Se cumplen 12 años de la trágica muerte de Amy Winehouse: así fueron los últimos días de su vida

La cantante londinense, que cautivó al público con su voz, falleció con tan solo 27 años

Por Gtresonline

Han pasado 12 años desde que la poderosa voz de Amy Winehouse se apagase para siempre. El 23 de julio de 2011, con tan solo 27 años, la cantante perdía la batalla contra un entorno que no le hacía bien pero, sobre todo, contra sí misma. El cuerpo de la diva del soul no pudo aguantar con más excesos y su muerte conmocionó al mundo entero. Su último concierto, el 18 de junio de ese mismo año en Belgrado, acabó siendo desastroso. No podía mantenerse en pie. Se tambaleaba, le costaba cantar, y esto tuvo como consecuencia los abucheos y las burlas de sus seguidores. Para Amy, fue un recital de desdichas para olvidar.

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Poco tiempo después de entonar sus últimas canciones en público, Amy Winehouse aparecería muerta en su casa por una intoxicación etílica. Al lado de la cama había tres botellas de vodka vacías. Los análisis que le practicaron demostraron que no había rastros de drogas en su sangre, tan solo alcohol. Su vida de excesos apagó su brillo y su sonrisa. Una de las canciones que tuvo más éxito fue Rehab. En ese tema la intérprete le dice no, no, no a ingresar en rehabilitación.

La ganadora de cinco Grammys se fue habiendo publicado únicamente dos discosFrank (su álbum debut en 2003 del que vendió un millón y medio de copias) y Black to black (la obra que la consagró vendiendo más de veinte millones de copias). Por desgracia, su nombre quedó grabado en el fatídico club de los 27 que tiene en su lista a jóvenes artistas como Kurt Cobain, Jimi Hendrix o Jim Morrison.

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Los últimos días de Amy

Los últimos días de la intérprete de Back to black se convertirían en los más dramáticos para la artista. Sus problemas eran los mismos: Amy se alejaba de las drogas, pero volvía a la adicción al alcohol. Ya ningún tratamiento funcionaba, y las ofertas de millones de dólares por volver a producir un nuevo disco se desvanecían, puesto que los productores ya no confiaban en ella. Y su entorno más cercano, por su parte, no le daba la importancia que merecía estas nuevas recaídas, ya que se había repuesto de todas las anteriores.

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Días antes de su muerte, el 20 de julio de 2011, asistía a la presentación de su ahijada artística, Dionne Bromfield. Simplemente, la artista subió al escenario y no pudo cantar ni el estribillo, tan solo bailar con movimientos muy forzados. Horas antes a su trágico desenlace, Amy recibió la visita de su madre por sorpresa en su casa de Londres. Janis la encontró ebria y rodeada de varios recipientes vacíos, tal y como describió en su libro Loving Amy, "repleto de botellas de vino blanco rotas". "Podía dormir horas y horas y siempre parecía que acababa de despertarse. Nos bebimos un té, vimos fotos de familia... Cuando me fui, me abrazó y me dijo: 'Mamá, te quiero'", recordó Janis.

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Al atardecer de ese mismo día, también la visitó su doctora, Cristina Romete, que vigilaba la salud de Amy desde hacía cuatro años. Esta mantuvo una conversación coherente con ella, algo que la tranquilizó. "No era una suicida, tenía proyectos. Y me dijo: 'Todavía me quedan cosas por hacer en la vida'", contó la propia doctora, que abandonó la casa alrededor de las ocho de la tarde. Cerca de la medianoche, su guardaespaldas se despidió de ella. Y, a las tres de la mañana, en un momento de lucidez, Amy Winehouse escribió un extraño SMS a su amigo Kristian Marr: "Estaré aquí para siempre. ¿Y tú?". Desde ese momento, ya se conoce el trágico final de la artista. Fue su guardaespaldas el que la encontró inerte entre las sábanas.