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Uno se enamora de Praga en menos de media hora. Y no es ninguna exageración, es que pocas ciudades europeas atrapan a tanta velocidad. Un vistazo a sus encantadores barrios a un lado y otro del río Moldava, al imponente castillo que todo lo domina desde lo alto, el entramado de calles adoquinadas que conducen inexorablemente a su plaza Vieja, a su famoso puente… es más que suficiente para saber que desde ya, adoras Praga.

Lo que no sabes, al menos al principio, es que hay una Praga evidente, que pasa por sus joyas Patrimonio de la Humanidad y sus monumentos y museos, pero también hay otra Praga más calmada, menos monumental pero más artística y sobre todo, muy romántica. Esa es la Praga que hoy te proponemos descubrir.

 

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POR LA VENECIA PRAGUENSE

Tal vez Kampa no esté inicialmente en tus planes, porque no es tan conocida. Sin embargo es una isla a la que merece la pena dedicarle unas horas y especialmente si viajas en pareja, porque es un pequeño oasis en la ciudad por el que pasear y dejarse llevar con la tranquilidad que difícilmente encontraréis en otros sitios. En Kampa se disfruta sin prisa de preciosos rincones, sin pensar en lo que te queda por ver.

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Para ubicarse, Kampa es una isla artificial que pertenece a Mala Strana -el barrio antiguo de Praga-, en la parte occidental del río Moldava. Encontrarla es fácil, está a la izquierda, nada más pasar el puente Carlos desde la Ciudad Vieja. Un islote que se separa del resto por el canal del Diablo, donde hay antiguos molinos de agua y por el que se transita en embarcaciones de madera como si de una pequeña Venecia se tratase. Pero antes de recorrer su interior, podemos comenzar con el romántico paseo en barco.

 

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Hay muchos tipos de embarcaciones que recorren el Moldava por la cara más acuática de Praga, pero ninguna con tanto encanto como las que se adentran en este canal (prazskebenatky.cz). Para subir a las barcazas de madera, construidas según la tradición de las viejas barcas del siglo XIX, hay que dirigirse al muelle escondido en el subsuelo de la Ciudad Vieja, bajo la plaza Křižovnické náměstí, la que da acceso al puente Carlos desde la orilla opuesta a Kampa.

Antes habréis pasado por el ‘muro del beso’, que representa a una apasionada pareja con la iglesia de Nuestra Señora de Tyn, de la Ciudad Vieja, de fondo. Tal vez sea un buen momento para imitarlos antes de continuar nuestro camino.

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La embarcación comienza a navegar por el río bajo el puente Carlos, Patrimonio de la Humanidad y seguramente el más fotografiado del mundo. Si antes habéis pasado por encima –y estando en Praga es imposible no hacerlo–, ahora tendréis la oportunidad de conocer su historia de la mano de un guía y verlo desde otra perspectiva. La barca se adentro bajo sus arcos y podréis conocer el arco cero, oculto a la vista de los peatones, o navegar bajo el único que queda del puente de piedra de Judith, desaparecido por una inundación en el siglo XIV y al que sustituyó el puente Carlos.

 

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Es el momento de cruzar el río hacia la otra orilla, donde se encuentra Kampa, y adentrarse en el canal de Certovka (o del Diablo). En la Edad Media, esta isla era una zona rural, con fincas y molinos de agua, el lugar al que las mujeres acudían a lavar la ropa. De los nueve molinos que hubo en este canal, hoy quedan cuatro y el mejor conservado es el precioso Molino del Gran Prior, una noria de madera restaurada y con más de 8 metros de diámetro, que aún hoy continúa dando vueltas de forma pausada. Navegando se van dejando atrás pequeños restaurantes con sus terrazas sobre el río y alojamientos boutique que asoman al canal, como el Kampa Garden Hotel (pytlounkampagardenhotel.cz).

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EL MURO DE JOHN LENNON: LA REVOLUCIÓN DEL AMOR

Finalizado el paseo en barco, toca conocer Kampa a pie. Habrá que atravesar el puente Carlos en dirección a Mala Strana y justo antes de acceder a la isla pasar por el muro de John Lennon, cuyo lema: It’s time for a love revolution, es una fuente de inspiración (thelennonwall.com).

