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“Tuve la inmensa suerte de nacer y crecer en este paraíso”. Así de orgulloso se mostraba David Bustamante cuando hace unos meses sus paisanos le nombraban ‘Sorropotunero Mayor’ de San Vicente de la Barquera, que, para los que no sepan lo que es el sorropotún, es el plato típico barquereño, y se degusta durante las fiestas de La Barquera y El Mozucu. Cuando no es fiesta, el cantante regresa a su tierra con cualquier pretexto, aquí tiene los mejores recuerdos de su infancia y aquí soñó con ser artista.

 

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Siguiendo la costa cántabra desde Santander hasta el oeste, la sorpresa es continua, porque entre verdes intensos y azules espumosos van surgiendo acantilados, marismas, rías, playas, praderías, villas distinguidas como Comillas, un parque natural –el de Oyambre– y pueblos de sabor marinero como San Vicente de la Barquera. Dice Bustamante que no sabe cómo no ha gastado su nombre de decirlo tantas veces, la palabra orgulloso se queda corta. Aquí vive su familia, sus amigos de toda la vida y aquí tiene su casa. Pero, descubramos que tiene esta localidad cántabra de la que tanto presume.

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El primer vistazo de San Vicente de la Barquera es su estampa de postal, con el largo puente de la Maza, una importante obra de ingeniería medieval, posteriormente reconstruido, cruzando la ría, sus barquitas varadas, las colinas sobre las que se asienta la puebla vieja, el magnífico telón de fondo de los Picos de Europa y ese semblante marinero que se respira en cada esquina.

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Junto a la entrada del puerto está el santuario al que David Bustamante acude cada vez que vuelve a su pueblo. Es en este lugar en el que según la tradición se apareció la Virgen de la Barquera, patrona del municipio, hace ya muchos siglos y en su recuerdo se celebra la popular fiesta de La Folía, una procesión marítima repleta de color y tipismo en la que el cantante ha participado más de una vez como portador de la Virgen.

 

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Ya en alto y dominando el mar, se asientan la antigua villa medieval, con el castillo del Rey –que ahora acoge una interesante exposición permanente sobre la historia y la naturaleza de la San Vicente– y los restos de la muralla que rodeaba la vieja ciudadela, a la que se abren las puertas de Asturias o El Peregrino, la de la Barrera y la Puerta del Mar. Su edificio más antiguo es la iglesia de Santa María de los Ángeles, del siglo XIII, buena muestra del gótico montañés, y muy cercana al cantante, pues en ella fueron bautizados él y su hija. En su interior se puede admirar el original sepulcro del inquisidor Antonio del Corro, natural de la villa, considerado una de las más bellas esculturas funerarias del país, cuyo palacio natal ha sido reconvertido en sede del Ayuntamiento.

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El paseo por el pueblo de David Bustamante debe de continuar por el genuino barrio pesquero, donde está la lonja, en la que trabajó como obrero de la construcción, y un buen puñado de tabernas y restaurantes en las que degustar el citado sorropotún (olla de bonito y patatas) o la tradicional marmita barquereña. Entre ellos están el bar Marinero y, sobre todo, el Boga-Boga (restaurantebogaboga.es), parada obligada por el cantante cada vez que vuelve a su pueblo porque la familia que lo regenta son amigos de toda la vida y en sus paredes de visitantes ilustres ocupa un destacado espacio su fotografía, como él tantas veces soñó cuando era un joven anónimo.

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Otros dos lugares no pueden pasar por alto, el convento de San Luis, habitado por frailes franciscanos, en el que se hospedó Carlos I cuando llegó a España para ser coronado rey, y el hospital de la Concepción, pues San Vicente fue un importante punto del Camino de Santiago en la ruta costera y contó con numerosos hospitales y albergues para peregrinos.

 

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En el recuerdo del cantante, también las playas de San Vicente: la del Merón, las protegidas del Tostadero y de La Maza y, sobre todo, la de Oyambre, que da nombre al parque natural, un espacio natural de gran valor ecológico que conforman praderías, rías, dunas, acantilados, bosques y playas arenosas en las que es posible, incluso, toparse con reliquias naturales fósiles de hasta 7000 años de edad. Un buen punto final a la visita a este pueblo que presume tanto de David Bustamante como él de su tierra y su gente.

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