Arenales infinitos, calas secretas, conchas de cantos rodados, salvajes, de interés natural... Presumimos de playas en España, cómo no hacerlo, pero no solo de su extensión o su entorno, también de la calidad de sus aguas, su arena, infraestructuras, información o limpieza, como reconocen las 621 banderas recibidas en 2022. Con ganas de empezar ya a disfrutar de ellas, nos fijamos en la Comunidad Valenciana, la autonomía con más reconocimientos a sus costas, para mostrarte algunas de nuestras favoritas.
EL POSTIGUET, ALICANTE
Arena dorada, aguas poco profundas y numerosas palmeras alrededor, todo ello acompaña hacen de esta playa urbana de la capital el lugar de encuentro de los alicantinos. Para tomar el sol, darse un baño, para el paseo, los deportes o la diversión infantil, este arenal a los pies del castillo de Santa Bárbara y junto al famoso paseo de la Explanada se ha ganado por méritos su bandera azul.
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LA GRANADELLA, JÁVEA
Dos barrancos densamente poblados de pinos de Alepo custodian esta pequeña calita de la localidad alicantina de Jávea próxima al cabo de La Nao. Para bañarse es ideal por su mínimo oleaje, sus aguas transparentes y una playa de guijarros muy a tono con los escarpados contornos. Unos metros mar adentro, guarda un lecho arenoso, que cubre apenas se pone el pie en esta piscina natural. Su mejor vista la regala el descendente camino que lleva hasta su orilla.
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ARENAL-BOL, CALPE
La extensa playa de Calpe es un arenal familiar con sorpresas, pues en él se ven restos de unas termas y de una factoría romana de garum. La escolta el peñón de Ifach, protegido como parque natural, el más pequeño de Europa, y un paseo marítimo que llega hasta la misma base de él. Quien se anime, puede subir hasta su cima para contemplar la vista desde las alturas de esta playa alicantina.
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ARENALES DEL SOL, ELCHE
En la pedanía que le da nombre encontramos esta playa de casi 3 kilómetros de arena fina y blanca que pasa por ser una de las más valoradas de la costa alicantina, por la calidad de sus aguas, la riqueza de sus fondos marinos y sus dunas móviles, fijas e incluso fósiles. Por si fuera poco, está conectada, además, con el paraje natural del Clot de Galvany, un humedal situado entre las zonas urbanas de Arenales del Sol y Gran Alacant.
PLAYA DE LEVANTE, BENIDORM
La más conocida de las playas de Benidorm lleva desde 1987 ondeando la bandera azul, por la calidad de su arena y de sus aguas, su accesibilidad, su orientación –permite tomar el sol durante la mayor parte del día– y sus servicios. Son más de 2 kilómetros de arenal que se extiende entre Punta Pinet y Punta Canfali, escoltados por edificios de apartamentos, hoteles, restaurantes y pubs, que se ha convertido en todo un icono playero.
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EL SALER, VALENCIA
La cara más natural de Valencia está a solo unos pocos kilómetros de la ciudad y la ofrece ese humedal de agua dulce a dos pasos del mar que es el Parque Natural de la Albufera. Dentro de sus límites se puede dar un paseo en bicicleta por la Devesa del Saler para observando a las numerosas aves que nidifican o pasar el invierno en ella, conocer el ciclo del arroz que se cultiva en esta agua, subirnos a una barca en El Saler o El Palmar para navegar por los canales y rematar con un buen arroz en una barraca tradicional o bañarse en las aguas de esta extensísima playa de arena fina y entorno natural protegida por dunas donde es fácil mantener la distancia.
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PLAYA NORTE, PEÑÍSCOLA
La playa de Peñíscola por antonomasia tiene 5 kilómetros de largo y 44 de media de ancho. Con estas dimensiones, quien no encuentra su sitio es porque no quiere. La mayor parte es de arena dorada y como empieza en el casco antiguo de la ciudad, cuenta con unas preciosas vistas del castillo del Papa Luna. Es ideal para ir en familia y cuenta con todos los servicios.
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VORAMAR, BENICÀSSIM
Medio kilómetro de arena entre Oropesa, al norte, y la playa de la Almadrava, al sur tiene esta playa urbana de Benicàssim que desde 1994 presume de contar con una de las banderas azules de la Comunidad Valenciana. La escolta un paseo marítimo y alguno de los palacetes levantados a finales del siglo XIX y principios del XX en esta localidad, que han hecho de esta villa castellonense una Biarritz a la valenciana.
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