Belén Ordoñéz habla por primera vez tras la muerte de su hermana Carmen

Por hola.com
’MI SALUD IMAGINO QUE IRA BIEN’
Das la sensación, Belén, de ser una mujer de aspecto frágil, pero de mucho aguante.
—Ya me ves. Si no, no estaría ahora aquí hablando contigo.

Tú tampoco has tenido suerte en tus relaciones amorosas y también, al igual que tu hermana, te casaste muy joven. Del torero Juan Carlos Beca Belmonte te separas muy pronto; Curro, el padre de tu hija, Belén, se muere en plena juventud; de tu tercer marido, un torero ecuatoriano, te acabas separando a los pocos años...
—A los quince años me hice novia de Beca Belmonte, y nos casamos cuando yo tenía diecinueve. En aquella época, las chicas se casaban antes porque, al no dejarte viajar con tu novio ni prácticamente ir a ninguna parte, pues casándote considerabas que te liberabas. Pasaba eso. Curro, el padre de mi hija, fue, indudablemente, el hombre que más huella me dejó. Además de dejarme a mi maravillosa niña. Del torero ecuatoriano, prefiero no hablar.

Consideras que te has equivocado en tus relaciones.
—Te casas enamorada y después te llevas el desengaño. Te casas pensando que vas a ser feliz (si no, no te casarías), y después llegan las cosas que pasan en la vida.

¿Ahora estás sola?
—Sí y no. Estoy, en realidad, con una persona a la que quiero mucho. Pero no nos hemos planteado nada serio. En principio, no tengo pensado volver a casarme.

¿Y cómo marcha tu salud?
—Me imagino que irá bien. Lo digo porque me tocaba una revisión hace poco, pero con todo esto que ha pasado, no he ido. Creo que de salud estoy bien. Lo malo es mi interior, mi alma. Estoy rota.

¿Fue muy grande el miedo que pasaste cuando te detectaron la enfermedad?
—Pues primero me sorprendió, porque no sabía de lo que iba.

Pero en Houston te dijeron exactamente lo que tenías, ¿no?
—Lo supe desde el principio. Me lo dijeron en España. Quise que me lo dijeran. Lo exigí: yo tenía que saber a lo que me enfrentaba, sobre todo, porque tenía una niña muy pequeña y tenía que arreglar muchas cosas en caso de que me dijeran que me iba a morir. Recuerdo que les dije a los médicos: ‘No habléis con nadie que no sea yo: quiero ser la primera en saberlo todo’. Me lo dijeron, y fue cuando me asusté: era el miedo a lo desconocido. Lo mismo que le pasa a la madre primeriza. Claro que aquí era distinto: no era parir, era que me podía morir.

La idea de la muerte sí que te aterrorizaría.
—Lógicamente, fue una idea que se me pasó por la cabeza. Y estuve dos días con muchísimo miedo. Me despertaba por la noche con auténtico pánico. Y también lo pasaba fatal al despertarme. Como me pasa ahora, que me despierto y lo primero que hago es ponerme a llorar pensando en mi hermana. Sinceramente, lo estoy pasando peor ahora que cuando me dijeron que tenía cáncer. Muchísimo peor. El cáncer lo fui conociendo, lo fui dominando y, gracias a Dios, tuvo remedio. Lo de mi hermana no lo tiene.