Romance en Chelsea

El jardín Laurent-Perrier gana el premio Chelsea Flower Show, el más importante certamen de jardinería del mundo

Por hola.com

No es un libro-folletín (por el título del artículo). Es simplemente un jardín. Bueno, un jardín sencillo no, sino el Premio a la Medalla de Oro en el Chelsea Flower Show 2010, uno de los certámenes de jardinería más importantes y prestigiosos del mundo.
El diseño aúna los preceptos de las tres escuelas jardineras más importantes: la inglesa (con ese aparente caos boscoso, rudimentario), la francesa (plantas bien podadas, geométricas, bordadas hasta la extenuación); y la japonesa (estructuras sencillas, piedras, agua, minimalismo a ultranza).

VER GALERÍA

El espacio se llama Jardín de Laurent-Perrier en honor a ese champán rosado (Perrier Cuvée Rosé) que transmite muy bien la idea de una sofisticada tarde de verano.
 


En fin, vayamos al meollo de la historia. El espacio se llama Jardín de Laurent-Perrier, en  honor a ese champán rosado (al Perrier Cuvée Rosé) que transmite muy bien la idea de una tarde de verano, sofisticada, repleta de aromas y sonidos procedentes de la naturaleza. Es un rincón privado, íntimo (muy nipón…), orientado a la reflexión, a la soledad, a la relajación.
El lugar (que un millonario inglés ha comprado para su casa…) consiste en un pabellón abierto de bronce erigido como la pieza central del diseño. Muy simple y efectivo, tres bloques unidos que conforman una especie de velador sólido, amistoso, cálido. Su autor es el arquitecto Jamie Fobert, actualmente envuelto en la rehabilitación del centro histórico de Boston, y creador, entre otras muchos proyectos, del edificio que alberga la tienda Givenchy en París (también llevó a cabo los planos de las tiendas Aveda).
Dos sillones-sofá enclavados a la sombra de la estructura de bronce miran hacia el resto del jardín, obra del premiado diseñador Tom Stuart-Smith, quien ya había colaborado con Jamie Fobert en otras ocasiones. Vamos, que había química entre ellos.  Y frente del pabellón se extiende un piscina rectangular, calma, concebida como parida por la propia naturaleza. Uno de los puntos fuertes es precisamente ese, que las líneas geométricas de la piscina contrastan con lo que le rodea, árboles, flores y plantas curvos, rebosantes de líneas orgánicas, redondas…
Precisamente la exuberante naturaleza que rodea la piscina se manifiesta en tres ‘verdes’ elementos:  un asilvestrado bosquecillo de abedules blancos (con sus broncíneas cortezas desconchadas cuyas hojas reflejan el color del pabellón y de los muros de piedra natural que rodean la piscina), unas filas de ciruelos podados (perfectamente esculpidos) que circundan el jardín y plantas del bosque, anárquicas, como en un maravilloso jardín sin cuidados (nos gusta ese toque caótico, naturaleza en estado puro).
Entre esas plantas ‘a su libre albedrío’ aparecen flores de tonalidad blanca, hierba silvestre, poinsetias, y bellos lirios de agua.  Si quieres, puedes verlo en la villa del millonario inglés, pasear por sus parterres rectilíneos… O, mejor, echar un vistazo a las fotos que te ofrecemos en nuestra galería de imágenes, merece la pena.  A lo  mejor te da  ideas para tu propio jardín, quién sabe.

¿Qué tipo de jardín te gusta más: el inglés´, más salvaje; el francés, ordenado y racional; o el japonés, de estética y espíritu zen?