Siendo fieles a la verdad, el músico nunca estuvo aquí. Sin embargo, esta enorme pared repleta de grafitis se inspira en él y en su mensaje de paz. Fue en diciembre de 1980, cuando asesinaron al ex Beatle en la ciudad de Nueva York, un suceso que conmocionó al mundo entero, incluida la capital de la antigua Checoslovaquia. En esos momentos apareció en este lugar, como un homenaje al músico, un retrato suyo junto a una frase en contra del antiguo régimen comunista. La frase fue borrada, pero volvió a aparecer. Y así una y otra vez cada vez que se borraba. Los jóvenes utilizaban el muro como lugar donde plasmar letras de canciones, frases que llamaban a la paz y continúa hasta hoy, un lienzo vivo convertido en un símbolo de la libertad de expresión, frente al que se fotografían cada día cientos de turistas.

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Junto al muro hay una preciosa tienda en la que entrar. Un rincón lleno de objetos de diseño donde encontraréis una colección de láminas y póster, accesorios para el hogar, ropa, bolsos, puzzles, papelería..., y todo inspirado por ese mensaje de amor y paz.

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LA VERDE ISLA DE KAMPA

No es uno de los lugares mas frecuentados por los turistas cuando visitan Praga y ahí reside su encanto. Un oasis natural en medio de una ciudad que, en la parte vieja, no cuenta con demasiados parques. Por eso a este lugar se va a pasear tranquilos, tan cerca del puente Carlos como alejado de sus multitudes.

Lo primero que se atraviesa nada más entrar es la plaza arbolada de Na Kamp. En ocasiones, se encuentra en ella alguna exposición en plena calle, otras se llena de artesanos y siempre hay terrazas abiertas donde sentarte a tomar algo caliente, también en el invierno al refugio de sus estufas.

 

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Al salir de la plaza caminando por las calles adoquinadas se llega a la zona verde, paseando junto al río, donde se encuentra el museo Kampa (museumkampa.cz) y un buen número de curiosas esculturas contemporáneas en lo alrededores. El edificio que hoy ocupa el museo fue el antiguo Molino de Sova, del siglo XIV, y ahora alberga una importante colección de obras de artistas del siglo XX, especialmente del llamado bloque del este, de creadores checos y arte moderno centroeuropeo. También se visita la Werich Villa (werichovavila.cz), muy relacionada con la historia de esta isla. En su entrada hay un café encantador donde probar algún dulce local.

Atravesando el canal de Diablo está el puente del amor, donde las parejas cuelgan en sus verjas de metal los candados con los que sellan su compromiso. Un lugar por el que tendréis que pasar, como también, bien pegaditos, por Vinarna Certovka, la calle peatonal más estrecha del mundo.

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EL MONTE DE LOS ENAMORADOS

Aún queda un sitio en Praga para sellar el amor. Es la colina de Petrín, llamada el monte de los enamorados, con jardines y viñedos para pasear hasta llegar a la torre de Petrín, a la que comparan con la torre Eiffel por su estructura y por haber sido construida dos años después de la parisina e inspirada en ella. Es un magnífico mirador de Praga desde sus 60 metros de altura.

Junto a la torre, el Laberinto de los Espejos es un sitio divertido para pasar un rato, y en las laderas del monte no dejéis de buscar la estatua de poeta checo del Romanticismo Karel Hynek, el lugar en el que las parejas praguenses se juran amor eterno.

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UN HOTEL CON UNA SOLA HABITACIÓN

¿Qué lugar más original para pasar una noche en Praga que un hotel con una sola habitación? Está en la torre de Žižkov, también llamada torre de la Televisión o Tower Park Praha, el edificio más alto de Praga, con 216 metros. En su interior se esconde un mirador circular, un restaurante de cocina checa y, lo más exclusivo de todo, el One Room Hotel Torre Park (towerpark.cz/sky-suite), con su sky suite. Una única y romántica suite de lujo donde pasar la noche a 70 metros de altura con la ciudad a vuestros pies.

 

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