Juanes es uno de los cantantes latinos más exitosos y conocidos en la industria, una carrera que inició con penas y mucho esfuerzo, tanto que estuvo a punto de tirar la toalla de no ser por los ánimos y las palabras de su mamá, Alicia Vázquez. Sincero y sin nada que ocultar, el cantante reveló los detalles de este camino que inició en Colombia y que gracias a su talento y perseverancia logró llevar al mundo entero. Pero no todo fue color de rosa, pues incluso en la cima del éxito se enfrentó a altibajos, especialmente en el ámbito familiar, como la pérdida de su hermana tras 27 años en coma, o la complicada lucha contra las adicciones que enfrentó al mismo tiempo que dejaba de disfrutar de subir al escenario.
La alegría que se convirtió en tragedia
Quienes escuchan las canciones de Juanes llenas de ritmo y letras románticas, no imaginan que en su vida familiar hubo un episodio que lo marcó profundamente. A principios de los 90s, su hermana Luz Cecilia anunciaba emocionada que esperaba un bebé, una noticia que alegró a la familia y que celebraron unidos. Pero la dicha se convirtió en preocupación cuando entró en coma tras complicaciones en el parto.
"Ese golpe fue el que más me dolió. Cuando mi papá falleció ya era muy adulto, tenía cáncer y era predecible. Pero lo de mi hermana fue demasiado loco porque ella era muy joven, estaba muy saludable. Era nuestra primera nieta, estábamos felices. Yo iba a ser tío, me acuerdo de ese día en casa. Era una celebración familiar", recordó en el podcast Más Que Titulares sobre aquel tiempo en el que a los 20 años se despidió de su padre, quien siempre lo apoyó, y celebraba la buena nueva de que su sobrina venía en camino.
"Cuando entro al cuarto del hospital encuentro la cama tendida y a mi mamá y a mi tía llorando con las luces apagadas. Ahí fue cuando me dijeron que había tenido una emergencia. Eso comenzó una historia familiar totalmente diferente, que moldeó mi vida, a mi familia y mi música, a todos mis hermanos", añadió. Y asegura "Fueron 27 años, un proceso demasiado lento, difícil y yo con más ganas me aferraba a la música, a mi carrera para superarme. Éramos una familia feliz hasta ese momento".
Para él fue un parteaguas, pues veía a su hermana en cama pero sin poder convivir con ella como antes. "La persona está ahí, pero no sabes si está. Abre los ojos, reacciona a ciertos sonidos, pero no hay conexión de ningún tipo. Pasaron 27 años en donde no hubo nada, hasta que en 2019 falleció", relata. El suceso, además de triste, significó un alivio para sus seres queridos, pues descansaban de esa preocupación que por casi tres décadas llevaban en el corazón. "A veces me siento en el aeropuerto y miro a las personas que van pasando y digo que cada una de ellas lleva una cruz, un lío en su familia, algo. La vida no es fácil para nadie, pero hay que aprender, intentar y seguir para adelante", asegura.
La lucha contra las adicciones
En 2004, Juanes se casó con Karen Martínez, meses después de haber recibido a Luna, su primera hija. Juntos formaron una familia con la llegada de Paloma y Dante; pero ese núcleo no se vio exento de las dificultades ocasionadas por la forma de beber que tenía el cantante cuando se encontraba en la cima del éxito.
"Ha sido un proceso de aprendizaje completo", expresa. Y es que en 2004, el éxito vino de la mano de una gira constante y excesos que lo llevaron a sentir un vacío emocional al grado de no tolerar verse al espejo y odiar subir a los escenarios. "Fue una de las épocas más tristes. Llegué a un punto de hastío total, ya no disfrutaba lo que hacía porque lo hice mucho tiempo sin parar, sin ver a mis hijos, sin estar en casa. Era todo trabajo, incapaz de levantar la mano y decir que necesitaba un momento", explica.
"Eso me llevó a un lugar muy triste, muy obscuro al estar tocando en un concierto y miraba a mis amigos, no los podía ni ver; miraba al público y no entendía nada. Odiaba todo lo que yo hacía, mi música, mi cara, ¡todo!", fue cuando tomó una pausa a pesar del éxito, pues lo único que deseaba era ir a casa y estar con su esposa e hijos.
Poco a poco fue reconectando con él mismo, aunque no fue algo fácil. "El dolor te enseña a crecer, no sé porque es así, pero así es", asegura. Aquella lucha lo hace sentirse orgulloso de sí mismo y feliz de mirarse al espejo. Una batalla que también libró para lograr controlar su forma de beber, pues asegura que era algo que lo hacía sentir bien, desinhibido, pues creía que era más divertido; sin embargo, entendió que sólo evadía la realidad al punto de tomar una botella de vino todos los días además de otros tragos como whisky sin encontrar un límite.
"No era el ejemplo que quería darle a mis hijos, y el no poder controlar eso me generaba una angustia horrible. Nunca fumé ni tomé en mi juventud y quería limpiar mi mente, creo que las ganas de recuperarme me ayudaron muchísimo, y he descubierto algo maravilloso en ese balance", comenta sobre cómo ahora lleva una vida muy distinta, con comida saludable, ejercicio, y dormir a sus horas, algo que también va de la mano de su carrera, pues son cuidados que un cantante tiene para que su voz sea la mejor en cada concierto que ofrece.