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Este concejo del Oriente asturiano posee más de 40 kilómetros de abrupto y un bellísimo litoral calcáreo donde la erosión ha labrado chimeneas bufadoras y playas increíbles desde las que no se ve el mar. A lo largo del recorrido iremos enlazando las perlas engastadas de esta joya de costa.

BUFONES DE PRÍA

Recorriendo la costa de Llanes de oeste a este, lo primero que se visita son los bufones, que quedan a solo 10 kilómetros de Ribadesella. Desde Llames de Pría hay que dirigirse en coche a la playa de Guadamía (o de Aguamía) y continuar a pie cinco minutos por un camino de tierra que conduce al Bramadoriu de Llames. En los días de fuerte marejada, con el mar enrabietado, este extenso campo de bufones y altos acantilados ofrece un espectáculo estremecedor, pues aquí y allá surgen chorros como géiseres de hasta 20 metros de altura, cuyos bufidos se oyen a varios kilómetros de distancia. Para los lugareños, los bufones son como barómetros, que anuncian el mal tiempo. Por eso dicen aquí: «Cuando sientas sonar el pozo Pría, coge leña para otro día».

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PLAYA DE CUEVAS DEL MAR

El Cantábrico ha moldeado caprichosamente la costa de Llanes, dejando un montón de playas deliciosas y la de Cuevas del Mar, a solo 5 kilómetros de los bufones, es una de ellas. Las numerosas cavidades talladas a capricho por el oleaje en las paredes rocosas de los acantilados que la rodean definen este pequeño arenal en la desembocadura del río Nueva. Una playa de cine que sirvió de escenario para el rodaje de la recordada película You´re the one, protagonizada por Lydia Bosch.

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PLAYA DE GULPIYURI

En Naves se descubre otro prodigio geológico (quizá el mayor) de este tramo de la costa asturiana: la playa de Gulpiyuri. No hay otra igual en España. Y es que no está en la orilla, sino tierra adentro, en una hondonada donde el mar no se ve, pero cuyas aguas se filtran a través de las rocas formando una poza cristalina. Fuera, el Cantábrico ruge. Dentro, calma total. Se trata de una torca o dolina, una depresión de origen kárstico grande y circular que recuerda a un anfiteatro, pues se inunda parcialmente cuando sube la marea. Pegando la oreja a la arena, se siente la voz ronca de una fiera, que no es otra que la propia mar, la cual se arrastra cien metros bajo la tierra para asomar aquí.

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EL ROMÁNTICO CEMENTERIO DE NIEMBRO Y LA PLAYA DE TORIMBIA

La siguiente parada es Niembro, donde admirar su cementerio ribereño, en un lugar tan romántico –abrazado por una ría, en una península que crece y mengua con las mareas–, que uno casi siente envidia de los muertos. Lo ideal es contemplarlo durante la pleamar, cuando las aguas duplican su silueta de nao fantasma, y regresar seis horas después para verlo tendido en la arena, pétreo y verdinoso. A dos kilómetros de Niembro se halla una de las playas más bellas del concejo de Llanes, la de Torimbia, una concha perfecta de 500 metros en la que se practica el nudismo.

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LLANES

El viaje continúa hacia la villa marinera de Llanes, la capital del concejo, que conserva un casco histórico de calles bien empedradas que huelen a sidra y a salitre, acurrucadas junto a la basílica gótica de Santa María. Dos lugares a los que apetece asomarse son el paseo marítimo de San Pedro, de césped, que discurre por el borde de los acantilados, y la escollera del puerto pesquero, cuyos bloques de hormigón lucen flores, animalitos y otros alegres motivos pintados por el vizcaíno Agustín Ibarrola: Los cubos de la memoria, se titula la obra. Su casco antiguo, declarado conjunto histórico-artístico, conserva el segundo tramo de muralla medieval más largo de España. El mejor lugar para contemplarla es la playa del Sablón. También vale la pena ver el palacio de Partarriú, una casona de indianos donde se rodó El orfanato, de Juan Antonio Bayona.

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PLAYA DE LA BALLOTA

A menos de cinco kilómetros de Llanes, entre Cue y Andrín, se encuentra la playa más espectacular del concejo. Desde el mirador de la Boriza, en lo alto del monte, se ve de maravilla su concha acantilada de 300 metros, su islote de Castro Ballota y, en la punta occidental, su famoso bufón, una chimenea natural que escupe el agua comprimida de las olas a 40 metros de altura.

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SENDA COSTERA DE LLANES

Los que se animen, pueden rerorrer a pie o en bicicleta algún tramo de esta senda, un itinerario de 65 kilómetros, bien señalizado, que bordea todo el litoral del concejo, ofreciendo vistas impactantes de sus playas, islotes, castros y acantilados. Consta de cinco etapas. Para hacer con niños, es ideal el de 5,4 kilómetros que va de Llanes a Celorio. Discurre por el paseo de San Pedro en Llanes, la hermosa playa de Poo (en la imagen) y el entorno de Celorio.

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¿DÓNDE ALOJARSE EN LA RUTA?

A 3 kilómetros de Llanes, en La Pereda, está El Habana (elhabanallanes.net), un hotel rural decorado con antigüedades y muebles asiáticos, un inmenso jardín botánico con vistas a la sierra del Cuera y buen restaurante de cocina artesanal con un toque exótico. Muy próximo queda el hotelito de campo La Posada de Babel (laposadadebabel.com), que combina la arquitectura tradicional y el diseño contemporáneo en medio de una gran finca. Y, en el mismo entorno, un lujo también alojarse en Arpa de Hierba (arpadehierba.com), con una cuidada decoración y desayunos caseros.

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A LA MESA

En Llanes, la Sidrería El Antoju (sidreriaelantoju.es) está en plena calle Mayor y su especialidad es el cachopo XXL con gran variedad de rellenos. Muy rico también el pulpo a la brasa. A medio camino entre los bufones de Pría y la playa de Gulpiyuri, en Nueva de Llanes, esta Casa Pilar (restaurantecasapilar.com), una casa de aire rústico donde hacer parada obligada para comer arroces cremosos, pescados del Cantábrico y mariscos de la comarca. En Pancar, a las afueras de Llanes, El Retiro (elretirollanes.es). posee una estrella Michelin, donde Ricardo González Sotres elabora platos imaginativos y otros de toda la vida, como la fabada asturiana o el pitu de caleya (pollo de corral) guisado.

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