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Llenar tu casa de flores en primavera es una manera perfecta de alegrar el ambiente, algo tan necesario en estos momentos. Grandes o pequeñas, de mil colores, las plantas de interior consiguen elevar tu estado de ánimo y hacerte sentir mejor.

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Orquídea (Phalaenopsis spp.)

Elegante, sofisticada y un tanto misteriosa. Así es la orquídea, una planta muy bella capaz de decorar por sí misma cualquier espacio. Aunque tiene fama de exigente y de ser muy delicada, en realidad no lo es tanto. Siguiendo algunas recomendaciones básicas, es posible cultivar orquídeas en casa y conseguir que florezcan. Lo primero que has de tener claro es que necesita mucha luz (de ello dependerá su floración), por lo que debes buscarle una buena ubicación, por ejemplo, cerca de una ventana. En cuanto al riego, es quizá la parte más difícil de su cuidado. No requiere demasiado: bastará con una aportación semanal en invierno, y dos veces a la semana en primavera y verano. Un consejo: le gusta el agua blanda y pobre en sal, así que si vas a usar agua del grifo puedes hervirla y filtrarla después para eliminar impurezas.

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Espatifilo (Spathiphyllum wallisii)

Es una planta de interior resistente y fácil de cultivar, que te sorprenderá por sus hojas de color verde brillante y sus flores blancas. No te dará muchos quebraderos de cabeza, porque necesita poco para estar en plena forma. Colócala en un lugar luminoso a salvo de las corrientes de aire, y riégala dos veces por semana cuidando de que no se encharque el sustrato. También le vendrá bien que la abones en primavera y verano.

Un consejo: ¿Tu espatifilo no florece? Puede ser por falta de luz, porque no la estés fertilizando correctamente o porque lo tengas en una maceta demasiado pequeña. Ahí tienes la solución.

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Begonia (Begonia semperflorens)

Hay muchas variedades de begonias, todas ellas fuertes y con una gran capacidad de adaptación. Por eso son muy adecuadas para el cultivo en interior, ya que les van bien los ambientes cálidos y húmedos. La begonia necesita cuidados bastante asequibles: ama la luz natural (en especial las variedades de hoja verde más claro; las de hojas oscuras necesitan menos luminosidad), y no le gustan nada las corrientes. En época de floración conviene abonarla una vez a la semana. En cuanto al riego, con dos aportaciones de agua semanales tendrá suficiente. Un consejo: la begonia no soporta el encharcamiento, por lo que es buena idea poner un platito debajo de la maceta a la hora de regarla para recoger el sobrante, dejarlo unos 30 minutos y después vaciarlo.

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Violeta africana (Saintpaulia spp.)

Es una pequeña planta de interior que pondrá una nota cromática muy atractiva en cualquier rincón de tu casa. Aunque hay variedades de diversos colores, la más habitual (y también la más llamativa) es la que hace gala de unas preciosas flores de un morado intenso. Ocúpate de que no le falte luz y fertilízala en época de floración. Un consejo: a la hora de regarla, hazlo desde abajo dejando la maceta sobre un plato con agua durante unas horas. Las hojas de la violeta africana son vellosas y delicadas y se pudren si se mojan.

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Amarilis (Hippeastrum spp.)

Muy sensible al frío, el amarilis le encanta estar bien protegido dentro del hogar, por lo que es una gran planta de interior para cultivar en maceta. Se trata de una especie bulbosa de la familia de las amarilidiáceas que está perfecta cerca de una ventana, ya que necesita luz, evitando los rayos directos del sol. En cuanto al riego, bastará con que le aportes agua cuando el sustrato esté seco. Mantenerlo húmedo es la mejor forma de regar tu amarilis. Un consejo: no te fijes solo en la capa superficial de la tierra. A veces parece muy seca y nos hace pensar que todo el sustrato estará igual y no es así. Introduce en la maceta un palo (o incluso el dedo) para comprobar si la tierra del fondo está húmeda o no.

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Gardenia (Gardenia jasminoides)

Aunque delicada de cuidar, la gardenia es una planta maravillosa para cultivar en casa, por su belleza espectacular y su increíble aroma. Merece la pena esmerarse en el cuidado cuando el premio es disfrutar de ella. Se trata de una especie acidófila, lo que significa que necesita un sustrato ácido para crecer (lo encuentras en tiendas de jardinería). Búscale un lugar luminoso y riégala siempre que la tierra se seque. Una buena idea es utilizar una maceta de autorriego, ya que la gardenia se administra el agua perfectamente. Un consejo: le va mejor el agua blanda pobre en cal. Si vives en una zona con agua muy dura, puedes plantearte regarla con agua mineral. O puedes añadir al agua de riego un par de gotas de limón o vinagre para bajar el pH.

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Clivia (Clivia miniata)

Esta es una planta perfecta para jardineros principiantes, así que elígela si eres uno de ellos y no tienes mucha experiencia cultivando en interior. Es resistente y fácil de cuidar. Además, te regalará una maravillosa floración con grandes ejemplares anaranjados desde el principio de la primavera hasta el final del verano. La clivia crece sana en ambientes cálidos y secos (no necesita demasiada humedad ambiental), aunque sí agradecerá que la abones en primavera y verano cada 15 días con un fertilizante específico. Un consejo: no la trasplantes. Al revés que a la mayoría de la especies de interior, le gusta estar en maceta pequeña y, de hecho, florece más y mejor con las raíces comprimidas.

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Kalanchoe (Kalanchoe blossfeldiana)

De fácil cultivo, el kalanchoe es una planta especial de hojas carnosas y flores agrupadas en racimos de color rojo, naranja, amarillo, rosa o blanco que surgen en primavera en todo su esplendor. Para ello necesita luz abundante y un ambiente húmedo, ya que la sequedad le perjudica bastante. Sin embargo, no le hace falta que la riegues mucho. También le vendrá bien un abono líquido al agua cada 15 días. Cuando la floración termine, trasplanta tu kalanchoe a una maceta más grande. Un consejo: para lograr más flores, retira las marchitas ya que consumen recursos y energía de la planta.

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Anturio rojo (Anthurium)

Esta planta tropical sorprende por sus grandes hojas con forma de corazón y sus flores rojas llamadas espatas, provistas de un espádice blanco o amarillo. Es bastante exigente, por lo que tendrás que esforzarte en su cuidado. No le gustan los cambios bruscos de temperatura; necesita luz, pero no sol directo; y bastante agua, pero sin excesos. También tendrás que abonarla de primavera a otoño, si quieres que florezca. Un consejo: pulveriza sus hojas con agua tibia al menos una vez a la semana. Así evitarás que se pongan amarillas).

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Guzmania (Guzmania ligulata)

Se trata de una planta de la familia de las bromeliáceas, que estará perfecta con unos sencillos cuidados: luz, riego moderado, una ligera ayuda en foma de fertilizante… No demasiadas cosas. A cambio, te ofrece unas hojas verdes y brillantes y unas flores grandes y vistosas en tonos rojizos y naranjas. Un consejo: Le encantará que la pulverices con agua tibia dos o tres veces por semana. Y si añades una pequeña dosis de abono líquido al agua de pulverización cada 15 días, te lo agradecerá mucho, ya que la guzmania toma los nutrientes a través de las hojas.

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