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Si estás buscando una planta de interior original capaz de decorar cualquier rincón donde la pongas, fíjate en la propuesta que te traemos hoy. La afelandra (Aphelandra squarrosa), también conocida como 'planta cebra' debido a las rayas que muestran sus hojas, es toda una belleza.

 

Un reto para el jardinero

Hay plantas de interior que apenas necesitan atenciones y prácticamente se cuidan solas. La afelandra no es una de ellas. Sin embargo, es tanto lo que te ofrece que merece la pena cultivarla en casa o, al menos, intentarlo. Aunque tendrás que estar pendiente de ella, con un poco de ayuda lograrás conocerla y cuidarla como a ella le gusta.

Se trata de una planta originaria de Brasil, lo que ya nos indica que prefiere los climas cálidos y húmedos. Muestra unas bellísimas hojas grandes de color verde oscuro con vetas y rayas blancas que son las responsables del sobrenombre de 'planta cebra'.

De tamaño medio y crecimiento lento, uno de sus mayores alicientes son sus flores amarillas, que suelen aparecer en verano.

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Luminoso y cálido, el emplazamiento perfecto

El primer reto que te va a plantear la afelandra cuando la lleves a casa es decidir el mejor lugar para ella. Debes tener en cuenta varios aspectos para encontrar la ubicación ideal.

Para empezar, esta planta necesita estar en un ambiente cálido, algo que debes conseguir aunque sea invierno y vivas en una zona de temperaturas rigurosas. Si es así, colócala cerca del radiador o de una fuente de calor. Aunque para muchas plantas esto es perjudicial, la afelandra estará feliz en un espacio donde haga calor (siempre por encima de 15ºC). Es muy importante, sobre todo, evitar los cambios drásticos de temperatura.

Además, es importante que haya suficiente luz natural, pero que no le lleguen los rayos del sol de forma directa ya que podrían quemarse las hojas. Si la tienes en una habitación oscura, probablemente no florecerá.

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Un entorno húmedo

La humedad ambiental debe ser alta allí donde quieras cultivar tu afelandra. Esta es, seguramente, la necesidad más perentoria de esta planta tan decorativa, junto con las temperaturas cálidas. Por eso, si la colocas cerca de un radiador, debes pulverizarla muy a menudo. También le vendrá de maravilla que la coloques sobre un plato con piedras y un poco de agua.

A la hora de regarla establece una pauta de un par de riegos semanales en primavera y verano, o incluso tres si hace mucho calor. En invierno debes reducir la frecuencia a un aporte de agua a la semana. Lo importante es conseguir que el sustrato se mantenga siempre húmedo, sin pasarse con el agua.

Un consejo: riégala con agua tibia y hazlo por debajo procurando no mojar las hojas.

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La belleza de sus flores

Si consigues encontrarle a tu afelandra el lugar ideal para ella (con la suficiente luminosidad), te regalará una espectacular floración muy original. Las flores de esta planta son auténticas joyas: grandes y de color amarillo dorado. Aparecerán a finales del verano y durarán unas seis semanas. Cada planta suele tener entre dos y cuatro flores. Cuando estas mueren es importante podar la planta eliminando la flor y las hojas marchitas.

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El mejor sustrato

A la hora de cultivar la afelandra en casa debes tener en cuenta todos los aspectos para tener éxito. Además de regarla adecuadamente, de conseguir que tenga la luz natural que necesita y el entorno cálido y húmedo que ama, tendrás que proporcionarle un sustrato adecuado a sus características.

Lo mejor es emplear tierra con un pH neutro o ligeramente ácido. Los sustratos universales de venta en centros de jardinería pueden servir, aunque conviene que le añadas un poco de arena para mejorar el drenaje.

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Cómo abonar la afelandra

A la mayoría de las plantas de interior les viene bien un aporte extra de nutrientes en algún momento de su desarrollo, y la afelandra no iba a ser menos. Si le proporcionas el abono adecuado, estarás ayudándola para que crezca más y mejor y florezca más fácilmente. Añade un fertilizante al agua de riego cada dos semanas en primavera y verano, que es su época de mayor crecimiento.

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Así podrás propagarla

Si quieres multiplicar tu afelandra puedes hacerlo con cierta facilidad por esquejes. Hazlo en primavera, cuando las temperaturas sean benignas (no debes hacerlo con frío). El procedimiento es sencillo:

- Corta un tallo de la planta de unos 6 cm aproximadamente, mejor de los laterales de tu planta.

- Unta el extremo del esqueje con hormonas de enraizamiento, lo que aumentará las posibilidades de éxito de la propagación.

- Planta el esqueje en una maceta con tierra húmeda y colócala en un lugar cálido (si todavía hace frío, ponla cerca de un radiador).

- Riega con abundancia, vigilando el encharcamiento. Los esquejes de afelandra necesitan mucha humedad para que puedan formarse raíces fuertes, lo que puede tardar alrededor de un mes.

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Las plagas que la amenazan

Como muchas plantas de interior, la 'planta cebra' atrae a insectos como el pulgón o la cochinilla, y también ácaros y trips. Lo más importante es detectar cuanto antes la presencia de estas plagas para combatirlas y poder salvar la planta. Utiliza un insecticida adecuado al tipo de insecto a erradicar.

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¿Qué le pasa a mi afelandra?

Ya sabemos que la afelandra no es una planta excesivamente fácil de cultivar. De hecho, puede presentar ciertos síntomas que es necesario conocer y tratar para lograr que crezca bella y sea capaz de producir sus flores tan especiales.

- Las hojas se caen sin remedio. Este problema está relacionado con el riego, bien porque sea excesivo o bien porque sea escaso (en esta caso se marchitarán las puntas de las hojas). Otro motivo por el que la afelandra puede perder las hojas es porque el ambiente esté muy seco y necesite humedad.

- Las hojas se arrugan. Esto sucede porque han recibido demasiado sol o quizá porque la planta está pasando demasiado calor. Trasládala a un lugar luminoso pero sin sol directo.

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