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Llega el momento y se echa para atrás. Huye del agua. No son pocos los canes que no disfrutan del momento baño. “Existen diversos motivos por los que el momento del baño puede provocar ansiedad en nuestros perros. Entre ellos, podemos destacar la sensación de incapacidad de huida o alternativa, el hecho de aplicarles agua que en muchas ocasiones es un elemento desconocido para ellos, así como haber tenido malas experiencias en anteriores baños, o incluso en otras circunstancias relacionadas con el agua”, nos anticipa Eva Gamon de la Clínica Kivet de Valencia Bonaire.

Y es que la experta nos apunta que hay que entender el momento del baño como un entorno en el que influyen diversos factores, y cada uno de ellos puede ser entendido por nuestro animal como una amenaza. “Por tanto, para facilitar y mejorar la experiencia del baño, debemos trabajar en todos los factores que influyen: ambiente, superficie en la que se realiza en baño, presión y temperatura del agua, incluso nuestro propio estado de ánimo”, recomienda la experta a los propietarios, especialmente si no tienen mucha experiencia.

 

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Cómo hacer que le guste

¿Qué podemos hacer para conseguir que nuestro perro le coja el gusto al agua y no rechace el momento del baño? “Es muy importante que el animal vaya generando buenas asociaciones con el momento del baño, para ellos es indispensable no forzar al animal e ir introduciendo las rutinas poco a poco”, nos recomienda. Cuando el perro se encuentra en la etapa de la socialización, entre las 4 y 12 semanas de vida, es el momento ideal para que conozca el agua y vaya familiarizándose con el baño, ya que experimentar e ir conociendo elementos nuevos en esta etapa, hace que en la edad adulta sean tolerados con normalidad. “Por otra parte, en esta etapa, es cuando los animales están inmersos en la pauta vacunal, y en muchas ocasiones no se recomienda el baño completo por el riesgo a enfermar. Por tanto, es de vital importancia controlar el entorno, evitando las corrientes de aire, y una vez finalizado el baño, secar al animal cuidadosa y concienzudamente”, matiza la veterinaria.

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Sí les gusta el río, pero no la bañera

Y es que nos podemos encontrar, además, con que no es un miedo al agua, pues disfrutan en el río, por ejemplo, pero rechazan el momento en que toca la higiene. Para la experta, es algo normal. “Normalmente, cuando acudimos a un río o playa, es el propio animal el que va descubriendo poco a poco el entorno. Realizando una toma de contacto con el agua progresiva y, en la mayoría de los casos, generando una asociación positiva del agua en ese ambiente”, nos cuenta. Mientras, “en el momento del baño, el animal no tiene por qué relacionar el agua como el mismo elemento, enfrentándose a un entorno que poco tiene que ver con el momento de disfrute en un río o la playa”.

 

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¿Cuántas veces conviene bañar a un perro?

En condiciones normales, siempre y cuando nuestro animal no tenga ninguna patología dermatológica, la experta nos cuenta que se aconseja realizar un baño máximo una vez al mes. “Esto es debido a que la epidermis contiene gran cantidad de células sebáceas, las cuales generan una 'capa' grasa protectora, evitando así la deshidratación y protegiéndola frente a agentes infecciosos. Utilizar productos irritantes muy a menudo, puede provocar alteración de la barrera cutánea y, por tanto, puede ser perjudicial para la piel y el pelo de los animales”, nos detalla. Eso sí, hay ocasiones en los que es necesario realizar baños terapéuticos con productos dermatológicos especializados. En estos casos, podemos llegar a bañar a nuestro perro hasta dos veces por semana, ya que será parte del tratamiento, aunque siempre seguiremos las indicaciones veterinarias en cada caso concreto.

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¿Por qué es fundamental cuidar la higiene de nuestro perro?

Sin embargo, no hay excusas, y el momento de la higiene es algo que no debemos pasar por alto. “La piel es la primera barrera de defensa del organismo de los animales, por tanto, es muy importante mantenerla cuidada y sana. Para que la piel se mantenga saludable es necesario que pueda realizar una correcta transpiración. Igualmente, debemos asegurarnos de que se eliminan agentes infecciosos que pueden atacar a la piel y el pelo de nuestras mascotas, como son pulgas, garrapatas o piojos”, nos explica. Por este motivo, un baño regular ayuda a eliminar el exceso de polvo y suciedad que dificulta la transpiración. “Parte del polvo que se acumula en la piel de nuestras mascotas, es justamente la epidermis (capa superficial de la piel) que va renovándose y descamándose constantemente”, apunta. La higiene de nuestro perro no sólo incluye el baño, ya que es igualmente importante un correcto cepillado que evite nudos y promueva una muda correcta del pelo.

 

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La clave: transmitirle seguridad

Los perros notan si nos ponemos nosotros también nerviosos. “Es importante mantenernos tranquilos y aportar seguridad a nuestro animal en el momento del baño, ya que esto influirá en la percepción que tienen ellos mismos de la actividad. En ocasiones, animales enfermos o mayores pueden sufrir patologías articulares que les generen inseguridad si el entorno no está acondicionado. En estos casos se recomiendan superficies antideslizantes y agarres en las axilas y caderas para que el animal sienta estabilidad y seguridad”, detalla. ¿Y hacer del baño un momento divertido es buena alternativa? “Es muy importante, como hemos comentado anteriormente, una buena asociación del animal con el momento del baño. Para ello es una buena opción generar juegos o actividades, incluso premiar con alimento en el momento que nuestro animal esté tranquilo, para que de esta manera se generen asociaciones positivas con el agua”, recomienda.

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Posibles errores

¿Podemos estar cometiendo algún error que haga que a nuestro perro no le guste bañarse? La experta nos resume algunos de los más frecuentes:

  • Forzar al animal y someterlo cuando está ansioso y nervioso. Es importante mantener la calma y tener paciencia, sobre todo en los primeros baños.
  • Ofrecer cariño y premios cuando el animal está asustado y nervioso. De esta manera estamos reforzando este comportamiento.
  • Generar experiencias negativas con el agua como tirarlos a una piscina o a un rio, bañarlos con agua extremadamente fría o caliente, o sufrir algún accidente por no tomar las precauciones adecuadas.

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