Érika Zaba abrió su corazón en el programa Montse & Joe para recordar uno de los capítulos más dolorosos de su vida. Con la serenidad que solo los años pueden otorgar, la cantante evocó aquel episodio que marcó su adolescencia para siempre: el accidente automovilístico en el que perdió a sus padres cuando apenas tenía 16 años. Aunque tres décadas han pasado desde entonces, la exintegrante de OV7 confesó que el vacío que dejó aquella tragedia aún la acompaña.
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“La vida me quitó mucho, nunca voy a entender por qué y nunca lo voy a aceptar tampoco”, expresó con voz firme, pero conmovida, al rememorar aquel suceso ocurrido en agosto de 1994. Érika viajaba junto a sus padres y sus dos hermanas por la carretera que conectaba Acapulco con la Ciudad de México, cuando el vehículo en el que regresaban de vacaciones se accidentó debido a un deslave. “Veníamos los cinco en el coche. Yo iba detrás de mi papá. Había muchos deslaves por la lluvia y chocamos en la carretera”, relató.
La cantante recordó que sus padres murieron de manera instantánea, mientras que ella resultó gravemente herida. “Estuve en coma dos días y en terapia intensiva muchos meses”, compartió, al tiempo que reveló que sufrió fractura de cráneo, inflamación cerebral y diversas lesiones en su pierna izquierda. Durante su recuperación, fue trasladada del hospital de Chilpancingo a uno en la Ciudad de México, donde permaneció hospitalizada casi un año. “Dicen que yo fui la que dio el teléfono de contacto y los nombres de mis papás y hermanas, pero no recuerdo nada de eso”, confesó con honestidad.
Zaba también recordó que, debido a la gravedad de sus heridas, los médicos evitaron darle la noticia sobre la muerte de sus padres hasta que su salud fuera estable. “Me tenían completamente dopada en lo que se me desinflamaba el cerebro. Perdí el ojo, pero gracias a Dios, después de un año salí bien”, contó, conmoviendo a los presentes con su fortaleza y templanza.
Una pérdida que ha marcado su vida
Aunque el paso del tiempo le ha permitido sanar físicamente, el dolor emocional sigue siendo parte de su historia. “No hay respuesta. No la tengo, no la quiero, no estoy de acuerdo, no me tocaba, no me gustó. No puedo decir ‘por algo pasan las cosas’... Por lo que me pasó soy la mujer que soy ahora, sí, pero hubiera preferido no”, reconoció.
Hoy, Érika asegura que la vida, a su manera, le ha devuelto algo de lo que le arrebató. “Me ha recompensado con un gran marido, con un gran hijo, con una gran familia y también con grandes amigos”, afirmó con una sonrisa agradecida. Aun así, la cantante y empresaria no oculta que extraña profundamente a sus padres: “Los recuerdo todos los días”, concluyó, dejando ver que, aunque las heridas del alma no desaparecen, la fuerza del amor y la resiliencia logran mantener viva la esperanza.