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Guillermo Alejandro de Holanda empezó el día de trabajo como tantos otros. Visitaba las instalaciones de otra nueva causa, la fundación Fietsmaatjes (en holandés, compañero de bicicleta), en la localidad de Warmond. Llevaba uno de sus muchos trajes azul marino y sus incontables corbatas anaranjadas. Conversaba como infinidad de veces con los promotores de la iniciativa mientras tomaba fuerzas con un desayuno vitaminizado y supermineralizado. Las necesitaría.

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Ya se sabe que viajar en bicicleta está a la orden del día. Pero en Holanda van un pedal por delante como comprobó el rey Guillermo Alejandro en sus propias carnes. La organización benéfica que contaba con el privilegio de su visita ofrece a habitantes con problemas de movilidad, mayoritariamente personas de la tercera edad, la posibilidad de desplazarse dentro de la ciudad en una bicicleta de dos plazas con la ayuda de un voluntario.

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El rey Guillermo Alejandro probó primero como cliente. Dio un plácido paseo junto a uno de los responsables de la fundación, que se encargaba de conducir la bicicleta dúo. Para el recorrido, el soberano añadió dos capas de ropa a su atuendo: se puso un chaleco guateado de color verde caza y encima un abrigo a tono.

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De vuelta en la sede de la fundación, Guillermo Alejandro de Holanda no dudó ni un momento en convertirse por unos minutos en voluntario. Se sentó inmediatamente en el asiento del piloto y uno de los promotores le explicó el mecanismo de la bicicleta dúo.

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Como el día se estropeó y empezó a llover, se equipó la bicicleta con un gran paraguas para dos. Acompañó al rey Guillermo Alejandro en su primer viaje como voluntario, el nonagenario Johan Waanders, uno de los usuarios de este servicio, que en la imagen parece preguntarle: ¿Preparado?

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El Rey de Holanda, chófer por un día, charló con el señor Waanders amigablemente mientras se dirigían al supermercado. Pero, a juzgar por sus gestos de esfuerzo, hubo momentos en los que solo con pedalear tenía suficiente.

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Arreció la lluvia y se guarecieron bajo el paraguas. Cualquiera que se cruzara con ellos en ese momento podría preguntarse:¿Es un cohete? ¿Es un avión? No, es Súper Guillermo de Holanda, le respondería alguno enterado de la visita del soberano a la fundación Fietsmaatjes.  

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Llegaron a destino finalmente. Y el Soberano se mostró entusiasmado con la iniciativa, que permite a personas que no pueden usar una bicicleta individual mantener la movilidad y disfrutar de salidas sociales. En toda Holanda la fundación Fietsmaatjes ayuda a casi 900 personas cada mes. Tal vez hasta se le pasara por la cabeza hacerse con una bicicleta de esas para los trayectos al cole de sus hijas.

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