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Muchas novias, cuando empiezan a buscar el vestido de su boda, no sabrían explicar cómo es su diseño ideal. Pero la mayoría tiene claros algunos detalles —si quieren que lleve manga, la cola, el tipo de escote…— y, sobre todo, suelen saber lo que no les gusta. Tamara, una novia madrileña que apostó por un vestido sencillo, con una espalda muy especial, para su boda con Jesús, sabía perfectamente lo que estaba buscando. "No quería ni encajes, ni pedrería. Además, tenía súper claro que quería un vestido de manga larga y algún tipo de capa, así que me inspiré en vestidos más bien de invierno ya que me parecen los más elegantes".

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Un vestido de novia a medida

Tamara quería un vestido que reflejara su personalidad. Nos explica que no le gustan esas novias que eligen un diseño que no tiene nada que ver con lo que llevan, por ejemplo, cuando se convierten en invitadas. "Lógicamente, tiene que ser algo diferente y especial pero dentro de un patrón que te siente bien y al que estés más o menos acostumbrada. Es importante dejarse aconsejar, pero nadie conoce tu forma de vestir mejor que tú y tienes que sentirte guapa y cómoda con un diseño que tenga que ver contigo y que refleje tu estilo. Creo que si te sientes tú misma nada puede salir mal porque así lo proyectas".

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Y ella lo proyectó. Después de mucho pensarlo y de visitar a varios diseñadores, la novia confió su vestido a Petra y Mariló Arroyo. Madre e hija están detrás de De Arroyo, un atelier de vestidos a medida para novia e invitadas que crearon en 2011 y en el que trabajan de forma cien por cien artesanal. "Lo que nos mueve a cada paso que damos en este proyecto es nuestra pasión por la costura, nuestro amor por los detalles, los buenos patrones y los cortes más precisos", explican. Ellas fueron las encargadas de confeccionar un vestido sencillo, minimalista, pero con detalles muy especiales.

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4/15 © Foto: Bárbara Lanzat

La novia nos explica que todo el proceso creativo del vestido fue muy bonito, desde las primeras pruebas con la toile hasta que el diseño va tomando realmente forma. "Es todo súper emocionante, pero tengo que reconocer que hubo algún momento de minicrisis ya que hacerte algo desde cero es complicado, sobre todo en las primeras pruebas que tienes que imaginarte cómo quedará. Yo llevé mi propio boceto y a partir de ahí empezaron a crear en función de mi morfología. Creo que merece mucho la pena hacerse algo a medida porque es toda una experiencia y el resultado siempre es espectacular si lo dejas en manos de un buen profesional, pero tienes que confiar mucho".

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Tamara se decantó por un vestido de silueta recta con un corte inclinado bajo el pecho que ayudaba a estilizar su figura. Era un diseño con un pronunciado escote de pico, una bonita abertura en la espalda y manga larga terminada en puño. Pero hay dos detalles que llaman poderosamente la atención y convierten este vestido minimalista en una prenda elegante y atemporal. Uno es el tejido combinado y fruncido que cubre la zona del pecho. Otro, la capa con cola que nace de los hombros de la novia. Una pieza que se quitó para la fiesta, renunciando de ese modo a un segundo vestido pero apostando por la comodidad.

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Un look nupcial que cumple con las tradiciones 

Llevar algo prestado, algo nuevo, algo viejo y algo azul es algo que muchas novias cumplen el día de su boda. Tamara nos cuenta que a ella le parecía importante. Por eso llevó prestado un anillo de diamantes de una de sus mejores amigas, unos zapatos de Prada azul marino y su anillo vintage de compromiso, que pertenecía a su abuela. Pero esas no fueron las únicas joyas de su boda. La novia completó su look con unos pendientes de oro blanco y orla de diamantes de Alda Joyeros y las alianzas de Suarez. 

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Un ramo lleno de anécdotas

Si Tamara tenía muy claro el vestido que quería para su gran día, con el ramo le pasó todo lo contrario, estaba totalmente indecisa. Tanto es así que no decidió qué flores llevar hasta que se vio ya vestida. "Este tema fue un poco surrealista porque era incapaz de decidirme por uno solo. Me encantan las flores y me gustaban todo tipo de ramos que no tenían nada que ver entre sí. Finalmente, hablando con una amiga, me sugirió que escogiese dos y que decidiese el mismo día de la boda, una vez vestida. Y así fue. Encargué un ramo precioso de peonías blancas y otro de gerberas, que fue el que finalmente llevé porque el vestido era muy sencillo y quise darle un toque diferente. El otro, se lo regalé a mi madre y le hizo muchísima ilusión. Me parece una buena idea para novias indecisas como yo. Además, encargué una cinta de terciopelo azul bordada y una medallita con una frase para recordar a mis abuelos".

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Melena recogida y piel natural

Igual de importante que verse reflejada en el vestido es elegir un maquillaje y un peinado con el que la novia no solo se vea favorecida, también segura. La madrileña confió en María Nebrera. "María me preguntó por mi maquillaje habitual e hicimos un glow up para verme mucho mejor, siempre con una base muy natural acorde con lo que suelo llevar ya que no me suelo maquillar mucho, así que tenía que ser algo similar. Respecto al peinado, tengo el pelo bastante largo así que estuve a punto de llevar coleta con ondas pero en la prueba me vi genial con un moño bajo y me quedé con él. Es cierto que muchas veces me lo hago así que me sentía muy yo y muy cómoda. Pensé en soltarme el pelo después de la cena pero todo pasó tan rápido que ni me acordé".

