Cien veces bajó el niño Balenciaga desde el Palacio Aldamar hasta el puerto, donde arribaba cada día su padre, que era marinero y falleció cuando él solo tenía 11 años. Como su progenitora, desde su modesta posición, le hizo tener un natural y temprano acceso al refinamiento y a los gustos propios de las clases privilegiadas, ya que era patrón de una pequeña embarcación que trasladaba a los miembros de la familia real y a la Corte en sus excursiones y salidas de recreo por la zona, así como en sus desplazamientos por la bahía de La Concha. El puerto es hoy un lugar donde tomarse un buen pescado a la brasa en los restaurantes que en torno a él se ubican –sobre todo en Elkano y o Txoko– y luego seguir descubriendo otros rincones de Getaria, desde la calle de San Roque, a la que se asoman sus casas medievales, o la iglesia gótica de San Salvador, pasando por la vieja torre de los Zarautz y Olaso y el pasadizo de Cantaprona.
Pueblos marineros en el Camino de la Costa a Santiago