Es importante distraer al niño y tenerlo ocupado, por ejemplo con su video favorito o una persona aliada capaz de mantener su atención. Haga que cada "sesión de peluquería" sea una ocasión especial, con chistes y canciones.
Intente que el niño no tenga miedo a las tijeras ni piense que el corte le va a doler. Muéstrele las tijeras y, si hace falta, córtese un mechón para demostrarle que es un proceso inocente.
Evite la palabra "corte", que puede traer ideas negativas: es preferible hablar de un nuevo peinado o de "jugar a las peluquerías".
El pelo muy rizado se corta mejor en seco, o bien sólo ligeramente humedecido.
Las máquinas cortapelos son ideales para los estilos cortos, siempre y cuando el niño tenga claro que éstas sólo hacen cosquillas, y que no le asuste el zumbido. Para evitar desastres de primeriza, no ponga la máquina a una medida menor del cuatro o el cinco. Si se queda largo, siempre tendrá tiempo de recortarlo más tarde.
No hace falta cortar todo el pelo cuando se trata de retoques de flequillo: mójelo con un spray y déle forma en unos minutos.
Intente ser lo más rápida posible: casi ningún niño aguanta más de quince minutos.
Siente al niño en un lugar alto para no acabar con dolor de espalda.