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Veinte años, ese es el tiempo que ha pasado desde que una joven Charlene Wittstock fue fotografiada para este reportaje de la revista South African Sports Illustrated, donde le hicieron una entrevista como campeona de natación. En ese momento ya había conocido al príncipe Alberto (la primera vez que se vieron fue durante los Juegos Olímpicos de Sidney 2000), sin embargo, no fue hasta seis años más tarde cuando empezaron a salir juntos. Por aquel entonces, Charlene no podía imaginarse lo que la vida le tenía preparado, ya que pasaría de ser una completa desconocida a convertirse en princesa de Mónaco. En estos diez años han cambiado muchas cosas pero, sobre todo, hemos sido testigos de una increíble transformación por parte de Charlene, quien ha redefinido los códigos que, hasta ahora, caracterizaban a las damas de la familia Grimaldi. El perfil de la mujer de Alberto de Mónaco ha dado un giro de 180 grados y es que Charlene tiene muy claro la Princesa que quiere ser.

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Tímida y reservada

Así conocimos a Charlene. Allá por 2006, la atleta sudafricana acompañaba a Alberto de Mónaco a algunos actos públicos que eran elegidos con sumo cuidado, ya que estaba empezando a acostumbrarse a su nueva vida y tenía que hacerlo de manera gradual. La futura Princesa siempre se mostraba muy tímida, reservada y prudente, manteniéndose en un segundo plano para no acaparar más protagonismo del que ya de por sí tenía. Esta fue la imagen de su presentación oficial, apareciendo por primera vez junto al príncipe Alberto en la gala del Grand Prix de Fórmula Uno.

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Un tiempo distanciados

De la noche a la mañana, Charlene Wittstock desapareció de la vida del Principado, y lo que fue más llamativo, de la vida del Príncipe. Se produjo un evidente distanciamiento entre ellos, sin embargo, había una razón de peso para que dejara al margen su vida en Mónaco. La bella nadadora decidió enfocarse en sus entrenamientos para competir en los Juegos Olímpicos de 2008, que se celebraron en Pekín. Meses después, la pareja se reencontró de la forma más romántica y lo celebraron viajando con unos amigos a Austria. 

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El anuncio de su compromiso

El 23 de junio de 2010, por fin se anunció la esperada noticia y el Principado de Mónaco hizo público su compromiso matrimonial. "Sé que los ciudadanos de Mónaco han estado esperando este momento, y hoy quiero compartir mi alegría con ellos", decía Alberto de Mónaco, quien se refirió a su prometida asegurando que: "Es muy sensible, pero fuerte y de sólido carácter. Su personalidad se ha fraguado en los valores del deporte y su atención se centra en las causas humanitarias". Charlene era consciente del reto que tenía por delante y así lo confesó en una entrevista que concedió a Nice Matin: "Me preparo para ser la mejor princesa y poder cumplir así con la misión que me ha confiado el príncipe (...) Me esforzaré al máximo". La futura princesa ya se imaginaba que esa misión estaría siempre ligada a las causas solidarias que más le preocupan, especialmente las relacionadas con los niños y el deporte. Hoy, su cometido sigue siendo el mismo.

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Dos días de boda en Mónaco

Charlene Lynette Wittstock nació el 25 de enero de 1978 en Zimbabue (África) y, cuando solo tenía 12 años, se fue con su familia a vivir a Sudáfrica. "Soy africana, no nací en Europa ni nací princesa, pero haré el mejor trabajo que pueda. Cuando asumo una responsabilidad, me entrego y doy el 100 por 100 de mí misma", dijo en una entrevista con ¡HOLA! un mes antes de su boda. El 1 de julio de 2011, Charlene se convirió en esposa de Alberto de Mónaco en una íntima ceremonia civil que celebraron el Salón del Trono del palacio. Al día siguiente, se convirtieron en los grandes protagonistas de un enlace religioso en la iglesia de Santa Devota que estuvo lleno de momentos para el recuerdo. De las lágrimas de Charlene a su espectacular vestido de novia diseñado por su amigo personal Giorgio Armani, pasando por la elegancia de las invitadas o las imágenes de cuento de hadas, como la lluvia de pétalos que hubo a su salida. El gesto de Charlene no podía ser más significativo, y parecía respirar aliviada después de todos los nervios vividos en los meses anteriores. Desde ese momento, se convirtió en Alteza Serenísima, princesa, duquesa de Valentinois, marquesa de Baux, condesa de Carlades y primera dama de Mónaco.

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Un sueño cumplido

"Me gustaría tener hijos pronto, no quiero esperar mucho tiempo para formar mi propia familia", dijo Charlene semanas antes de su boda con Alberto. Y es que, además de su pasión por el deporte y su trabajo en diferentes causas solidarias, ser madre era un deseo que quería cumplir. Tres años después de contraer matrimonio, su vida cambió para siempre con el nacimiento de los mellizos Jacques y Gabriella. Ellos son el principal motivo de su alegría y quienes siempre consiguen sacarles una sonrisa con su espontaneidad y alegría.

