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LA CAPITAL

Verde y apacible es la capital palentina que, como su catedral, es una bella desconocida. Su vida pasa por la elegante calle Mayor, espina dorsal de la ciudad, y por las riberas del río Carrión como paseos más habituales de los palentinos. Su patrimonio no es apabullante, pero sí meritorio, en el que sobresalen templos como San Miguel -donde la leyenda dice que contrajo matrimonio El Cid–, San Francisco y Santa Clara, algunos palacios como el Casino o el modernista Colegio Villadrandro. La visita al Museo del Agua, junto al canal, y la ruta del tapeo no pueden faltar en una visita a la ciudad.

 

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EL CASTILLO DE AMPUDIA

Imponente y majestuosa, esta fortaleza medieval del siglo XV en pleno corazón de Tierra de Campos (castillodeampudia.com) es un impecable exponente del castillo señorial castellano, aunque con sus garitas, sus almenas y su torre del homenaje parece más un castillo de cuento. Su icónica fachada da acceso al patio de armas y a las salas de la planta baja en las que se encuentra un museo con la colección de arte y antigüedades de Eugenio Fontaneda.

 

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BISONTES Y ESTRELLAS

En Palencia hay un lugar donde observar al más totémico de los mamíferos y no es un zoológico sino un centro de recuperación de una especie en peligro de extinción. Se trata de la Reserva y Centro de Interpretación del Bisonte Europeo de San Cebrián de Mudá (bisonbonasus.es), un paraje de 20 hectáreas de robledal y praderas donde los bisontes viven en libertad y puedes acercarte a ellos a pie, en bicicleta, todoterreno o calesa. También en San Cebrián está El Mirador de las Estrellas, un pequeño observatorio astronómico ubicado en el antiguo secadero de carbón de las minas, desde donde contemplar el universo de noche.

 

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ROMÁNICO PALENTINO

¿Sabes que estamos en la provincia más rica en románico de toda Europa? Desde grandes iglesias parroquiales a humildes ermitas rurales, existen cientos de monumentos de este arte que marcó la arquitectura religiosa de la Edad Media y que convierten a Palencia en un auténtico museo al aire libre. La cornisa montañosa entre Aguilar de Campoo y Guardo la que atesora una de las mayores concentraciones. Algunas de estas joyas son la iglesia de San Martín (Frómista), Santa María del Camino (Carrión de los Condes), Santa María La Real (Aguilar de Campoo) y San Salvador de Cantamuda (en la imagen).

 

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EL CANAL DE CASTILLA

Aquel sueño de la Ilustración de unir en pleno siglo XVIII la Meseta con el mar con un canal navegable no se cumplió en su totalidad, pero dio lugar a una obra de ingeniería hidráulica prodigiosa que hoy es el único canal navegable de España. En la parte que baña Palencia ­–también la provincia de Valladolid y un pequeño tramo de Burgos– brinda una magnífica oportunidad para recorrer la provincia de norte a sur. Una travesía con 207 kilómetros navegables que arranca en Alar del Rey, se abre paso entre olmos, chopos y álamos y permite contemplar en el camino esclusas e importantes joyas arquitectónicas. Los barcos que recorren el canal se toman en el Centro de Interpretación del Canal de Castilla de Herrera de Pisuerga y en el embarcadero del Museo del Canal de Villaumbrales.

 

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LAS LORAS Y LAS TUERCES

A las fuerzas más poderosas de la tierra se debe el singular paisaje de Las Loras que Palencia comparte con Burgos y Cantabria. Páramos, valles hundidos, grutas, cascadas y paredes verticales labradas por la erosión a lo largo de los siglos. Es aquí también donde el Pisuerga traza ese sinuoso y encajonado recorrido que conforma el cañón de la Horadada, a cuyos lados se despliega el Espacio Natural de las Tuerces. Se trata de una visita obligatoria, puesto que nada resulta más alocado que este laberinto de bloques de roca con gigantescas setas pétreas, puentes y arcos naturales. Igual de imprescindible es Covalagua, el valle que toma este nombre de la abundancia de cuevas y agua de su entorno, y en el que el gran reclamo es la Cueva de los Franceses.

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Hay dos opciones para visitar el Espacio Natural de Las Tuerces. Una es la ruta del cañón de la Horadada, que lleva desde Mave hasta Villaescusa de las Torres, al pie de Las Tuerces, por pistas y senderos marcados con señales de pintura roja. Son 6 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, unas cuatro horas en total. La otra opción es subir directamente desde Villaescusa de las Torres a la cima de Las Tuerces siguiendo la senda La escalera del tiempo, señalizada con paneles. Es un kilómetro de subida pronunciada (media hora sin contar paradas).

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EL YACIMIENTO DE LA OLMEDA

A un viaje en el tiempo nos traslada la visita a esta villa romana emplazada en Pedrosa de la Vega y descubierta en 1968 de manera fortuita. La Olmeda es un imponente yacimiento que data del siglo I de nuestra era y cuyas dimensiones palaciegas dan cuenta de la acomodada existencia de una familia aristocrática. Sus valiosísimos mosaicos (los más extensos en un edificio romano privado) y los restos de sus termas permiten adivinar la sofisticación de la época en estas residencias campestres que emulaban el lujo y el confort de las viviendas urbanas del Imperio (villaromanalolmeda.com).

 

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LA MONTAÑA PALENTINA

Esta accidentada comarca presume de una deslumbrante belleza natural. Con picos como Peña Prieta, Curavacas y Espiguete, aquí se alzan las máximas elevaciones de la Cordillera Cantábrica (exceptuando, claro, a los Picos de Europa) y nacen ríos como el Pisuerga y el Carrión, que discurren por valles tapizados de hayedos, robledales y tejedas. Un bucólico entorno ideal para hacer rutas senderistas, como las que discurren por el valle de la Pernía, entre Cervera de Pisuerga –donde se encuentra el Parador– y el puerto de Piedrasluengas, o la que acerca a El Roblón de Estalaya, un roble de 17 metros de altura y 10,6 metros de perímetro de más de 500 años.

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LA RUTA DE LOS ÓRGANOS BARROCOS

La música que emana de los valiosos órganos que custodian iglesias, ermitas y conventos palentinos no puede ser más celestial. Son una de las grandes señas de la provincia, que atesora cerca de una treintena, datados todos ellos entre los siglos XVII, XVIII y XIX. De interés es el de Santoyo, pero también el magnífico de Támara de Campos, sustentado por una columna de madera que imita mármol. Y especial atención merecen los de la iglesia de San Pedro en Frómista; Santa María en Villálcazar de Sirga, y los del Monasterio de Santa Clara, San Zoilo e iglesia de San Andrés, estos tres en Carrión de los Condes. En las iglesias de San Pedro y Santa María de Fuentes de Nava también se guardan órganos de interés. En agosto, durante el Festival de Música de Palencia que tiene lugar en Tierra de Campos es un momento perfecto para deleitarse con su sonido.

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