Si hay un plan que se ha mantenido en mi agenda sin importar el que tiempo que haya transcurrido, es el de ir los domingos a El Rastro. De pequeña lo hacía de la mano de mis padres para no perderme entre las abarrotadas callejuelas y me sobornaban con una parada en Caramelos Paco, la tienda de la calle Toledo en la que también compraba mi padre cuando era niño y cuyo colorido y abarrotado escaparate me dejaba fascinada (todavía lo consigue). De adolescente solía ir con mis amigas en busca de camisetas de grupos de música, y ahora, en plena treintena, mis visitas a este pintoresco mercadillo han cambiado ligeramente.
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En estos dos últimos años disfruto en El Rastro de dos de mis grandes pasiones: la lectura y la moda. Me encanta ir temprano para descubrir libros (a precios bastante asequibles) en sus puestos y acabar después tomando el brunch en La Latina. Y en el proceso, adoro observar a las chicas que recorren como yo sus calles, pues he detectado entre ellas un estilo que fusiona comodidad con toques bohemios y castizos, sin perder esa forma tan característica de hacer suyas las tendencias que tienen las locales.
"Las madrileñas tienen carisma a la hora de vestir, transmiten alegría y seguridad en una misma", nos cuenta la estilista polaca Klaudia Zachara, que desde hace tres años reside en la capital. "No son descuidadas, pero tampoco exageradas: encuentran el punto medio perfecto".
Parece que las madrileñas que pasean por El Rastro visten como si compartieran un manual de estilo no escrito. A simple vista, el look parece improvisado, pero si lo observas con calma descubres que está lleno de intención.
"Me gusta esa fusión que hacen las chicas de Madrid con piezas muy básicas, como una buena camisa, un pantalón ancho o una americana oversize, pero siempre cuidando los complementos: calzado animal print, unas merceditas de terciopelo, un tote bag que llama la atención, un pañuelo estampado…", recalca la experta.