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Tomando las riendas de su vida

Hubo un momento en el que algo hizo clic en su cabeza y decidió que tenía que cambiar. Dejó de ser aquella deportista tímida y vergonzosa para convertirse en una mujer que tenía las ideas muy claras y que se dejaba ver cuándo y cómo ella quería. Charlene se cortó el pelo de manera radical, y fue un gesto que para muchos significó un antes y un después en su rol en el Principado de Mónaco. Su vida era suya y solo ella podía decidir cómo quería vivirla, en qué causas iba a involucrarse y cómo iba a ser su papel de Princesa pero, especialmente, su papel de madre y esposa. 

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Su lado más espontáneo

Nadie se quedó indiferente al ver esta foto que fue tomada en el Gran Premio de Mónaco del año 2018. El piloto australiano de ascendencia italiana Daniel Ricciardo se convirtió en el ganador de la carrera y, como es habitual, se dispuso a celebrarlo con champán, sin embargo, la Princesa no se lo pensó dos veces y sorprendió a todos bebiendo directamente de la botella. Su marido no pudo evitar la risa ni tampoco sus sobrinos, Pierre y Andrea Casiraghi. Una vez más, quedó demostrado que las royals ya no son como las de antes y que no tienen problema en saltarse el protocolo para disfrutar del momento.

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Momentos para ella

Como viene siendo tradición en la familia, las damas Grimaldi siempre han tenido una relación muy estrecha con la moda y, el caso de Charlene no iba a ser menos. "Estaba acostumbrada a vivir llevando bañador y no tenía ni idea de moda", confesó en las páginas de ¡HOLA! en una ocasión. Con el paso de los años, la Princesa ha aprendido de los mejores y ha ido depurando su estilo, cambiando no solo su forma de vestir o de elegir complementos, sino también en todo lo relacionado al maquillaje y los peinados. Charlene tiene muchos amigos en el mundo fashion. Además de Giorgio Armani, la mujer de Alberto de Mónaco es asidua a los desfiles de la Semana de la Moda de Paris de Dior o Akris, que es también una de sus firmas favoritas.

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Princesa comprometida

Charlene dio un paso al frente y definió los proyectos en los que iba a dedicar gran parte de su tiempo. Encuentros, conferencias, reuniones... durante estos últimos años la hemos visto cumpliendo con todo tipo de actos solidarios, que van desde apoyar a estrellas de Hollywood como a líderes mundiales, pasando por visitas a hospitales o charlas sobre cuáles son los retos del mundo actual para ayudar a los más desfavorecidos. Charlene ha mostrado su compromiso con causas muy cercanas a su corazón, como el trabajo a favor de la investigación sobre el autismo, auspiciada por la Fundación Princesa Gracia, así como todos los retos que tiene por delante con su Fundación, que creó en 2012 porque tiene muy claro que se ha desaprovechado el talento de muchos jóvenes que podrían haberse convertido en grandes estrellas del deporte, pero que no contaron con los recursos necesarios. 

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Una reunión muy significativa

Con motivo del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, los líderes de todo el mundo se reunieron en París en noviembre de 2018. Al mismo tiempo, las primeras damas y mujeres de los mandatarios se reunieron en el Palacio de Versalles. Charlene no quiso faltar a esta cita tan importante y posó para la 'foto de familia' junto a todas las demás invitadas, entre las que se encontraban Begoña Gómez, Melania Trump o Brigitte Macron, entre otras. 

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Grandes retos

"El deporte transmite valores como la disciplina, el esfuerzo, la solidaridad y la renuncia personal. Te demuestra que eres capaz de romper barreras, las que tú misma te impones, y que los retos pueden superarse, que después de un desafío se abre un mundo de posibilidades con nuevos objetivos. El deporte puede cambiar el mundo", fueron las contundentes palabras que Charlene dijo a ¡HOLA! en una ocasión. No hay duda de que es su gran pasión y no ha querido renunciar a ella en todos estos años. De hecho, en septiembre del año pasado se enfrentó a un gran reto: cruzar en bici acuática los 180 kilómetros que separan Córcega de Mónaco. La duración de la prueba fue de 24 horas, por lo que quedó demostrada la fuerza física y mental de la Princesa. Charlene no solo recordó su pasado como atleta olímpica sino que logró convertirse en la gran triunfadora completando la travesía en poco más de 22 horas. A su llegada, pudo celebrar la victoria con su marido y los pequeños Jacques y Gabriella, que se mostraron muy emocionados.

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Planes como cualquier otra familia

"Verles crecer es maravilloso. Te cambia la vida", confesó en una ocasión la princesa Charlene. Los mellizos Jacques y Gabriella, que ya tienen seis años, han conquistado al pueblo monegasco con su naturalidad. Y es que, a pesar de que todavía son muy pequeños, ya empiezan a conocer su papel de príncipes de Mónaco y acompañan a sus padres en muchos actos oficiales. Desde el principio, Charlene ha querido que tengan una vida lo más normal posible y es por eso que intenta hacer planes con ellos que haría cualquier otra familia, como por ejemplo viajar a Disneyland y poder conocer a sus personajes favoritos, además de ponerse las orejas de Minnie Mouse o una camiseta en la que puede leerse la frase: "El mejor día en familia de mi vida". Son pequeños detalles que demuestran que, a pesar de su título como Princesa, Charlene quiere ser una madre normal y hacer felices a sus hijos cumpliendo sus sueños de la infancia.