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Su historia de amor

Tamara y Jesús se conocieron por casualidad en unas copas de fin de año donde se hicieron amigos. "Ese mismo verano, yo estaba en Ibiza y Jesús estaba en un barco con amigos en Formentera así que me invitó a pasar el día con ellos y, por supuesto, acepté. Puede que ahí empezase a surgir algo aunque yo no me di cuenta hasta después de verano, cuando nos dimos el primer beso", recuerda la novia. Poco tiempo después de estar juntos Jesús ya le empezó a insinuar que quería casarse con ella. "Al final, me saca 10 años y algo que yo veía súper lejano, él no lo veía tanto. Después, vino la pandemia y cuando pasó todo, retomamos la idea hasta que me lo pidió".

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Decidieron dar el paso cuando llevaban juntos dos años y medio. "Hablábamos bastante del tema, incluso sobre cómo me gustaría que me lo pidiese. Yo siempre quise que fuese en la nieve, y así fue. Teníamos programado un viaje de esquí a los Alpes así que la verdad es que tenía clarísimo que era muy probable que me lo pidiese allí. Sin embargo, Jesús tenía otros planes y semanas antes fuimos a esquiar a Formigal, donde me sorprendió con un anillo de mi abuela que había llevado a ajustar para hacerlo de mi talla. Yo no soy muy de joyas (aunque no me he vuelto a quitar el anillo desde entonces), así que hizo esto de manera simbólica y, cuando llegamos a casa, me sorprendió con un bolso ideal de Loewe".

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El 'sí, quiero'

El 27 de mayo, Tamara y Jesús se dieron el 'sí, quiero' en la parroquia del Perpetuo Socorro de Madrid, en una ceremonia muy emotiva en la que estuvieron acompañados por familiares y amigos. Después de trasladaron a la Casa de Oficios, una finca muy campestre a las afueras de la capital. "Fue todo bastante intenso porque quisimos cuidar cada detalle, hicimos dedicatorias personalizadas, yo misma me encargué de los diseños del seating, minuta… Las últimas semanas ya estábamos muy cansados pero, con suerte, conté con Belén de Wedding by Morán que fue mi mano derecha y nos ayudó muchísimo. Estoy segura de que nada habría salido tan bien sin su ayuda, es una crack", nos cuenta la novia.

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La mayoría de parejas suele elegir para su boda mesas redondas, pero como eran cerca de 300 invitados, Tamara y Jesús se decantaron por unas mesas imperiales que, desde Botanyco, decoraron con unas guirnaldas larguísimas y jarroncitos preciosos con tulipanes. Además, decidieron sentarse con amigos y familiares más cercanos, "fue todo un acierto, todos nos lo pasamos genial", asegura. 

Para la fiesta la novia nos explica que contaron con Quike AV, muy amigo de su marido, y Garal, de The Key Eventos. "Fue un planazo porque de repente apareció todo el equipo de Panda Club para animar aún más la fiesta y la gente se motivó un montón. Pusimos una barra libre de tatuajes que abrimos nosotros, tatúandonos una P de nuestro perrito, Polo. También hubo glitter bar con maquilladoras, fotomatón, cámara 360… ¡Todo un festival!".

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El momento más emotivo

Cuando le preguntamos a Tamara qué fue lo más especial de aquel día, lo tiene claro: todo. "Los días previos ya empezaron a ser muy especiales, no paraban de llegarnos flores a casa, regalos… El día anterior lo pasé entero con mi madre haciéndonos tratamientos, fuimos de brunch, luego de compras… fue un día de chicas total. Yo ya estaba en una nube y por la noche, hicimos una pequeña cena y dormí en mi casa con dos amigas. Por la mañana Jesús nos trajo el desayuno, llegaron los ramos y empezamos a prepararnos. A partir de ahí, recuerdo todo como una película, fue mágico y no paré de sonreír. Si tuviese que quedarme con un solo momento, creo que escogería cuando entré a la iglesia con mi padre. Es una iglesia muy especial para nosotros ya que mi padre estuvo muy malito hace unos años y mi abuela le rezó mucho a esta Virgen, así que fue muy especial que él me llevase allí al altar. La verdad es que la dejaron preciosa con unas columnas de flores súper frondosas y todo el pasillo lleno de verde. Además, justo dejó de llover cuando llegamos así que no pudo ser más perfecto", nos cuenta.

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Y el más divertido

Todas las bodas dejan muchas anécdotas, pero una de las más divertidas fue cuando Polo, el bulldog francés de la pareja, apareció en su boda. "Mis padres iban a darnos una sorpresa trayéndolo, pero pillé a mi madre y decidimos mantener la sorpresa para Jesús. Cuando apareció en medio de la sesión de fotos fue divertidísimo porque se puso a correr como un loco y de repente se coló en el cóctel. Los invitados alucinaron con que estuviese allí, aunque estaba claro que no podía faltar porque es uno más de la familia. Incluso le tuvimos presente en los meseros llamando a nuestra mesa frenchie".

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Tamara, que recuerda su gran día con muchísimo cariño, aconseja a otros novios "que disfruten de los preparativos y del día de la boda al máximo porque no es un mito eso de que pasa rapidísimo. Un tip que me sirvió mucho fue pararme en ciertos momentos a hacer 'fotografías mentales' para ser consciente de lo que estábamos viviendo y recordarlo siempre en mi memoria. Además, les diría que intenten estar tranquilos y felices. Yo soy una persona muy nerviosa y siempre pensé que ese día iba a estarlo y, al final, era la que menos nerviosa estaba de todos. Estoy súper orgullosa porque pude disfrutar muchísimo de todo y fui súper feliz en todo momento".

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