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En la vida en pareja se hacen muchas concesiones, pero nunca una de ellas debe ser aceptar que tu casa no te resulte acogedora porque está sucia y desordenada. Seguro que más de una persona se siente identificada con esta situación: que su pareja nunca ponga los platos en el lavavajillas o la ropa sucia en la cesta destinada a ello. Y lo cierto es que no lo hace por despreocupación o porque su interés sea que se encargue otro (en este caso tú), sino porque tiene más tolerancia al caos y ni siquiera le resulta molesto. ¿Cómo lidiar ante estas situaciones? Vamos a reconocer que, aunque no es fácil, existen algunas pautas para conseguir el objetivo. Esperamos que te resulten efectivas y vuelvas a disfrutar de una casa confortable y en perfecto orden.

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Necesaria comunicación

Insistimos en una cuestión clave, tu definición de ‘orden’ y la de tu pareja es completamente diferente y tu ser amado logra vivir en armonía, aunque haya muchas cosas de por medio. Y, en definitiva, por muchos esfuerzos que hagas por organizar el hogar, si tu pareja pone casi el mismo ‘empeño’ en desordenar, nada surtirá efecto. Así que, el primer paso para llegar a un entente, es una buena comunicación en la que le comentes qué te molesta antes de que la situación se convierta en una frustración constante. Además, el desorden provoca que la casa resulte mucho más difícil de limpiar.

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Diálogo productivo

Encuentra un momento idóneo para conversar con tu pareja acerca de tu preocupación por el desorden, procurando que nunca sea después de una discusión tratando de ese tema.

Para lograr una comunicación productiva es mejor estar en calma y ser asertivo, de lo contrario solo perderéis el tiempo vertiendo reproches el uno al otro.

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Dividir las tareas

Si has vivido con amigos o en un piso compartido sabrás lo útiles que son los planificadores de tareas domésticas, que reparten de forma justa y equitativa todo lo imprescindible que precisa una casa. ¿Por qué no hacer lo mismo con tu pareja, de modo que genere más responsabilidad y menos estrés? Deberéis entenderos y negociar, si uno se siente más a gusto haciendo la compra y el otro guardándola en la despensa, o bien los horarios de trabajo son más incompatibles con hacer y tender lavadoras, es algo que acordaréis. En todo caso lo ideal es que dediquéis el mismo tiempo cada uno y que también queden por escrito las tareas relacionadas con el orden: guardar la ropa doblada, despejar el escritorio…

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Revisad si estáis cumpliendo los objetivos

De nada os sirve tener un planificador si realmente las tareas asignadas no se realizan, así que sobre todo al inicio de la puesta en marcha del plan de acción, estad atentos a si los dos realmente estáis cambiando de hábitos (a mejor, claro está). De conseguirse, notaréis una gran mutación en los interiores de la casa en un corto periodo de tiempo.

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Provocad el orden

Otro consejo importante es que generéis espacios en orden donde cada cosa ocupe su lugar. Si en el baño tenéis varios estantes para guardar todas las toallas (de manos y de ducha), en el recibidor no habéis colocado un vacíabolsillos para dejar las llaves nada más traspasar la puerta o en la cocina es complicado saber en qué lugar poner las cosas, generar caos será sencillo.

Todos estos elementos de organización os resultarán útiles a los dos y, sobre todo conseguirá que tu pareja desordenada adquiera nuevos hábitos al resultarle fácil y cómodo guardarlo todo.

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Chequead regularmente qué se queda en la casa

Cuantas menos cosas tengáis, menos posibilidades hay de que desordenen la casa, así que, al menos una vez al año (mejor si es cada seis meses) deberéis revisar los interiores de los armarios y también las ornamentaciones y guardar solo aquello que os gusta o que necesitáis. El resto es el momento de donarlo para que lo aprovechen en otro hogar o, si está deteriorado, de tirarlo. Además, mientras os desprendéis de aquello que ya no os sirve, aprovechad para realizar una limpieza profunda de los espacios.

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Si nada funciona…

Realmente si aun poniendo ambos miembros de la pareja buena voluntad no se logra esa casa agradable y bien organizada en la que vivir confortablemente, es el momento de llamar a un organizador profesional. ¿Cuál es su trabajo? Pues va mucho más allá de únicamente organizar, pues además os asesorará acerca de elementos que contribuyen al orden y, también, sobre cómo mantener siempre la casa perfecta.

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Si el presupuesto lo permite otra posibilidad es contratar a un empleado del hogar que venga al menos una vez por semana, aunque con los problemas de orden tenéis que lidiar vosotros, son asuntos personales e intransferibles. Pero también es cierto que la ayuda de fuera os dará más tiempo para dedicarlo a la casa.

Ojalá el desordenado de la familia se dé cuenta de que los ambientes transmiten paz y tranquilidad cuando consigue contener el caos con éxito y, así, se aplique más en esta labor.

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