En medio de un momento de renovación personal y profesional, Raúl Araiza vive una etapa que él mismo describe como luminosa. Tras años de aprendizaje, procesos internos y la búsqueda de un equilibrio más profundo, el conductor ha encontrado en su relación con Yaya un remanso emocional que lo impulsa con fuerza renovada. El pasado 8 de octubre marcaron un año juntos, un aniversario que no requirió grandes escenarios ni declaraciones espectaculares: bastó la naturalidad con la que ambos han construido un vínculo que mezcla complicidad, introspección y alegría cotidiana. Hoy, Araiza abre la puerta a cómo esta historia le ha devuelto la ilusión en el amor.
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Apenas hace unos días, durante un evento público, Raúl se sinceró sobre la solidez que han alcanzado: “Ha habido mucho amor, mucha complicidad, muchas risas, nuestras familias se llevan increíble. Adoro a sus hijas, mis hijas la adoran, todo ha sido muy bonito”, expresó en entrevista con TVyNovelas. Sus palabras no solo reflejan un romance en evolución, sino la integración de dos mundos familiares que han encontrado un punto de encuentro armónico. Y es que el conductor, reservado con su vida privada, ha mostrado esta relación con la misma serenidad con la que la vive: sin prisas, sin excesos y con un profundo respeto por lo que están construyendo.
El capítulo público de esta historia comenzó meses atrás, en enero, cuando Raúl decidió presentar a Yaya en redes sociales. Lo hizo sin estridencias, fiel a su estilo, mostrando apenas pinceladas de momentos compartidos. Desde entonces, sus publicaciones han dejado ver fotografías espontáneas, miradas cómplices y escenas que hablan por sí mismas de un cariño que crece desde la autenticidad. No es una exposición constante, sino la justa medida para revelar que la felicidad, a veces, se escribe en los detalles más simples.
Su romántico viaje a Turquía
Uno de esos capítulos recientes fue su viaje a Turquía, donde recorrieron Estambul entre mezquitas históricas, atardeceres cálidos y callejones llenos de vida. Las imágenes que compartieron —sutiles, contemplativas, luminosas— dejaron ver un par disfrutando no solo del destino, sino del acompañamiento emocional que han encontrado. Para Raúl, estas vivencias retratan el tipo de memoria afectiva que se agradece en silencio, esas que se convierten en refugio con el paso del tiempo.
“La verdad es que sí ha llenado mi corazón grandemente. Yaya es ligera y se ríe todo el tiempo, y yo también, nos reímos todo el tiempo”, confesó Araiza al describir lo que ha significado este año. En ella, asegura, ha descubierto una energía que lo equilibra, una presencia que le permite bajar el ritmo sin perder su esencia. Y no solo eso: “Tenemos mucha comunicación, hablamos mucho. Ella me ha enseñado toda esta parte espiritual que creo que a mí me faltaba”, añadió. Ese matiz espiritual, que Yaya ha incorporado con naturalidad gracias a su certificación en breathwork, se ha convertido en un eje transformador para él.
