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CALAS DE ROCHE, CÁDIZ

Un sendero panorámico une las siete pequeñas calas de la urbanización de Roche, en Conil de la Frontera, protegidas del viento de levante por acantilados. Caminando por lo alto, además de contemplar unas estupendas vistas, se puede descender hasta la arena en bajamar para darse un baño. Próximo queda el faro de Roche, a cuyos pies se encuentra el puerto pesquero de Conil. A la hora de comer el restaurante del Club Náutico (mejor reservar) es una magnífica opción.

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ARENALES DEL SOL, ALICANTE

Su nombre no suena tanto –se lo da la pedanía de Elche en la que se encuentra– y eso que pasa por ser una de las más valoradas de la costa alicantina. La calidad de sus aguas, la riqueza de sus fondos marinos y sus dunas móviles, fijas e incluso fósiles contribuyen a ello.

Sus 3 kilómetros de arena fina y blanca están conectados con el paraje natural del Clot de Galvany (clotdegalvany.es), un espacio protegido de gran biodiversidad donde pueden realizarse visitas guiadas o talleres, entre otras actividades. Cuenta con un Aula de la Naturaleza donde se facilita información sobre rutas, actividades y se proyectan audiovisuales de la zona.

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PLAYA DE TRENGANDÍN, CANTABRIA

Noja es un bonito lugar turístico, por sus casas-palacio, sus humedales y, sobre todo, por sus playas de Trengandín y Ris, con Bandera Azul. Lo que atrae de la primera es la salvaje belleza de su entorno, un paisaje de montañas, bosques y dunas que enmarca sus tres kilómetros y medio de arena fina y dorada; también sus aguas transparentes y los pináculos rocosos, piscinas naturales y pozas que aparecen cuando baja la marea. Rodeando un pequeño cabo espera la de Ris, otro largo arenal vigilado por una línea de peñas e islotes.

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PLAYA DE AREA, LUGO

Viveiro es una importante villa de la Mariña lucense que tiene historia y patrimonio, pero, además, un buen catálogo de playas de arena blanca, aguas cristalinas y suave oleaje. Cercana a la ladera del monte Faro, en un precioso entorno, se encuentra este arenal rectilíneo, con dunas y en uno de sus lados la isla del mismo nombre, que es refugio de aves marinas. Además de deportes náuticos, próximos quedan los restos arqueológicos de la villa romana de Estabañón y de la medieval de Arenas, que quedó bajo el mar.

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PLAYAS DE PAPAGAYO, LANZAROTE

Más de siete kilómetros de arenales vírgenes bañados por aguas tranquilas de color turquesa al sur de Lanzarote. Así pintado, ¿quién no quiere escaparse en septiembre para allá? Las hay amplias, como Puerto Muelas; secretas y escondidas, como el Caletón del Cobre, sin olvidar la de Papagayo, la más famosa y que da nombre al conjunto. Como en las Canarias las temperaturas siempre son suaves, cualquier momento es bueno para bañarse en sus aguas. Hacia el oeste están Los Hervideros, otro lugar para disfrutar del mar, donde este bate con virulencia contra los acantilados y cuyas afiladas formas se deben a las erupciones volcánicas ocurridas hace siglos.

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PENARRONDA, ASTURIAS

El valioso entorno que rodea esta concha alargada de 600 metros de arena fina y dorada dicen mucho de ella, pues se encuentra en la Reserva de la Biosfera Oscos-Eo, en el límite entre Asturias y Galicia. Una playa que comparten Castropol y Tapia de Casariego y se extiende entre la punta del Corno y los acantilados de la Robaleira. Su nombre se lo da el redondeado islote que se encuentra en su mismo centro, al que se puede acceder cuando desciende la marea. Entre las dunas se halla el alhelí de mar, una bonita flor en peligro de extinción, y en su islote de Las Pantorgas, que cierra la playa por el este, aves protegidas.

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LA VALL DE ALGAIARENS, MENORCA

Menorca sigue apeteciendo en septiembre, más si es para descubrir playas como esta, formada por dos abanicos de arena separados por un roquedo y una sucesión de dunas rosadas a sus espaldas. No es el único encanto de esta ensenada de la isla, también su ubicación junto a la desembocadura de un barranco y con su fina arena fundiéndose con los pinares. El único inconveniente es que para llegar a ella hay que atravesar una finca privada, cuyo propietario cobra un peaje.

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PLAYA AMÉRICA, PONTEVEDRA

Uno de los mejores escaparates arenosos de las Rías Baixas es esta playa urbana distinguida con la bandera azul que queda frente al castillo de Baiona. Recorrida por un paseo marítimo, su más de un kilómetro de largo la convierten en una de las más largas de Galicia y está separada por la de Paxón por el pequeño río Muíños.

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MATALASCAÑAS, HUELVA

Un paseo interminable regala, por sus más de 5 kilómetros, esta playa que extiende su arena entre la torre de la Higuera y el Coto, un espacio protegido de que comprende el Parque Dunar, con más de 130 hectáreas de dunas de 10 metros de altura. Las más de 3000 horas de sol al año, la exuberante naturaleza que la rodea y uno de los atardeceres más hermosos de Andalucía hacen de Matalascañas un destino ideal para disfrutar en cualquier época, también en septiembre.

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PLAYAS DE EMPÚRIES, GIRONA

Emulando a aquellos griegos y romanos que se paseaban por su arena, disfrutar de los arenales que quedan frente a las ruinas de Empúries es hoy todo un baño de cultura. La primera de estas calas de la Costa Brava es la estrecha ensenada de Les Muscleres, con aguas cristalinas poco profundas; luego Muscleres Grosses y más allá, la de Moll Grec. El paseo marítimo, que arranca en la playa del Portixol y concluye en Empúries, enlaza estas conchas de arena blanca unidas con tómbolos.

 

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