviesa al saber que su descendiente no llevará su material genético”.

Para Isabel Vielsa, el duelo genético es más agudo en el varón, porque puede llegar a pensar que no ha participado en el proceso de gestación del niño. Mientras que la madre lo va a llevar en su vientre durante nueve meses, sean de quien sean los óvulos y el semen, cuando éste procede de un donante, el padre puede sentirse al margen del proceso. En este sentido se necesita de un periodo de duelo para llorar lo doblemente perdido: el hijo nacido con ayuda, y, más allá, con semen de un donante anónimo.

Por todo ello, es fundamental abordar el aspecto psicológico en aquellas parejas que estén buscando un embarazo (ya sea de manera natural, ya mediante un tratamiento de fertilidad) y que empiecen a percibir que el estrés o la ansiedad les está afectando. Para que puedan recibir la ayuda adecuada, es preciso que el profesional de la salud mental esté al tanto de la situación en la que se encuentran y, en lo relativo a los tratamientos, que tenga la información suficiente acerca de la técnica a la que han recurrido o van a recurrir.

Así, por ejemplo, en lo que al duelo genético se refiere, “durante el tiempo que dura el apoyo psicológico, que puede prolongarse más allá del nacimiento del bebé, los terapeutas inciden en el concepto de epigenética, relativo a las condiciones externas que influyen en los genes: clima, alimentación, estudios, relaciones sentimentales…”, apuntan desde Clínicas Eva. “Todo ello resulta clave en la construcción de la identidad familiar”.

“También trabajan en los pensamientos e ideas que puedan hacer difícil de asimilar y de explicar el proceso de reproducción asistida en algunos entornos sociales en los que aún existen tabúes en torno a la infertilidad que, culturalmente, se ha venido asociando a la figura de la madre”.

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