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Evolución de estilo

Atrás quedaron los trajes de chaqueta sobrios, los vestidos sencillos... Si algo ha caracterizado a Charlene en estos últimos años es que ha cambiado radicalmente su forma de vestir. Si bien la Princesa escoge looks más relajados y clásicos para actos oficiales y más protocolarios, cuando tiene la oportunidad saca su lado más atrevido y rebelde. Estas imágenes lo demuestran, ya que no hay royal que se divierta más jugando con estilismos arriesgados y combinaciones que no dejan indiferente a nadie

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Un cambio muy impactante

Al hablar de la transformación de Charlene no podíamos dejar de mencionar su cambio de look más radical (hasta la fecha). Fue en diciembre de 2020 cuando la Princesa acudió a la tradicional ceremonia del árbol de Navidad en el Palacio de Mónaco luciendo la cabeza rapada y nos dejó a todos sin palabras. Hasta ese momento, nunca habíamos visto a una dama de la realeza atreviéndose con algo tan atrevido, pero una vez más Charlene demostró que no es como las demás. "Este corte de pelo es mi decisión. Parece que provocó todo tipo de comentarios", dijo en una entrevista a Point de Vue asegurando que es algo que quería hacer "desde hace mucho tiempo". "El estilo me agrada, eso es todo. Probablemente, de todos los miembros de la realeza, soy la que ha probado los peinados más diferentes, pero continuaré haciéndolo", dijo de manera rotunda.

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Su experiencia en la sabana africana

Charlene de Mónaco siempre se ha mostrado muy activa en la lucha contra la caza furtiva en Sudáfrica y hace unas semanas protagonizó unas impresionantes imágenes al rescate de un rinoceronte malheridoLas fotos dieron la vuelta al mundo por la entrega y sensibilidad que demostró la Princesa, quien aseguró que "esta experiencia me conmovió". Charlene hizo este viaje en colaboración con la Thanda Foundation Trust (fundador del Proyecto Rinoceronte) para reforzar su compromiso con la naturaleza. "Al proteger a los rinocerontes, estamos conservando su hábitat, lo que beneficia a las personas y a la vida silvestre, apoyando a nuestras comunidades locales y asegurando un legado para las generaciones futuras", dijo.

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Sonadas ausencias

Los rumores de crisis han planeado sobre su matrimonio en multitud de ocasiones, de hecho, se ha escrito mucho sobre las ausencias de Charlene en algunos actos oficiales. Con el paso de los años, la Princesa ha marcado su propio camino, eligiendo los actos a los que quiere acudir y a los que no, sin importarle que su decisión pueda ser objeto de debate. El pasado 27 de enero fue el último día que la vimos con su familia, cuando asistió junto a Alberto y sus hijos a la misa de Santa Devota. La siguiente aparición de la Princesa ya fue en marzo en Sudáfrica, durante el funeral del rey de los zulúes. Mientras tanto, el soberano monegasco ha seguido acudiendo a diferentes actos con sus hijos. El último fue en la Noche de San Juan, cuando el jefe del Estado monegasco volvió al balcón de palacio con sus Jacques y Gabriella, pero sin la presencia de Charlene.

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Preocupación por su estado de salud

Hace unos días se produjo otra noticia que sorprendió a los monegascos y al resto del mundo. El nombre de Charlene volvió a acapar titulares debido a sus problemas de salud y, dando un paso al frente, la mujer del príncipe Alberto decidió enviar un comunicado para explicar que está siendo sometida a múltiples y complicados procedimientos tras contraer una "infección severa en oídos, nariz y garganta en mayo". Fue algo sin precedentes no solo por querer pronunciarse después de todo lo que se había publicado, sino porque lo envió desde su propia Fundación y no desde la oficina de prensa del Principado, como hubiera sido lo normal. Su equipo médico le ha recomendado que no viaje aún a Mónaco y que continúe su recuperación en Sudáfrica, por lo que no podrá estar junto a su marido en su décimo aniversario de boda. "Este año será el primero que no estaré con mi marido en nuestro aniversario, lo que es difícil y me entristece", decía, añadiendo que: "Sin embargo, Alberto y yo no teníamos otra opción que seguir las instrucciones del equipo médico, a pesar de que resulte difícil. Él está siendo un apoyo increíble". A pesar de que su ausencia ha provocado todo tipo de comentarios, Charlene insiste en que: "Mis conversaciones diarias con Alberto y con los niños me ayudan inmensamente a mantener el ánimo, pero echo de menos estar con ellos. No puedo esperar a reencontrarme con ellos".

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