1/10 © iStock

LANGRE (CANTABRIA)
La playa cántabra de Langre parece diseñada para su contemplación y es que además de ser una de las mayores de Cantabria es de las más bellas. Los extensos pasos donde pastan mansamente las vacas finalizan en el borde de un pronunciado hemiciclo de paredes verticales de 25 metros de altura. Partida en dos por un puntal rocoso, sobre él se asienta un mirador panorámico que abarca una inmensa franja de esta zona de la Costa Trasmiera, que se extiende entre Somo y Santoña.

2/10

AIGUA XELIDA (GIRONA)
Palafrugell es un pueblo grande de la Costa Brava que no da al mar. Pero presume de aldeas marineras escondidas en su cercano litoral como los pueblos de Tamariu, Llafranc y Calella y también de playas. La que está más al norte es Aigua Xelida, un pequeño arenal rodeado de un entorno natural y protegida por la punta des Banc y de Esguard, de apenas 25 metros de largo, cuyas aguas azules y transparentes son ideales para el snorkel o el buceo. Pegada a ella, Tamariu, que sigue conservando el encanto de un pueblito de pescadores.

3/10

BOLONIA (CÁDIZ)
Abierta al mar y a los vientos, que aquí hay que tener muy presentes, la ensenada de Bolonia es un típico arenal atlántico con dunas móviles que aúna a la perfección naturaleza e historia. Y es que a sus pies están las ruinas de la ciudad romana de Baelo Claudia, una de los mejor conservadas de la Hispania Romana (en verano acoge representaciones teatrales), con los restos del foro, los templos, el santuario, el mercado, la basílica, el teatro, las termas y, sobre todo, las fábricas de salazones, la principal riqueza de su pujante industria. Después de empaparse de cultura romana los más de tres kilómetros de longitud de la playa dan para un buen paseo y hasta para escalar por sus dunas móviles que se adentran en el pinar.

4/10

CALBLANQUE (MURCIA)
A un paso de los bloques de apartamentos de La Manga, las playas y acantilados del Parque Regional de Calblanque, entre Cabo de Palos y Portmán, son el mejor ejemplo de ecosistema murciano sin degradar. Un tramo con sierras áridas, dunas fósiles, playas largas y doradas y un mar azul. Las aguas limpias y los solitarios arenales, especialmente el que da nombre al parque regional, son sin duda, los mejores de Murcia.

5/10

LAGA (BIZKAIA)
Podía haber elegido el fin del mundo, pero Mariah Carey decidió grabar en esta playa del País Vasco su videoclip Sweetheart. Una bella elección, sin duda, porque Laga es muy musical, con surfistas bailando al son de las olas. Gracias al impresionante peñón calcáreo de Ogoño, sobre el que se acuesta, la playa es una de la más hermosa del litoral vasco. Un ventoso arenal en el que desemboca el arroyo de Laga y con un oleaje que no encuentra defensas, arena blanca y fina y una importante zona dunar que va creciendo año tras año y que embellece el paisaje. Cuando las olas arrecian, no faltan surfistas a los pies del Ogoño. 

6/10

MÓNSUL (ALMERÍA)
La de Mónsul es, junto a la de Los Genoveses, una de las más emblemáticas y fotogénicas de Almería, y una de las más solicitadas como plató de rodaje –David Bisbal grabó en ella el videoclip de su exitosa Ave María y Sean Connery pisó su arena en La última cruzada. Poblada por dunas fósiles modeladas por la acción del viento y el agua, desde su arena se puede contemplar la enorme duna y el acantilado volcánico que la rodean y protegen, un singular promontorio rocoso lleno de huecos y recovecos conocido como la Peineta.

7/10

CALA PREGONDA (MENORCA)
En el norte de la isla, Cala Pregonda es una joya menorquina situada en medio de la nada y a la que, a menos que se vaya en barco, hay que llegar después de una excursión de media hora desde el aparcamiento de la cala. Portada de dos discos de Mike Oldfield y telón de fondo de anuncios publicitarios, su originalidad radica en el color rojo de su arena, que contrasta con el agua cristalina, pero también por los islotes que la protegen.

8/10

TORIMBIA (ASTURIAS)
Cuando se contempla Torimbia, uno no sabe si quedarse con la panorámica que se admira desde lo más alto, con el agradable paseo que hay que descender hasta llegar a su orilla o con el disfrute de sus aguas limpias de rocas y algas. Y es que Torimbia es un playazo fuera de horma, majestuoso. Tras dejar atrás las callejuelas de Niembro, con un buen puñado de casas típicas asturianas, surgen los acantilados cubiertos de vegetación que conforman la peña Prieta y custodian la playa. Es el lugar más elevado para admirar la ensenada en toda su magnitud: las dimensiones, un peculiar islote en uno de sus extremos y el verde entorno que la protege. El descenso hasta la arena lleva su tiempo; casi un kilómetro de distancia hay que recorrer a pie por una pista forestal, pero el esfuerzo tiene su recompensa, y más si se hace durante la marea baja. Torimbia es ideal para ver cómo mueren las olas sobre el mágico arenal, bañarse sin peligro en sus aguas —con escasas corrientes y sin declives ni depresiones bruscas— o para pasear de una punta a otra sin toparse con ningún accidente geográfico que interrumpa su unidad.

9/10

RODAS (PONTEVEDRA)
En las Islas Cíes, el de Rodas es un arenal impresionante frente a la ría de Vigo. Un kilómetro de arena fina y blanca y aguas cristalinas de color esmeralda que une las islas de Monteagudo y de Faro. El diario británico The Guardian la escogió en 2007 como la mejor playa del mundo. Además de Rodas, las Cíes también poseen otras ocho playas dignas de admirar, como la de Figueiras –a la que todo el mundo llama la de los alemanes–, Nosa Señora, Bolos, Cantareira, Margaridas, Muxieiro y San Martiño, la más abrupta del parque, una concha abierta, ventosa y entorno virgen a la que solo se accede en barco privado.

10/10

JANDÍA (FUERTEVENTURA)
En el extremo meridional de Fuerteventura, la península de Jandía desprende belleza por los cuatro costados. Entre barrancos, una arena de origen eólico finísimas y unas cromáticas rocas eruptivas dan color a este espacio natural de desmedida belleza. El recorrido hacia el sur descubre las extensas y tranquilas playas de las dos franjas litorales. Sotavento es la más explotada turísticamente; recorrida por la única carretera que se interna en la península, acoge playas tan imprescindibles como las de Costa Calma, Esquinzo-Butihondo, Solana Matorral y Morro Jable. La zona de Barlovento, la parte más salvaje, montañosa y despoblada de la isla y a la que se accede por una pista de tierra que parte de la localidad de Morro Jable, con sus restaurantes frente a la playa, esconde largas extensiones de arena sin obstáculos a la vista, como el playón intacto y kilométrico de Cofete. Es un paraíso para nudistas y amantes del windsurf y aunque aquí el baño no es recomendable, se puede emprender un paseo casi infinito junto al mar, con el sol africano y el océano color turquesa como únicos acompañantes, un espectáculo que no tiene parangón. 

Más sobre: