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Sevilla, las musas flamencas de Dior y 11 pistas clave de su desfile viral

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La ola de calor no pudo impedir que la élite de la industria de la moda se trasladase hasta Sevilla para celebrar el esperado desfile Crucero 2023 de Dior, una parada más en el tour de la firma francesa por los rincones del mundo que enamoraron a Monsieur Dior. Decorada cual feria, con luces, música y un aluvión de flores, la Plaza de España de la capital hispalense recibió a los casi 900 invitados de la maison, entre los que encontramos a Victoria de Marichalar, Marta Ortega o Chiara Ferragni. Al ritmo del flamenco, se dieron a conocer una a una las nuevas propuestas de Dior, un híbrido único entre la rica historia de Andalucía y los principios irrevocables de la marca

 

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Sevilla, vista desde los ojos de Dior

Dior se impregnó del saber hacer español para llevar a cabo una reinterpretación de la cultura nacional utilizando los códigos inconfundibles de la icónica casa de moda. El resultado consta de una reinterpretación del vestido Bal à Séville que ideó Monsieur Dior en 1956, diferentes versiones del jinete andaluz, mantones de Manila e incluso, la chaqueta Bar en su versión española, decorada con hilos de oro. 

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Las mujeres del flamenco, infinita fuente de inspiración

En más de 40 de los 110 estilismos que recorrieron la pasarela artificial de la Plaza de España, los pantalones tomaron un papel protagónico con la intención de resaltar el tributo a las mujeres del flamenco que desafiaron los roles de género con su talante. La bailaora Carmen Amaya (mejor conocida como La Capitana) cumplió el papel de musa para la directora creativa de la firma. En vida, ella personificó con su arte la esencia del flamenco más allá de las barreras impuestas antiguamente a las mujeres.

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Fue la primera bailaora en vestirse con ropa considerada masculina, como bien ilustra el afiche encargado a la artista María Ángeles Vila Tortosa. A modo de homenaje, una coreografía flamenca acompañó a las modelos durante todo el espectáculo.

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Cayetana Fitz-James Stuart, un inesperado referente

Alusión menos clara pero indudablemente presente es el recuerdo de la duquesa de Alba, quien -consciente de su gran poder- era bien conocida por su pasión de montar a caballo vistiendo una chaquetilla, pantalones con tirantes de talle altísimo y sombrero de ala ancha. Entre los diseños que pasaron por el desfile, encontramos pantalones de jinete andaluz, chaquetillas con cierres brandenbourg, fustas y sobreros de fieltro propios de la indumentaria taurina y ecuestre de Andalucía. 

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El simbolismo de la Virgen María

En una visita a la Basílica de la Macarena en Sevilla, la diseñadora quedó maravillada por la glorificación de la feminidad tradicional en la cultura estética del sur de España: "Toda sus diferentes representaciones muestran vestimentas únicas con alusión a la fertilidad, al amor y a la procreación". Las espinas en la cabeza de esta Virgen María, la más venerada de Sevilla, llamaron especialmente su atención. Esta impresionante pieza de ornamentación fue regalo de un torero a principios del siglo XX y se han convertido en símbolo de belleza para La Guapa, como le llaman los locales.

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Chiuri encontró una correlación entre los pilares de su obra y los magníficos bordados dorados, esculturas y vestimentas eclesiásticas de la región. La Iglesia de Nuestra Señora de la O, por ejemplo, alberga a una virgen ligada a la idea de la fertilidad, cuyas devotas aseguran que protege a las parturientas. A su alrededor, encontramos representada la luna, símbolo milenario de la maternidad y razón por la cual se decidió celebrar el desfile bien entrada la noche. 

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La importancia de los artesanos andaluces

En cada minucioso detalle de este espectáculo encontramos rastros del arduo trabajo de los artesanos andaluces, desde las referencias textiles de los bordados y encajes del Santuario de los Gitanos hasta la confección de sombreros de fieltro desde la fábrica sevillana de Fernández y Roche. Estos complementos tradicionales estuvieron presentes en cada uno de los looks del desfile y, a modo de souvenir, cada uno de los invitados -entre ellos, Chiara Ferragni o Sassa de Osma- recibió su propio ejemplar. 

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"Es un trabajo increíble. He quedado sorprendida en este viaje con todas las distintas técnicas artesanales porque no son solo bordados sino también, trabajo con plata. Aquí son verdaderos pioneros de la excelencia", confesó Maria Grazia Chiuri en uno de los avances publicados en las redes sociales de Dior. 

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¿Por qué la Plaza de España?

Fue construida para la Exposición Iberoamericana de 1929 como crisol de las culturas que han dado forma al país y en representación de los distintos códigos artísticos que repercuten inevitablemente en cómo nos comunicamos a través de la moda. Para el desfile, Dior utilizó la iluminación en este complejo arquitectónico, que fusiona estilos como el Neomudéjar o el Art-Déco, para generar un juego de claroscuros, resultando en una atmósfera intensa similar a la de los cuadros de Goya

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Un mar de rosas y claveles

La maison confió en el paisajista Francisco Cisneros, que bañó de rojo la céntrica Plaza de España con un mar de claveles y rosas que evocan el paisaje del bajo Guadalquivir, un horizonte en movimiento donde las colinas son las protagonistas. Los puentes de Castilla y León quedaron inmersos en un manto de color rojo intenso que a la vista representa el contraste entre la construcción arquitectónica del ser humano y la magia de la madre naturaleza, un tema recurrente en las entregas de Maria Grazia Chiuri para Dior. 

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 En la escenografía, se introdujeron otros elementos más populares, como geranios, lavandas, albahaca y romero, plantados en macetas de barro o cestas de paja y mimbre por los mismos habitantes de la zona que rodea el Valle del Guadalquivir: herreros, agricultores, alfareros o floristas que reivindican el orgullo andaluz de trabajar la tierra

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