Hoteles únicos: el placer de dormir en un convento
Hay lugares que, desde sus orígenes, parecen predestinados a que sus huéspedes encuentren en ellos la paz, la tranquilidad, el silencio y el bienestar. Nos vamos de 'slow travel'
Muchos de los antiguos cenobios que se reparten por la geografía española ya no están habitados por monjes ni conservan su austeridad original, el lujo y las comodidades actuales han tomado el relevo. En estos hoteles-convento se puede vivir una experiencia única, la de escuchar la larga historia que relatan sus muros y disfrutar de otros placeres.
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HOTEL CONVENTO ARACENA & SPA, HUELVA
Ya no son las monjas dominicas de clausura la que moran en este antiguo convento onubense del siglo XVIII en pleno casco histórico de Aracena y a los pies del castillo, pero esa misma espiritualidad y esa paz sigue inundando hoy todos sus rincones, ahora que vive nuevos tiempos como hotel (hotelconventoaracena.es). Aquí se viene a poner en práctica el slow travel: descansar, disfrutar y relajarse. Y fácil es hacerlo en sus habitaciones de altos techos con bóvedas de ladrillo, especialmente en las junior suites, situadas sobre el coro de la iglesia, con doble altura y camas king size, con una cuidada decoración en la que se han conservado algunos elementos propios del antiguo convento.
Si hablamos de relax, pensamos irremediablemente en spa, y este hotel cuenta con uno maravilloso donde revitalizar los sentidos y purificar cuerpo y mente: piscina de hidroterapia con cascada y jacuzzi, baño turco, saunas, gruta de hielo, tumbonas de piedra caliente... Un espacio de salud, belleza y relajación que ofrece una variedad de tratamientos, masajes y circuitos termales. ¿Un consejo para empezar? El ritual de Relajación Olimpia, con el aceite de oliva virgen extra como ingrediente principal de esta experiencia sensorial.
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Otras experiencias son las que se pueden disfrutar en el restaurante Huerto Nun, ubicado en el antiguo huerto de las monjas. En él la tradición y la vanguardia van de la mano. De la tierra sale la materia prima de sus platos, incluso las especies aromáticas se recogen en el propio huerto del convento y con una elaboración sencilla se consiguen las recetas deliciosas de su carta, que gira en torno al cerdo ibérico de bellota, con denominación de origen.
PARADOR DE CHINCHÓN, MADRID
La Plaza Mayor de Chinchón es, para muchos, la más bonita del mundo. Amplia y porticada, posee el encanto de la irregularidad, tanto en la planta como en las galerías de madera situadas a diversas alturas. A dos pasos de ella queda el antiguo convento de San Agustín, hoy Parador, por el que muchos pasan a tomar un café en su precioso claustro y otros buscando el afamado cocido que se sirve los viernes en el comedor principal de su restaurante.
De entrante, unas albondiguillas de menudo de pan con cocido de antesdeayer, torreznillo y variantes de Campo Real; del puchero, la sopa de fideos y pan con hierbabuena; de la olla, los garbanzos pedrosillanos, la col, los cardillos, el morcillo, el tocino entreverado, la gallina…; y de postre, bartolillos y pestiños. Para descansar de todo ello, nada mejor que pasear por sus amplios jardines entre árboles frutales y la huerta que usaban los monjes y descansar en sus cómodas y amplias habitaciones.
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SON BRULL, MALLORCA
La arquitectura y la austeridad en la decoración de este antiguo monasterio jesuita del siglo XVII rodeado de campos de olivo transportan a un tiempo en el que la contemplación de la naturaleza, la calma y el silencio eran lo común. Aunque antes que él fue una alquería árabe. La hospitalidad que los monjes residentes daban a los viajeros que pasaban por él antaño es la misma que hoy impera en este hotel boutique restaurado con mimo por la familia Suau. Con la huella visible del rico patrimonio de Son Brull, todos los rincones del elegante establecimiento están cuidados al máximo: desde sus habitaciones con vistas a los campos de olivos y a la bahía de Pollença, a la antigua almazara que hoy alberga el bar, el restaurante 365 o el spa, un paraíso de agua y de teca donde no queda más remedio que sucumbir. A solo diez kilómetros queda la playa. Puedes reservar aquí.
