LA CAPITAL
Verde y apacible es la capital palentina que, como su catedral, es una bella desconocida. Su vida pasa por la elegante calle Mayor, espina dorsal de la ciudad, y por las riberas del río Carrión como paseos más habituales de los palentinos. Su patrimonio no es apabullante, pero sí meritorio, en el que sobresalen templos como San Miguel -donde la leyenda dice que contrajo matrimonio El Cid–, San Francisco y Santa Clara, algunos palacios como el Casino o el modernista Colegio Villadrandro. La visita al Museo del Agua, junto al canal, y la ruta del tapeo no pueden faltar en una visita a la ciudad.
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