BARCELÓ MONASTERIO DE BOLTAÑA, HUESCA
La historia y la esencia del antiguo monasterio de Boltaña, en el corazón del Pirineo aragonés, sigue presente en este impresionante edificio a orillas del río Ara, convertido en un moderno cinco estrellas de la cadena Barceló, con un enorme spa y un recomendable restaurante. Los carmelitas descalzos que lo fundaron en el siglo XVII se dedicaban a la oración y a las labores agrícolas, hoy sus huéspedes llegan buscando la tranquilidad y la naturaleza del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
De antaño conserva la capilla y el claustro en torno al cual se ubicaban las celdas de los monjes y que ahora es un acogedor salón. A solo 6 kilómetros de Boltaña está Aínsa, dos pueblos medievales que rivalizan en belleza. Puedes reservar aquí.
PALACIO DE SANTA PAULA, GRANADA
Al caer la tarde, el claustro central del antiguo convento jerónimo de Santa Paula es un lugar imprescindible en el mismo centro de Granada para tomar un cóctel o una copa de vino. La joya de un monumento histórico, levantado allá por 1513, formado por un palacio del siglo XIX y un conjunto de casas moriscas que vive nuevos tiempos como hotel de la mano de la marca Autograph Collection de la cadena AC Hoteles. El antiguo refectorio de los monjes lo ocupa el restaurante El Claustro, referencia de alta cocina. Y para descansar, 75 habitaciones de todos los tamaños con vistas a la Gran Vía granadina.
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EUROSTARS LOS AGUSTINOS, LA RIOJA
La historia se palpa entre los muros de piedra de este antiguo convento que en 1373 Diego López de Haro construyera en Haro, la mismísima capital del vino, para dar techo a los ermitaños de la orden de San Agustín. El edificio se destinaría después a guarnición militar, hospital, escuela y cárcel municipal y todavía pueden leerse en sus muros los grafitos que dejaron los presos en las columnas del claustro. Rehabilitado como hotel, 600 años después resulta un cálido y acogedor alojamiento para alojarse en sus habitaciones y estancias que impresionan por la altura de las bóvedas y degustar una oferta gastronómica que pone en valor los platos de la cocina riojana y los vinos de la tierra (eurostarshotels.com).
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CONVENTO SAN ROQUE, BALMASEDA, VIZCAYA
Balmaseda siempre fue una villa importante como eje comercial en la ruta hacia Castilla y parada en el Camino compostelano. Otros la conocerán por su Pasión Viviente o por su fábrica de boinas. Nos situamos en ella para localizar este hotel con historia que ocupa uno de los edificios más importantes de la localidad: el antiguo monasterio de Santa Clara, fundado en 1666 y que permaneció abierto como lugar de oración hasta 1984.
Hoy se disfruta del convento alojándose en las antiguas celdas de las jóvenes novicias y a la mesa de su restaurante, especializado en cocina vasca tradicional y carnes a la brasa (hotelsanroque.es).
EL ANTIGUO CONVENTO, MADRID
En Boadilla del Monte y muy cerca del Palacio Infante Don Luis, este antiguo convento de carmelitas descalzas de clausura es un enclave cercano a Madrid donde rodearse de cultura, historia y naturaleza. Su origen se remonta a 1674 y rehabilitado en 1998 íntegramente para su nuevo uso como hotel de lujo, aunque conservando su fisonomía y su pasado, se ofrece como espacio para bodas y otros eventos, donde la gastronomía ocupa un importante lugar en sus distintos espacios. La pequeña capilla que se encontraba en la galería alta del claustro es ahora una sala de lectura para los huéspedes y el antiguo refectorio, que mantiene su esencia, transformado en un íntimo comedor.
ÁUREA CONVENTO CAPUCHINOS, SEGOVIA
En el empedrado de Segovia se descubre en pleno centro el primer cinco estrellas de la ciudad, un hotel boutique de la marca Áurea Hotels, de la cadena Eurostars (eurostarshotels.com), ubicado en el antiguo convento de las Oblatas, fundado en 1637 por 120 monjes capuchinos. En su momento, la localización del convento permitía a sus moradores contemplar el valle del Eresma y vivir rodeados de palacios, iglesias románicas y otros conventos religiosos. Transformado en su totalidad, manteniendo inalterable su aspecto exterior, la antigua iglesia es ahora el restaurante gastronómico, el huerto es un gran jardín con amplias terrazas y el convento y la residencia de fundadores acogen las 62 habitaciones y los servicios comunes del hotel, entre los que se encuentra un spa. Líneas minimalistas, diseño y nuevas tendencias arquitectónicas se combinan en este alojamiento que ha hecho de la austeridad un lujo. Ofrecen visitas guiadas para conocer la historia del edificio.